entradas de blog 31-60
Lo que más quieren los niños es… Para la sorpresa de algunos: no son juguetes. Muchas veces me encontraba preparando la cena y mi hijo se ponía a jugar. Cuando yo ya estaba libre no sabía qué hacer, si ir a jugar con él o quedarme en la cocina perdiendo el tiempo. Muchas veces lo veía tan entretenido en su juego que no quería interrumpirlo. Me quedaba escondida, checando por millonésima vez mi celular o pensando en hacer una receta más complicada o algún postre sofisticado para rellenar ese hueco de tiempo. Así que él jugaba solo. Y yo, pues, algo parecido… solo no tan divertido. Hasta que un día se me prendió el foco y le pregunté, “Oye, cuando termine en la cocina, ¿quieres seguir jugando solo o quieres que te interrumpa para jugar juntos?” Para mi sorpresa, prefirió jugar conmigo. … PLINNN, una luz iluminó la habitación. Es en serio, ¡nunca me lo hubiera imaginado! Yo hubiera jurado que su juego era mucho más divertido que las burradas que se me pueden ocurrir a mi. Y ahí es cuando re-confirmé la teoría: Lo que los niños más quieren en el mundo es… (tambores)… ¡a nosotros! ¡Jugar con nosotros! Necesitan de nuestra atención, cuidados, apapachos… y si, nuestros juegos. Esa tarde, jugamos a disparar bombas de agua a los monstruos de fuego. Otras tardes terminamos leyendo un libro, o coloreando, o platicando sobre dragones, o… lo que sea. No importa. Lo que importa es: ¿lo adivinaste? ¡Si! ¡La conexión! Un niño con “ansiedad de separación” no necesita ser alejado ni separado de ti pues eso incrementará su ansiedad. Normalmente tratamos de distraerlos o decirles cualquier cosa que socave su miedo y haga lo que tiene que hacer rápidamente, pero eso conlleva alargar el problema, incluso en otras áreas aparentemente no relacionadas. Cuando decimos “No pasa nada. No tengas miedo. Te vas a divertir.” Ellos entienden “Cuando demuestro mi miedo, ellos no se sienten cómodos.” . Cuando decimos “No te preocupes. Regresaré por ti” Ellos entienden “No entienden cómo me siento ahora.” . Cuando decimos “Okay, te espero tantito a que te sientas mejor, antes de decir adiós.” Ellos entienden “Pero ¿si vas a decir adiós?” En lugar de forzarlo a que se vaya asustado, mejor intenta esto: Mejor di “Es difícil decir adiós. Te entiendo, cariño” Para que entienda “Mis sentimientos son aceptados. Esta bien que yo me sienta así.” . Mejor di, “Es normal sentirte nerviosa. Me siento nerviosa también cuando hago cosas nuevas.” Para que entienda “Si me siento nerviosa. Es bueno saber que estoy siendo escuchada y entendida en estos momentos.” . Mejor di “Paso a paso, aquí te acompaño para que te sientas seguro.” Para que entienda “Esta bien, me puedo dar mi tiempo para explorar y sentirme a salvo al mismo tiempo.” . Mejor di “Te amo.No importa nada más y mi corazón SIEMPRE esta contigo. Cuando te vuelva a ver esto es lo que haremos para reconectar (puedes dar ideas o preguntar). ¿Qué se te ocurre?” Para que entienda “Soy amado.” A veces también les sirve llevarse algo que los conecta contigo. Un ejemplo es un dije que forma un corazón con dos mitades. Una mitad te la quedas tu y la otra, tu hija. O dejarles mensajitos en su lonchera. Cualquier cosa que los haga sentir seguros y que tu sigues pensando en ellos a pesar de la distancia. Los hijos Altamente Sensibles suelen presentar más ansiedad de separación porque están muy conscientes de que ellos solitos en el mundo, no sobreviven. Nosotros somos su espacio seguro y por eso les cuesta tanto separarse, a veces hasta de la misma habitación. Es importante darles la compañía y la seguridad que necesitan. La suegra nos criticará a muerte, “¡…le estás dando por su lado, por eso es como es…!” blah, blah. El niño es como es. Punto. Se ha demostrado científicamente que forzarlo a separarse antes de que este listo, forzarlo a cumplir con la expectativa externa antes de que el niño este listo internamente, hará el problema más grande y más profundo. Nuestro trabajo es aceptar