
Mi hijo “Llora de la Nada”

Cuando los niños lloran aparentemente “de la nada”
El miércoles llegó mi hijo llorando, peleando que necesitaba ayuda con su tarea. Era matemáticas y puede hacerla con mucha facilidad (eso definitivamente ¡no lo heredó de mi!), sin embargo ese día, no daba una. Las cosas más simples se le atoraban en la cabeza y yo le decía, “…pero si tú ¡ya lo sabes!”. Nos costó un poco de trabajo saber a qué se debía tanto pleito y tanta desesperación hasta que él dijo, “El problema es que es hoy. ¡Hoy no puedo hacerla!”
Lo acompañé, lo ayudé a pensar, hicimos la tarea juntos –yo no hice nada, en realidad sólo le hice las preguntas para que él lo resolviera. Parecía que habíamos pasado la tormenta.
Peeeeero… al rato se apareció con otro pretexto para llorar. Después de escucharlo… (suspiro)… me dijo argumentos largos y razones que no venían al caso, le pregunté, “¿Tuviste un día difícil en la escuela?”
“No.” respondió extrañado ante mi pregunta.
“Okey, entonces eso no fue,” pensé.
Decidimos no ir a la natación, decidimos quedarnos en casa a jugar, a construir bloques y hacer una batalla épica de buenos contra malos.
Un rato después, me cayó el veinte. ¡PLIN!
¡Cambió el horario el domingo!… (que, en realidad me parece un crimen… ¿Cuántos artículos he escrito sobre mi odio al cambio de horario?) … el lunes los niños –todos– llegaron tarde al cole. Mi hijo anduvo como en cámara lenta toda la tarde. El martes traía dolor de cabeza, y yo lo forcé a ir a su terapia (para la dislexia) porque no puedo cancelar sin previo aviso. Y, como cereza del pastel, el miércoles que fue el primer día que se levantó de noche para llegar a tiempo, las funciones ejecutivas de su cerebro estaban en corto circuito. Y, como cereza en el pastel, el jueves amaneció mal de su pancita. Y ya decidí no llevarlo al cole y tener un día de pijama, juego y siestas.
Es decir, Cuatro días después del cambio de horario seguíamos teniendo efectos secundarios…
1) lento
2) dolor de cabeza
3) funciones ejecutivas neuronales en huelga
4) diarrea
Y en todos los días, necesitaba encontrar razones para llorar, gritar, pelear y desahogar su Sistema Nervioso Central.
Este es solo un ejemplo de cómo funcionamos las Personas Altamente Sensibles. Algo que sucedió hace tres o cuatro días (o, en algunos casos, semanas) nos sigue trayendo efectos secundarios. Especialmente si no hacemos caso o no tomamos medidas preventivas. Posiblemente me hubiera ahorrado todo lo de esa semana si no lo hubiera forzado a hacer sus “obligaciones”. Muchas veces suponemos que con dormir en la noche es suficiente… y no lo es.
Esto del cambio de horario es solo un ejemplo, lo del llanto de “la nada” es un indicativo de que algo no esta bien, que se sobresaturó y que hay necesidades importantes por cubrir. Es necesario permitir que se exprese, que llore y que se desahogue.
El reto es,
– tener la paciencia para aguantar la tormenta emocional
– echarnos el viaje hacia atrás y encontrar la razón
– dar el apoyo y la contención que necesitan para el desbordamiento
– hablar con ellos, validando y apoyando
– y, para la próxima –si es posible– tomar medidas preventivas.
“Esto del cambio de horario nos afecta un montón, vamos a dormirnos temprano para que no te afecte tanto mañana, ¿te parece bien?”
O
“Pasamos demasiado tiempo en la fiesta y estás saturado. Ven, vámonos a casa a un espacio tranquilo. Mientras manejo ¿quieres música o no?”
O
“Ha sido una semana pesada. Pasaron muchas cosas y traemos las emociones por todos lados. ¿Necesitas llorar? Aquí te acompaño.”
Es decir, validamos la experiencia y redirigimos con posibles soluciones.

Unas micro-vacaciones
