
Los límites, los Acuerdos y sus consecuencias versus “tienes la peor mamá del mundo”

Hace un año, fuimos al Rancho. El lugar es amplio y los niños querían prender una fogata. En medio de la conmoción, dije:
“Las reglas para hacer una fogata son:
- – siempre estar acompañados por un adulto
- – hacerla cerca de la manguera
- – hacerla afuera y si hay mucho aire se apaga.
¿Estamos de Acuerdo? ¿Pinky promise? ¿Prometido?”
Los niños aceptaron y cerramos el Trato con una sacudida de dedo meñique.
La hicimos, tostamos salchichas y todos muy felices.
Al día siguiente,
“¿Tía, podemos hacer una fogata?”
“No. Hoy no.”
“Ándale mamá, ¡por favor!”
“No. Hoy tengo que ayudar en la cocina, no los puedo acompañar.”
Por supuesto que se robaron unos cerillos.
Y la prendieron.
Me di cuenta.
Y por supuesto que se las apagué a manguerazos.
“¡¡Ayyy, mamaaaá!!”
“Pero, ¿por qué Tía?”
“¿Cuáles eran las reglas de la fogata?”, pregunté.
“Hacerla junto a la manguera. ¡La hicimos junto a la manguera!”
“¿Y cuál otra?”
“La hicimos afuera.”
“¿Y cuál más?”
“¿Había otra?”
“Si,” respondí.
“¿Cuál era?”, se preguntaron entre ellos.
“Ah…” dijo recordando, y luego con una ceja levantada dijo, “Pero ¡si ya estás aquí, Tía…!”
“Ustedes rompieron las reglas de la fogata. No habrá más fogatas,” dije encaminándome de regreso a la casa.
Los tres venían atrás de mí, sus voces se encimaban y las quejas eran cada vez más escandalosas.
“Pero, ¿porqueeeeé…?”
“¡Qué mala eres!”
“Pero, ya nos vamos a portar bien, ¡pinky promise!”
“Andaaaa…. por favor.”
“No.”
“¿Ya nunca?”
“En este viaje,” respondí firme. Es de fuerte suponer que “nunca” es una palabra demasiado larga, imposible de cumplir, pero sobre todo exageradamente severa.
“Pero ¿porqué?”
Me frené en seco, me agaché, los miré a los ojos y dije,
“Habían tres reglas de seguridad. Ustedes decidieron no hacerme caso. Yo les dije que no podían prenderla por que yo no podía acompañarlos. Aún así decidieron hacerla.Ya no habrá más fogatas.”
“Pero ¿porqué?”
“Por que ustedes decidieron romper las reglas.”
Y, tras sus insistencias, les tuve que repetir esto varias veces, sin jamás levantarles la voz pues causaría mas problemas que los que resolvería.
“Pero Tía, ¿porqué?”
“Por que ustedes decidieron romper las reglas.”
“Pero Mamá ¿porqué?”
“Por que ustedes decidieron romper las reglas.”
“¿Y hoy? ¿Podemos prenderla hoy?” volvieron a preguntar tres días después.
“No.”
“Pero ¿porqué?”
“Por que ustedes decidieron romper las reglas.”
“Pero, si ya nos hemos portado bien.”
“Eso lo hubieran pensado antes de romper las reglas.”
“Pero…”
“¿Para qué creen que son las reglas?”
“Por… no sé…”
“Por… ¿nuestra seguridad?”, dijo el primo más grande.
“Exacto. Y eso no es negociable.”
“Ay, pero… es que… pero, es que…”
Se fueron refunfuñando. “Tienes la peor mamá del mundo”, dijo el más chiquito.
Y luego jugaron a otra cosa.
Decirles, “tú decidiste romper el Acuerdo” te quita la etiqueta de “la mala del cuento”, los niños empezarán a darse cuenta que las decisiones tomadas tienen consecuencias y, esas consecuencias, les afectan –a ellos directamente. También le enseña a hacerse responsables de sus propias elecciones y, eventualmente, a pensar mejor lo que eligen hacer. Dejar que las consecuencias sucedan, como no volver a encender una fogata o no ir a la fiesta por no haber terminado sus tareas, es importantísimo por eso mismo: les enseña a frenarse, autoregularse y pensar bien. Y eso es una herramienta buenísima para la vida.
Cuando basas tus limites en principios, en este ejemplo se trata de la seguridad, aplicarlos es más fácil. Y ser firme como montaña, también, porque no lo estás haciendo por cruel ni por obediencia, sino hay un trasfondo mucho más importante. Otros principios pueden ser: la ética, la honestidad, la responsabilidad, la salud, el ser amable, el respeto, la integridad… Piensa lo que es importante para ti, qué tipo de adultos quieres que sean tus hijos y aplícalo.
Los niños nos van a insistir mil millones de veces. Se van a oponer a los limites mil trillones de veces. Pero romper deliberadamente las reglas, romper acuerdos y / o hacer algo peligroso, no–es–negociable. Pun–to.
Ayer que los ví, me preguntaron,
“Tía, si podemos ir al Rancho, ¿podemos prender la fogata?”
“No sé. ¿Qué van a decidir? ¿Van a volver a romper las reglas?”
Al unísono respondieron: “¡No!!!”
Lectura recomendada: Todo lo que necesitas saber sobre los límites