lo que sí es y trabajar con ello; hacerlo sentir seguro y amado. Es solo cuando se saben vistos, aceptados y amados como son que adquieren la fortaleza –eventualmente– para salir al mundo. Sí, es cuestión de tiempo. Sí, es necesario ir construyendo al niño de adentro hacia afuera. Sí, necesitamos reparar las heridas y el miedo para que poco a poco, paso a paso, día a día adquiera la seguridad en sí mismo para salir a explorar. Cuando hacemos este esfuerzo extra, los niños salen enteros, íntegros y seguros de sí mismos para taclear lo que la vida les lance. Recuerda que tienen toooooda su niñez para crecer y madurar. Cómo enseñarle a los hijos a buscar la Validación Interna Primero aclaremos cuáles comportamientos buscan la Validación Externa: – La comparación con otras personas – Contar su historia tratando de lograr ser comprendido o apoyado – Buscar la aprobación de los demás sin soportar la retroalimentación – Su propio estado emocional depende de los demás – Se vuelven personas camaleón, es decir que dependiendo de con quien están cambian su forma de ser – Buscan “likes” en sus redes Es decir, son personas que basan su auto-estima en base a la opinión y aceptación externa. Esto empieza cuando, para hacerlos obedecer, los llenamos de manipulaciones o críticas, premios y castigos. Los hacemos sentir –de una manera inconsciente– a buscar la validación externa. Esto viene de un trauma no sanado por parte de nosotros. Los hijos al crecer, siguen obedeciendo, pero cambian de jefe y obedecen ahora al amigote o al jefe abusivo y hacen cosas que no quieren hacer, aceptan trabajos que no les gustan, se casan con la persona guapa de corazón vacío. Son la familia perfecta en las redes sociales. Pero adentro… son miserables. A menudo terminan en adicciones o caminos auto-destructivos. No queremos eso para nuestros hijos. En cambio la Validación Interna es: – Si hacen comparación es con la persona que el mismo era ayer – Primero buscan su auto-sanción y después la utilizan para inspirar con el ejemplo o ayudar a otras personas – Siguen su intuición y buscan sentirse plenos – Su estado emocional depende de sí mismos y buscan sentirse mejor siempre – Buscan personas que apoyan su personalidad de manera incondicional. Son ellos mismos y auténticos en todo momento. Esto suena mejor ¿verdad? Pero si nos fijamos, llegar a esto implica romper muchos M.U.C.H.O.S. paradigmas, reglas, estatutos… Es dejar a la familia hablando y protestando sola y pavimentar nuestro propio camino desde cero. Es enseñarle a nuestros hijos que la única opinión que cuenta es la suya –sip, ni siquiera la nuestra. Pero no hay de otra, es decir, no podemos entrenar al cerebro de nuestros hijos a que obedezcan y esperar que luego que sean creativos, libres y soberanos. No hay manera. Cada niño depende de sus papás o cuidador para sobrevivir. Una parte de sobrevivir y triunfar es sentirse amado, suficiente, merecedor y aceptado por sus adultos. Esta es una parte natural y crucial del desarrollo sano de un niño. Es cuando el niño se siente amado y aceptado que aprende a amarse y aceptarse a si mismo. A ser fiel a su corazón y su destino siguiendo su intuición. Es ser Genuinamente Feliz bajo sus propios términos y, estoy segura que es es lo único que quieres para tus hijos: su felicidad. Entonces, ¿cómo los podemos orientar hacia la Validación Interna? Primero debemos sanarnos y después cambiar nuestros métodos de crianza. Algunos ejemplos: – Papá le pegunta al hijo, “¿A TI te gusta tu dibujo? ¿Disfrutaste hacerlo?” demostrándole que su opinión y el proceso importan más que la aprobación externa. – Mamá ya no obliga a los hijos a pedir perdón después de pelearse, sino que permite que cada uno explique su punto de vista y lleguen a un acuerdo. – La Tía que sigue su intuición, a pesar de las críticas externas, enseñándole a su sobrino que seguir su sabiduría interna es de vital importancia. – El Abuelito que pregunta, “¿A TI qué te gusta? ¿A Ti qué