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“¿Porqué siempre eres tú la que decide todo?”

“¿Porqué siempre eres tú la que decide todo?”

Crying unhappy boy hugging his mother. Mom comforting little child after sorrow. Family relations problems.

¿Qué hacer durante un berrinche que no viene al caso?

La primer noticia que recibí después de la jornada escolar fue, “Mi maestra de inglés se va. Y lloró cuando se despidió, y yo no supe qué hacer.”

Platicamos otro poco más y después nos fuimos a comprar un pastel para la tarde. Yo llevaba con antojo de un pay con dátil y nuez desde hacía años, pero no había tenido el pretexto para comprarlo, así que ¡era mi oportunidad! Me metí a la pastelería lo elegí, mi hijo escogió el sabor de un macarrón -que le encantan. Y nos fuimos. Llegando al coche me hizo un berrinche enorme sobre el pastel. ¡ENOOOOORME! Objetos salieron volando, lágrimas y gritos, “¿Porqué siempre eres tú la que decide todo?  ¡El pay esta horrible! ¿Porqué siempre tienen que ser de frutas? ¡Odio las frutas!” 

Y yo, entré en Modo Sobrevivencia también. Pero yo, cuando entro en amygdala, me congelo. Estaba con los ojos de plato viendo a mi hijo como si tuviera 2 años retorciéndose en el asiento del coche.

Ah, caray…

¿Qué pasó aquí?

Una vez que se calmó y se puso el cinturón, pude manejar a casa. Llegué enojada, con el diálogo interno de “este niño qué le pasa, mal agradecido, mira que mejor no le hubiera comprado su macarrón…” ya sabes, todo lo que hubiera opinado mi mamá.

Llegando a casa, cada quien se fue a su rincón, tomé un tiempo para respirar y una vez que me calmé, y pude accesar a mi cerebro superior, empecé a formular preguntas… ¿porqué se puso así? Obviamente no se trata del pastel… ¿de dónde viene la raíz del problema?

Él seguía en que: “¿Cómo se te ocurre un pay de higo?” 

Después de un rato, me senté con él,

“¿Sabes qué creo qué fue lo que te molestó?”, pregunté.

“¿Qué?”

“Que no pudiste decidir. Tal vez tu hubieras elegido otro pastel y yo no te di chance.”

“¡Si! Eso fue horrible.”

Y luego, profundizando en la conversación salió la verdad. Resulta que le afectó muchísimo que su maestra se fuera, me decía entre lágrimas,

“Es que, no la corrieron. Ella se va por decisión propia, ya no nos quiere. Y yo no puedo controlar que se vaya. No puedo controlar que no nos quiera.”

¡Uufff!

Y si a eso le agregas que no pueda controlar la elección del pastel tampoco. 

Y si a la ecuación le agregas que una persona se va de su vida.

Y además, que él es Hiper Sensible, y un cambio en su vida le afecta un montón y que él, lo interpreta como desamor… pues… kaboom emocional.

¿Te acuerdas que te he explicado que la Cubeta del Control no es negociable? Nuestros cerebros están conectados con una necesidad imperativa de sentir que tenemos cierto grado de control sobre de nuestras vidas, necesitamos tener opciones para elegir o nos lleva la amygdala de paseo. Es un paseo feo, en realidad.

Hay muchos eventos que suceden en la vida que no podemos controlar. Como cuando alguien se va. La pandemia es otro buen ejemplo. En general, lo que sucede afuera de nosotros esta fuera de nuestro control. La Cubeta del Control se llena con cosas que sí podemos elegir y con nuestras reacciones internas ante lo que sucede afuera.

“Mira hijo, ella se fue por decisión propia, no tiene nada que ver contigo. Ella tomó una decisión de su vida y no significa que no te quiera. Entiendo que te sientas sacado de onda, es normal. En cuanto al pastel, la próxima vez, ¿te gustaría poder sugerir ideas a ver cuál nos llevamos?”

“Si.”

“¿Ya te sientes mejor?”

“Si.”

Todos podemos resolver los problemas así, de una manera compasiva y comprensiva pero para eso, es necesario conocer cómo funciona el cerebro para hallarle sentido a los crucigramas laberínticos de los llantos infantiles. 

Es básico llevar una relación cercana con nuestros niños para poder platicar con ellos y entender por dónde van sus emociones.

Es imprescindible acompañarlos y guiarlos hasta que lleguen al cerebro superior.

Es elemental tirarse en el pasto a leer un libro lindo después… o comer pay de higo también funciona de maravilla, pues estas sanando la relación con una actividad linda.

Hablarles a los niños de esta manera integra su cerebro, genera inteligencia emocional y crea cimientos internos inquebrantables. Si ya has tomado mis cursos y ya lo has aplicado sabes que super vale la pena, ¿verdad?

(…el pay, por cierto, le encantó.)

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