
Las erróneas y anticuadas conotaciones del descanso

El tema del descanso conlleva mucho peso y una connotación bastante negativa pues en los 1800’s “Vete a descansar” dificil de creer, pero significaba otra cosa completamente diferente que en nuestra época. En los 1800´s, cuando alguien mandaba a otro a descansar –especialmente a mujeres– era la manera más inglesa para decirte “¡Estas loca, déjanos en paz!”
Eventualmente se volvió un término social para etiquetar a alguien mentalmente inestable.
En el libro escrito por Charlotte Perkins Gillman, “The Yellow Wallpaper” (“La pared con papel amarillo”) es una novela publicada en 1892 de una mujer que desarrolla una psicosis después de que su marido cree que lo mejor para ella es hacer la “cura del reposo” encerrada en una habitación con una pared amarilla durante todo un verano.
Después de ese tipo de curas, ¡ya nadie quiso volver a descansar!
Para demostrarle al mundo que sí eran capaces de hacer todo lo que proponían, las mujeres cuerdas y fuertes decidieron que no necesitaban descansar. Posiblemente a finales de siglo XIX era una buena decisión. Ahora, en el XXI, ya no. El no descansar, irónicamente, nos esta volviendo desajustados, desequilibrados, violentos, enfermizos –¡locos!
No es posible –literal– poder seguir llevando, trayendo, atendiendo y sirviendo a otros sin hacer el balance de tomar una pausa… Ser… Conectar… y… Rehabilitarnos a nosotros mismos.
Ahora todos debemos descansar profunda y totalmente. Y no necesariamente me refiero a tirarnos en la cama y dormir durante una semana (¡aunque no estaría del todo mal…!) Durante los años de la “cura del reposo” las mujeres, encerradas en su habitación, –aunque no estaba autorizado y lo tenían que esconder–, se volvieron muy creativas. Pintaron, escribieron, desarrollaron teorías científicas, tocaron y compusieron música. Encontraron, abrazaron y desarrollaron su sana versión de locura.
Y esa es mi propuesta hoy: ¡reinventemos a la “cura del reposo”!
Con todas esas emociones, cansancio y nervios sobresaturados, sentada frente a un lienzo en blanco, pregúntate:
¿De qué manera voy a explorar y explotar mi propia locura hoy? ¿Cómo voy a crear mi propia práctica en donde suelto lo que mi alma necesita desahogar para recuperarse? En donde no me importa ni un poquitito lo que los demás puedan pensar. En donde me salgo de mi centro hacia un viaje loquísimo, solo para regresar aún más cuerdo, centrado y fortalecido.
Las Personas Altamente Sensibles necesitamos hacer estos viajes, profundos y sanadores, de manera constante. Que no te importe. Este trabajo (pintura, escrito, música, chambrita u lo que sea) es sólo para ti y tu sistema nervioso central.
Nadie lo tiene que ver ni juzgar.
Ya si después se te ocurre hacer algo con eso, esta bien, pero no es el objetivo primordial.
Entre más horrible quede ¡mejor! ¡Disfrútalo!
¡Aviéntate! ¡Woooohooooo!