te hace feliz? (…) ¡Haz más de eso!” Lo que queremos es generar cimientos internos inquebrantables para que hagan de su vida ¡su propio proyecto! Manual de sobre vivencia para mamás Altamente Sensibles Ya sabemos qué es la Alta Sensibilidad, ya sabemos que si los hijos la tienen es por cuestión genética –la nuestra– y ya sabemos qué necesitamos hacer para ellos. Pero ¡¿y nosotras?! ¿Quién nos ayuda a nosotras? La semana pasada me dolía la cabeza horrible y la respuesta de mi hijo fue, “Uy, qué mal. ¿Y qué hay de comer?” ¿Sabes a lo que me refiero, verdad? Las mamás debemos de estar al 100% de capacidad 24 x 7 … ¡¿es en serio?! (léase con cara de terror). Es posible que las mamás no–HSP (por sus siglas en inglés o Altamente Sensibles en castellano) puedan, pero nosotras estamos tronando. ¿Qué sí podemos hacer? Aquí hay una lista de 10 tips buenísimos para ir vaciando la tacita de la tolerancia a lo largo del día, y también ¡disfrutar! Recuerda que la vida se nos va en un parpadeo. 1) Toma nota de tu humor ¿Cómo te vas sintiendo a lo largo del día? Puedes darle seguimiento a través de una app o a través de un diario, incluso tu agenda. Me pasa que después de comer, me da un bajón de energía tremendo. No tomo café porque luego no duermo. Antes comía chocolate. Luego me di cuenta que no era cuestión de comer algo sino de tomar una pequeña siesta de 10 minutos. Si tu energía esta baja y te forzas, vas a empezar a estar de mal humor y tus hijos la van a pagar cara. Y no es su culpa. 2) Crea un ambiente sano en tu casa y oficina Por lo general los HSP necesitamos orden y estructura, pero también es cierto que eso necesita energía y seguimiento. Con niños en casa es casi imposible –al menos en mi caso– tener el orden que a mi me gustaría. A veces, me he dado cuenta que solo brinco por encima de los juguetes para salirme al jardín y tumbarme a ver las nubes. Ten en casa al menos un área, tu santuario, que tienes tus cosas exactamente como lo necesitas. 3) Haz una Rutina de Buenos Días Levantarnos y salir corriendo es darle la señal a nuestro sistema nervioso central que hay algún peligro y es entrar en amygdala para el resto del día. Hay mamás que se levantan a las 5am para meditar, hacer ejercicio, darse su tiempo y cubrirse de amor y atenciones, llenar sus cubetas… y luego ya cuidan a los demás. Hay otras que solo se levantan 20 minutos antes para meditar. Hay otras que se levantan hacen café y ya que carburan, arrancan el día. Cada quién es diferente. Pero si es recomendable que encuentres lo que funciona para ti y lo hagas todos los días. Recuerda que la energía con la que te levantas, será la energía que tendrás todo el día. 4) Trabaja con tus instintos de “descansa–y–digiere” El “descansar–y–digerir” es lo contrario al instinto de “huir–o–atacar” de la amygdala. Es dejar de estar en Modo Sobrevivencia para entrar al Modo Goza tu Vida. Es decir, haz lo que te haga descansar y digerir a lo largo del día para surfear una ola y luego la otra. Una cosa y luego la otra. Vivir en el momento presente y respirar cada uno de ellos. 5) Pasa tiempo con animalitos Científicamente se ha demostrado que los animalitos nos curan. Ya sean caballos, perros, gatos ¡hasta gallinas! Si no tienes mascotas en casa, puedes ir a un albergue, algún rancho… o parque en donde haya pajaritos. Si quieres poner bebederos para colibríes mejor pon una maceta con flores porque los bebederos tienen pintura roja que los esta enfermando. Lo natural siempre es mejor. 6) Escucha música que te tranquiliza Estudios científicos demuestran una y otra… y otra vez el efecto beneficioso de la música en nuestros cerebros. ¿Te has dado cuenta de que si estás de mal humor y escuchas una canción en el radio, te pones de buenas? ¿…o al revés? Una vez estaba toda agobiada por ir al trabajo y el taxista tenía música zen a todo volumen. Tan fuerte que no me permitió hacer 2802384 llamadas que tenía que hacer. Al final del trayecto, estaba tan relajada que ya no me importaba nada. Le agradecí al taxista y salí flotando del auto. 7) Utiliza técnicas somáticas, ya sea en movimiento o meditación A veces la cabeza le da tantas y tantas vueltas a todo que ninguna técnica funciona. Para eso esta el ejercicio. Cuando unes los movimientos físicos con la respiración es ¡magia! 