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«¡Ya no sé cómo hablarle a mis hijos…!»

Hablar con los hijos resuelve todo

Cuando no sepas qué hacer o cómo hablarle a tus hijos…

Acércate a tus hijos con:

1) Compasión curiosa

Observa a su comportamiento como una ventana hacia su cerebro; nuestros hijos no son unas criaturas maquiavélicas que planean algo terrible. En lo absoluto. Tienen necesidades de conexión, amor, contención y nosotros debemos abrir nuestra mente con curiosidad y compasión para poder ver cuál es su necesidad y cubrirla.

2) Conexión

La conexión es la única cuna en donde descansamos y crecemos emocional, mental, espiritual y físicamente. Es hacerles sentir apreciados, sentidos, vistos, escucharles para entenderlos, no para juzgarlos. Es darnos cuenta y validar todos sus emociones e invitándolos a un espacio de confianza y seguridad.

3) Calma

Corremos todo el día haciendo un millón de cosas y pocas veces nos damos el tiempo para un baño de burbujas, ir despacio, tranquilas, una caricia, un masajito, Tirar todo y ponernos a jugar con nuestros hijos es lo mejor que podemos hacer… y a veces ¡es lo único que vale la pena de todo el día!

4) Co-regulación

 Es trabajo de nuestro sistema nervioso central captar las energías y humor de otras personas. Si estamos de mal humor, de inmediato, los niños estarán de malas también. Entonces, si queremos a nuestros hijos tranquilos y amorosos, nuestra calma y nuestro amor siempre es un buen lugar por donde comenzar.

5) Consciencia

Se trata de darnos cuenta cuando estamos siendo reactivos y regresar intencionalmente a una relación con conexión.

6) Comunicación

Expresando nuestros sentimientos, empatizando con sus emociones, necesidades, creencias, peticiones, de manera respetuosa sin culpas, vergüenza, juicios ni críticas. Al proveer comunicación verbal y no verbal honramos su persona completa.

7) Fortaleza

No te dejes engañar por la crítica de los demás, la Crianza Consciente requiere de mucha, mucha fortaleza. Es mucho más fácil aventar gritos y golpes, echar culpas y hacer a los demás responsables de nuestras emociones. Pero nosotros hemos elegido otro camino.

Toma mucha fuerza responder con empatía y modelar la regulación emocional que queremos que nuestros hijos desarrollen

Toma mucha fortaleza reconocer nuestro miedo y nuestro dolor y trabajar en ella para ya no heredarla.

Toma mucha fortaleza soltar el control y abrir espacio para la compasión.

Así que, cada vez que no sepas qué hacer o cómo hablarle a tus hijos, sé gentil. Nunca hay error ahí.

No podemos ser perfectos todo el tiempo, pero siempre podemos practicar para ser más amorosos.

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