
¿Qué hacer cuando no podemos controlar a los hijos?

8 de la noche, la casa toda tirada, los niños siguen vueltos locos, no han terminado su tarea, ni se han bañado, mañana hay clases, y todavía falta merendar. Ese es un momento en que quisiéramos que tuvieran un botón y pudiéramos controlar a los hijos.
Podemos coercionarlos, manipularlos, amenazarlos, gritarles o avergonzarlos para tratar de que hagan lo que nosotros deseamos, pero aún así NO hay garantía de que lo vayan a hacer. A veces hasta nos gritan, “¡No quiero! ¡Y no puedes obligarme!” Haciéndonos retorcer como lombriz en limón, ante una dura realidad. Es totalmente cierto: no podemos meternos a su cuerpo y hacer que recojan sus juguetes. No hay manera. Por más que quisiéramos.
No podemos controlar a nuestros hijos de la misma manera que no podemos controlar el clima.
Nuestro poder TAMPOCO esta en discutir, defender o entrar a las batallas de poder tratando de controlar la situación o a ellos, de la misma manera que no podemos controlar a una nube llena de agua a punto de explotar en lluvia.
¿Dónde se encuentra nuestro único poder?
Nuestro poder SOLO se encuentra en lo que si podemos controlar. ¿Eso qué es? Nosotros mismos. Nuestro comportamiento. Nuestro auto-control. Qué decimos y cómo lo decimos.
Cuando la nube (el hijo) explota, nosotros podemos buscar refugio o salir a bailar en la lluvia. Podemos refugiarnos y permanecer tranquilos hasta que la tormenta pase para después salir a jugar con los charcos. La decisión es totalmente nuestra y ahí sí tenemos injerencia.
Cuando los niños explotan podemos unirnos a su caos o ser conscientes y aplicar la Co-Regulación. Por eso digo que el auto-cuidado es primordial en la parentalidad. Si nosotros estamos bien, podemos ser una base segura ante la explosión emocional y falta de auto-control de los niños.
Recuerda que:
Los niños deben de retar nuestros límites. Nuestro trabajo es ponerlos de manera firme, amable y consistentemente. Si ellos no están de acuerdo debemos dar espacio a la expresión. Es totalmente válido. A veces, podemos negociar. A veces, no. Pero nosotros no debemos ni intentar controlarlos ni perder el auto–control.
El área prefrontal del cerebro o Cerebro Superior de un niño, todavía no esta desarrollado (esto se logra hasta los 25 años… a veces). Esto implica que habrá muchos retos en la regulación emocional y el control de los impulsos, el pensar, el analizar, el planificar y el resolver problemas.
La responsabilidad de nuestras acciones y palabras cae en nosotros, no en los hijos. Por las dos razones previamente mencionadas; una, no los podemos controlar y dos, su cerebro no esta maduro.
En situaciones como la anterior ¿qué podríamos hacer? Bueno… lo primero sería entender qué fue lo que salió mal para prevenir y evitar que sean así todas las noches. Y ¿esa noche? El sueño es de vital importancia porque si no al día siguiente van a andar de mal humor y con muy poca disposición para cooperar. Entonces, primero, permanece tranquila, no es culpa de nadie. Segundo, prepara una cena rápida y mete a los niños a la cama lo más pronto posible. Todo lo demás, puede esperar.