8) Trabaja con tu sistema de dopamina para ayudar a regular tu respuesta emocional La dopamina es la hormona que se genera después de un logro o recompensa. Si metes un gol, ganar un partido de tenis… o de ajedrez… ¡PUF! te llenas de dopamina. Lo interesante es que las Personas Altamente Sensibles no suelen ser motivadas por recompensas externas. De hecho suelen responder de manera distinta hacia la dopamina y generarla de manera diferente también. A veces con una mañana de pintar, leer, escuchar música o hacer ejercicio es suficiente para generar un buen –y sano– shot de dopamina. 9) Respira lentamente Aaaahhh… la respiración. Parece que como es automática, sabemos hacerlo… y no. Hay cursos y cursos, hay libros y libros y la ciencia se está volviendo loca atrás de las evidencias de cómo respirar conscientemente cambia TODO. Ejercicios de Pranayama hay miles. Miles. Ponte a investigarlo y te sorprenderás. Ponte a practicarlo y tu vida cambiará. Garantizado. Un buen ejercicio es: Inhala por 4 tiempos Aguanta 4 tiempos Exhala por 4 tiempos 2 respiraciones normales Repite el tiempo que lo necesites. Y duerme como bebé. 10) Dale prioridad a tus tiempos de descanso Bueno… en realidad no es fácil pero si prioritario… la casa y los niños pueden gritar. La ropa y los platos sucios pueden esperar. Tu sistema nervioso, no. Date tus tiempos. He de confesar que yo me la paso recomendando todo esto y a veces, no siempre, a mi también se me olvida hacerlo y luego la ando pagando con un dolorón de cabeza o una gripa infernal. No, no hagas como yo. ¡Cuídate! Posiblemente tengas que pasar por un periodo de pruebas y errores, no te desesperes. También en cierto que cuando los niños van al cole es más fácil que cuando no. Usa ese tiempo para cuidar de ti. O saliendo de trabajar, toma a tus hijos, vayan a hacer alguna de estas actividades a un parque y verás. Lo importante es que encuentres lo que funciona para ti y lo hagas. Haz todas estas cosas, no tanto por necesidad ni como patadas de ahogado (aunque sé que a veces así es) sino por amor. Amor a ti misma y respeto a tu cuerpo –que es distinto al otro 80% de la población. Mi abuela decía, “La sana compasión empieza por uno mismo.”… y sí. Así es. Cuando no sepas qué hacer o cómo hablarle a tus hijos… Acércate a tus hijos con: 1) Compasión curiosa Observa a su comportamiento como una ventana hacia su cerebro; nuestros hijos no son unas criaturas maquiavélicas que planean algo terrible. En lo absoluto. Tienen necesidades de conexión, amor, contención y nosotros debemos abrir nuestra mente con curiosidad y compasión para poder ver cuál es su necesidad y cubrirla. 2) Conexión La conexión es la única cuna en donde descansamos y crecemos emocional, mental, espiritual y físicamente. Es hacerles sentir apreciados, sentidos, vistos, escucharles para entenderlos, no para juzgarlos. Es darnos cuenta y validar todos sus emociones e invitándolos a un espacio de confianza y seguridad. 3) Calma Corremos todo el día haciendo un millón de cosas y pocas veces nos damos el tiempo para un baño de burbujas, ir despacio, tranquilas, una caricia, un masajito, Tirar todo y ponernos a jugar con nuestros hijos es lo mejor que podemos hacer… y a veces ¡es lo único que vale la pena de todo el día! 4) Co-regulación Es trabajo de nuestro sistema nervioso central captar las energías y humor de otras personas. Si estamos de mal humor, de inmediato, los niños estarán de malas también. Entonces, si queremos a nuestros hijos tranquilos y amorosos, nuestra calma y nuestro amor siempre es un buen lugar por donde comenzar. 5) Consciencia Se trata de darnos cuenta cuando estamos siendo reactivos y regresar intencionalmente a una relación con conexión. 