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¿Porqué solemos agacharnos ante los demás?

Reflexiones tras una sesión de fotos

Era obligatorio: todas debíamos ir. Así que…pues… fui.
Cara lavada, zapatos planos y cómodos, ropa deportiva… ¡mis fachas habituales!

En cuanto me sentaron en la silla, me sentí incómoda ante la cercanía de la maquillista.
“¿Cómo quiere su maquillaje?”
“Natural, por favor. “

¡Claro! Soy Altamente sensible, “puedes ponerme UNA capa de maquillaje delgadita pero que no se note,” le dije.

Empecé a escuchar un “ggghhh ghhhh gggghhh… “
“¡Ey! ¡Espera un segundo!! ¡¡¡¿¿¿Me estás rasurando las cejassss???!!!”

“Nunca en la vida me habían hecho semejante atrocidad”, pensé eso antes de saber que me iban a poner pestañas postizas. ¿Qué? ¿Queeé?
“¡¡¿Oye pero ese pegamento se quitaaa?!!”
¡¡Ya entendí por qué las modelos parpadean despacio!! ¡¡No es por sensualidad sino por 8 kilos de peso!!
Y por si fuera poco, en los ojos, además de colores muy vivos –naranjas y rosas– me puso brillantina … y todo esto, ¿cómo es natural?

Y mientras el jaloneo de la que me estaba peinando. Ya me dolía el cuello.

En fin…

Cuando me vi en el espejo, No Lo Podía Creer. “¿¿¿Esa soy yoooo???”

Y entré en una crisis existencial.

Mi mamá toda la vida temió que yo fuera una niña creída, payasa, y negó mi alegría y mi belleza sistemáticamente. Mi mamá siguió todas las reglas de la sociedad.

En su libro Regena Thomashauer dice que las mujeres en especial, (los varones también, pero a menor grado) tenemos miedo de hablar sobre nuestros logros y nuestra felicidad por miedo a que los demás no lo puedan tolerar. Hemos sido educadas a ser:
Humildes
Calladas
Generosas
No egoístas
A agacharnos ante los demás.

Entonces si algo lindo nos pasa, por evitar el dolor de la otra persona, exponemos todo lo malo “si, me fui a la playa pero hacía un calor horrible”, “si, está guapo mi hijo pero ¡vieras que lata da!”
Es como si huyéramos de la felicidad y el placer por la falsa creencia de que esto va a generar rechazo y abandono.

En mi caso, con mi mamá así era: rechazo, criticas y, tal vez no abandono, pero si una buena espalda.

Si a toda la educación social, le agregamos la Alta Sensibilidad, en la cual sentimos adentro de nosotros la incomodidad de los demás… si una persona normal se agacha, nosotros nos enterramos.

Durante muchos años tuve a una amiga que era feliz cuando yo le contaba mis desgracias. Hasta que me di cuenta y dije, «¡Ey! ¡Momento! ¡Esta «amiga» apesta! Creo que merezco a alguien que goce mis éxitos y me acompañe durante mis bajones, no al revés.» Ya no le hablo, por supuesto.

El día de la sesión de fotos, cuando me vi en el espejo fue crisis absoluta… no sabía cómo enfrentarlo… no sabia si hablar de ello o no… ¿debería ser humilde? ¿Debería quejarme? ¿Debería abrazarlo? Debería gritarlo al viento “¡mírame! ¡¡Esa soy yoooo!!»

Me veía tan distinta que también pensé, «No me van a querer entregar a mi hijo en la escuela, me van a decir, ¡¿usted quién es?!”
La pregunta de fondo fue: ¿puedo ser ESA mujer? ¿Me puedo enamorar de esta versión de mi?

Las fotos ahí están. Impresionantes.

Se ven mis arrugas, mis ojos cansados y tristes tras una sonrisa gigante, me veo atrevida, valiente, rota y vuelto a pegar con chapa de oro…

Las quince capas de maquillaje no me disfrazan, sino que resaltan mi viaje.

Sip. Esa soy yo.

Lo que podría parecer un ejercicio de vanidad, termina siendo un abrazo a mi Ser, a mi trayectoria. Esa mujer que se ha caído de bruces más de una vez y que se ha levantado a base de pura voluntad y necedad.

Mi invitación aquí es… queridas guapuras, madres HSP:
date el permiso a Ser Esa Mujer: Cabrona, Valiente, Irreductible y Hermosa.

¡Dale este mismo permiso a tus hijos!

Rodéate de personas que no solo no te aplasten, sino que festejen tus logros como si fueran propios, que gocen tu felicidad y tu brillo 🔅

La próxima vez que veas una foto tuya date nuevos permisos. Permiso a amarte tal cuál eres… permiso a aceptar tu belleza tal cuál es… permiso a ser tú… permiso a brillar… permiso a amar tu trayectoria, todo lo que te trajo hasta aquí… a ser una mujer chingona… a pararte derecha, alta y sin pedir perdón… permiso para triunfar, a ser sumamente exitosa (lo que sea «éxito» para ti)… y permiso para pintar finger a quien no le guste…

Porque ese mujerón que ves ahí, eso eres. Y la vida te ama.

TAREA:

La próxima vez que veas una foto tuya, pregúntate, “¿puedo ser está chingona mujer?”
Siiii!!!!
Ya lo eres!!
(Con todas tus cejas!)

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