6) Comunicación Expresando nuestros sentimientos, empatizando con sus emociones, necesidades, creencias, peticiones, de manera respetuosa sin culpas, vergüenza, juicios ni críticas. Al proveer comunicación verbal y no verbal honramos su persona completa. 7) Fortaleza No te dejes engañar por la crítica de los demás, la Crianza Consciente requiere de mucha, mucha fortaleza. Es mucho más fácil aventar gritos y golpes, echar culpas y hacer a los demás responsables de nuestras emociones. Pero nosotros hemos elegido otro camino. Toma mucha fuerza responder con empatía y modelar la regulación emocional que queremos que nuestros hijos desarrollen Toma mucha fortaleza reconocer nuestro miedo y nuestro dolor y trabajar en ella para ya no heredarla. Toma mucha fortaleza soltar el control y abrir espacio para la compasión. Así que, cada vez que no sepas qué hacer o cómo hablarle a tus hijos, sé gentil. Nunca hay error ahí. No podemos ser perfectos todo el tiempo, pero siempre podemos practicar para ser más amorosos. ¿Cómo manejar los temas difíciles con los niños? En esta era, en la que nos llegan miles de noticias a la palma de nuestras manos… noticias que los niños no deberían enterarse… y, obviamente, se enteran… y, obviamente, nos hacen preguntas… Hay veces ya no sabemos cómo explicárselos, muchas veces porque nosotros mismos tampoco lo podemos comprender. ¿Qué podemos hacer? Bueno, depende del tema y también de la edad del niño. Pero a grandes rasgos es importante cubrir estos 5 puntos: 1) No mentirle Eso es lo que se hacía en generaciones anteriores, “si tu tío y tu tía, si se casaron, tu no fuiste a la boda porque… porque… bueno… pero sí están casados bajo la iglesia y no viven en pecado… y ¡ya vete a jugar!” No. ¡Por favor! Los niños son muy inteligentes y es mejor que, bajo nuestra guía, lleguen a las consecuencias correctas (y no que se inventen un mundo de locuras tratando de entender). “Si, tus tíos viven juntos, no fuiste a su boda porque no hubo, ellos decidieron no casarse y así esta bien.” O… “Si, hay hombres que se enamoran de hombres (o mujeres de mujeres) y es normal.” O… “Si, hay todo un problema por el calentamiento global, por eso no usamos tanto el coche y nos vamos caminando al cole.” O… “Si, hay guerra en otras partes del mundo y a mi también me angustia horrible.” 2) Validar Las emociones, la situación, los posibles efectos secundarios y consecuencias… “Estamos super tristes / preocupados / consternados / angustiados… ¿Cómo te sientes tu?” 3) Investigar Junto con ellos, en diferentes fuentes fidedignas con el objetivo de obtener más información, hacer comparativos y analizar para generar un criterio amplio y pensamiento analítico. “Aquí dice que (x), en esta otra cuenta dice que (w)… ¿tú qué opinas?” Finalmente hay muchas cosas cuyas verdades jamás vamos a conocer (ej: el origen del Covid…) lo que finalmente importa es cómo nos afecta a nosotros y qué podemos hacer al respecto. 4) Hacerlos sentir seguros “Papá y mamá te estamos cuidando, estás en un espacio seguro y perteneces a una familia que te ama. Estamos tratando de hacer de este un mundo mejor y evitar que algo nos pase.” 5) Pregunta “¿A ti qué se te ocurre?¿Cómo lo solucionarías?” Esto sirve para eliminar la impotencia y la desesperación. Si te dice soluciones totalmente fantasiosas, se vale. Entre más locas ¡mejor! Eso lo va a empoderar y a sentir que puede con lo que sea. Antes de responder a sus dudas, piensa bien qué y cómo se lo vas a decir. Piensa bien a cuál conclusión quieres que tu hijo llegue. ¿Hay armonía? ¿Hay respeto? ¿Inclusión? ¿Provee paz? Los temas difíciles se manejan con apertura, con naturalidad, con ética y con un lenguaje sencillo para que los niños lo entiendan. Lo más importante es generar la apertura al diálogo para que sigan preguntándonos a nosotros –y no a sus ¡amigotes! Los métodos tradicionales de disciplina nunca han hecho a nadie más maduro. De hecho los castigos, regaños, amenazas, insultos, etc. es lo que hacemos para compensar a la inmadurez. Habemos muchos adultos que fuimos disciplinados, claro que sí. Pero eso no necesariamente nos hizo aprender de nuestros errores, ni a hacer lo correcto. Tras años de investigaciones, se ha demostrado que la parentalidad no debe tener nada con el control ni con empujarlos a ser lo que todavía no pueden ser, ni ha hacerlos sentir lo que no sienten. De hecho, por más corajes que hagamos nosotros, no hay manera de controlar cómo se sienten, por ejemplo, durante un berrinche o una decepción. La idea errónea de que la parentalidad es corregir el comportamiento, enseñarle a los niños cómo actuar y qué decir, desvía completamente la naturaleza del desarrollo humano. De la misma manera que no puedes enseñarle a una semilla de higo, crecer hasta ser una higuera, nosotros no podemos controlar su crecimiento ni su destino. Soltar la idea de controlar a los hijos te puede ser muy difícil especialmente si te da una sensación de seguridad. Controlar el desarrollo de los niños –cambiarlo o acelerarlo– nunca ha sido nuestro trabajo. Debemos dejar de empujar a los hijos hacia su independencia, creyendo que una “disciplina correcta” los llevará ahí. No somos entrenadores. En realidad, nuestro trabajo es casi como el de un jardinero; es solo dar las condiciones adecuadas para que esa semilla crezca hacia lo que debe ser. Lo único que sí podemos hacer en cuanto a las emociones es: – Ayudarles a nombrarlas y enseñarles a trascenderlas. Lo único que sí podemos hacer en cuanto a su comportamiento es: – Hacerlos pensar hacia una mejor toma de decisiones. – Aprender de sus errores a base de la narración de los eventos. – Ayudarlos a ver otras opiniones y puntos de vista. – A pensar en los demás. – Y en si mismos también. – A gozar de los momentos simples. – A seguir su brújula interna. – A ser resilentes cuando la vida los tumba. Les servimos mejor a nuestros hijos si nos concentramos en fortaleces su relación con nosotros, relaciones amorosas que los aterrizan en esta vida, una base segura, un lugar en donde acurrucarse cuando el mundo es demasiado hiriente. Nuestro trabajo “solamente” (y lo pongo entre comillado porque es más complejo de lo que parece) es ser su Apego Seguro, haciéndoles saber que cuentan con nosotros en las buenas, malas, volteadas y volteretas. Siempre. Y es con esa compañía constante y amorosa que, sí, pone limites y llama la atención cuando es necesario, que ellos, poco a poco, día con día, año con año, van madurando. Recuerda, el cerebro de nuestros hijos madurará hasta los 25 años… así que ¡toma aire y disfrútalo! ¿Porqué NO esta bien dejar a los niños llorando solos? Los padres, madres, terapeutas, psicólogos… tenemos una enorme responsabilidad con el cerebro de los niños. Dependiendo de nuestro trato, su cerebro se desarrolla de una u otra forma. Los ríos neuronales se conectan de manera distinta; dicho con otras palabras, si nosotros gritamos, golpeamos, insultamos, amenazamos a los niños, o los dejamos llorando solos, su cerebro –físicamente– se deforma. Hay papás que me dicen, “Pero si yo nunca le he pegado… le grito hasta de lo que se va a morir, pero golpeado, jamás.” Bueno… Para el cerebro de tu hijo, es lo mismo. El dolor físico y el dolor emocional activan exactamente las mismas partes en el cerebro. ¿Esto que significa? Que para el niño, es exactamente lo mismo una cachetada que un insulto. Es lo mismo una golpiza de 20 minutos que dejarlos llorar solos durante 20 minutos. Un niño que vive rechazo o aislamiento social (“Vete a tu cuarto y no puedes salir de ahí hasta que te calmes…”) se activa la parte simpática del sistema nervioso, es decir el Modo Sobrevivencia. Esto libera a las hormonas de estrés y esto puede iniciar una respuesta inflamatoria en el cuerpo. Si están atorados mucho tiempo en este estado, se empiezan a presentar daños en el sistema ejecutivo del cerebro y la memoria. Y eso nos lleva a mal formaciones cerebrales, daños como enfermedades físicas y emocionales como la ansiedad y la depresión. Otra consecuencia es que los niños se empiezan a aislar de la familia o amigos porque la conexión humana es demasiado dolorosa para ellos. Los chancletazos nos pueden romper los huesos, pero las palabras y el aislamiento, son igual de dañinas para su psique, su auto-estima, su cerebro, su sistema de creencias, su cuerpo, su corazón… su vida. Solo tenemos una oportunidad para ser buenos papás y mamás. Piensa muy bien qué vas a hacer. 8 de la noche, la casa toda tirada, los niños siguen vueltos locos, no han terminado su tarea, ni se han bañado, mañana hay clases, y todavía falta merendar. Ese es un momento en que quisiéramos que tuvieran un botón y pudiéramos controlar a los hijos. Podemos coercionarlos, manipularlos, amenazarlos, gritarles o avergonzarlos para tratar de que hagan lo que nosotros deseamos, pero aún así NO hay garantía de que lo vayan a hacer. A veces hasta nos gritan, “¡No quiero! ¡Y no puedes obligarme!” Haciéndonos retorcer como lombriz en limón, ante una dura realidad. Es totalmente cierto: no podemos meternos a su cuerpo y hacer que recojan sus juguetes. No hay manera. Por más que quisiéramos. No podemos controlar a nuestros hijos de la misma manera que no podemos controlar el clima. Nuestro poder TAMPOCO esta en discutir, defender o entrar a las batallas de poder tratando de controlar la situación o a ellos, de la misma manera que no podemos controlar a una nube llena de agua a punto de explotar en lluvia. ¿Dónde se encuentra nuestro único poder? Nuestro poder SOLO se encuentra en lo que si podemos controlar. ¿Eso qué es? Nosotros mismos. Nuestro comportamiento. Nuestro auto-control. Qué decimos y cómo lo decimos. Cuando la nube (el hijo) explota, nosotros podemos buscar refugio o salir a bailar en la lluvia. Podemos refugiarnos y permanecer tranquilos hasta que la tormenta pase para después salir a jugar con los charcos. La decisión es totalmente nuestra y ahí sí tenemos injerencia. Cuando los niños explotan podemos unirnos a su caos o ser conscientes y aplicar la Co-Regulación. Por eso digo que el auto-cuidado es primordial en la parentalidad. Si nosotros estamos bien, podemos ser una base segura ante la explosión emocional y falta de auto-control de los niños. Recuerda que: Los niños deben de retar nuestros límites. Nuestro trabajo es ponerlos de manera firme, amable y consistentemente. Si ellos no están de acuerdo debemos dar espacio a la expresión. Es totalmente válido. A veces, podemos negociar. A veces, no. Pero nosotros no debemos ni intentar controlarlos ni perder el auto–control. El área prefrontal del cerebro o Cerebro Superior de un niño, todavía no esta desarrollado (esto se logra hasta los 25 años… a veces). Esto implica que habrá muchos retos en la regulación emocional y el control de los impulsos, el pensar, el analizar, el planificar y el resolver problemas. La responsabilidad de nuestras acciones y palabras cae en nosotros, no en los hijos. Por las dos razones previamente mencionadas; una, no los podemos controlar y dos, su cerebro no esta maduro. En situaciones como la anterior ¿qué podríamos hacer? Bueno… lo primero sería entender qué fue lo que salió mal para prevenir y evitar que sean así todas las noches. Y ¿esa noche? El sueño es de vital importancia porque si no al día siguiente van a andar de mal humor y con muy poca disposición para cooperar. Entonces, primero, permanece tranquila, no es culpa de nadie. Segundo, prepara una cena rápida y mete a los niños a la cama lo más pronto posible. Todo lo demás, puede esperar. Los Niños Altamente Sensibles, no miran, escanean. Cuando yo era chica, escaneaba a las personas, de renglón en renglón. Especialmente su rostro. Analizaba profundamente sus ojos, sus líneas de expresión, si su risa era honesta o no, si podía confiar en ella o no. Con solo observar, entendía perfectamente a ese Ser Humano frente a mi. Claro que, con los años y las malas opiniones de los demás, –“Estas loca”, “Tu y tus malas percepciones”, “No es posible conocer a una persona con solo mirarla”, “Estás mal”, etc– y la incomodidad del observado (**suspiro**) …dejé de hacerlo. Claro que ahora, no reconozco a nadie. Obviamente. Por respeto al observado dejé de mirarlo y ahora, si me los encuentro en otro contexto, no tengo ni la menor idea de quién sea. Hace unos años, cuando daba clases de yoga, se apareció una chica sin maquillaje, cabello marrón y una muy mala actitud (su hermana la llevó a fuerzas). Tiempo después me la encontré en una boda con muchísimo maquillaje, cabello rubio y toda la actitud de “véanme, ya llegué”. Me saludó y me quedé completa y absolutamente confundida… “¿…tú eres…? ¿…y porqué crees que me conoces…?” Puedo reconocer a los actores en diferentes películas, con diferentes maquillajes y ropa de época, porque ahí tengo toooodo el tiempo del mundo para observar todos los detalles de su rostro, pero, a la mamá del cole de mi hijo, mejor ni la veo no se vaya a sentir observada / escaneada. El caso es que, justo hace una semana platicaba con una señora que vende productos para la belleza y acaba de descubrir que es Altamente Sensible. Le decía que puede utilizar su super don para escanear a las personas, su piel y ofrecer los productos que le servirán mejor. Ella terminó la conversación conmigo super entusiasmada y feliz. Esto de la Alta Sensibilidad es un super poder, sabiéndolo utilizar… ¡en el contexto adecuado! ¿Qué decir cuando tu hijo se queja? Es horrible, nosotros estamos haciendo mil cosas para darles gusto a los niños, cubriendo sus necesidades de la mejor forma, y que no salgan con un “¡Ash! Yo así no lo quería”. “¡Ash! No me gusta.” “¡Ash…!” Sí dan ganas de ahorcarlos. Sí se nos tuerce la tripa. Sí sentimos toda la frustración de la galaxia entera. Es horrible. Te entiendo. Yo me desvivo en la cocina y a ese niño Altamente Sensible, no le gusta nada. Y cada vez, cada día, cada comida, se me retuerce el hígado de ida y vuelta. No estás sola. Pero, yéndonos más profundamente, lo que más miedo nos da es que se vuelvan mal agradecidos. Que no valoren todo lo que sí tienen y no sabemos cómo revertir eso, ¿cierto? Aquí hay tres ejemplos de lo que sí les podemos decir. 1) Cuando tu hija se queja: “Ash, solo pude jugar una hora hoy.” Tú le puedes decir, “Si, te entiendo. Tu querías jugar mucho más tiempo. Es super lindo que hayamos tenido el tiempo para jugar hoy, ¿no crees?” 2) Cuando tu hija se queja: “Ash, yo quería otro juguete, no este.” Tú le puedes decir, “Lo sé, cariño. También estoy pensando que este juguete es genial para lo que queremos jugar ahorita, ¿verdad?” 3) Cuando tu hijo se queja: “Ash, ¡no quiero eso para comer!” Tú le puedes decir, “Gracias por decirlo. Es buenísimo que tengamos comida para elegir, ¿no lo crees?” Lo interesante es que no estás desechando sus emociones, ni invalidando sus deseos, ni siendo sarcástico o metiendo ideas crueles en su cabeza. Solamente estas girando un poco el punto e vista. Si te fijas la primer frase, valida. “Lo sé, cariño”, “Te entiendo”, “Gracias por tu opinión”. Al validar lo que hacemos es reconocer que su punto de vista y decirle que sus opiniones son válidas y respetables. La segunda muestra otra realidad para estar agradecidos. Es buscar lo lindo, es mostrar aquello que sí tenemos. Muchas veces, cuando otra persona nos hace ver, “No sabes lo afortunada que eres al tener (x)” empezamos a valorar más, ¿cierto? Aquí estamos haciendo lo mismo, mostrando el otro lado de la moneda. Y es con esa voltereta que enseñamos a los niños a ver las situaciones de la vida desde otros puntos de vista. Estaremos generando adultos con un criterio amplio. ¡Qué maravilla! La Universidad de Waterloo, observó a niños en sus propias casas y descubrieron que el 96% de ellos, mienten, en algún momento. Según este estudio: Niños de 4 años mienten, en promedio, cada dos horas. Niños de 6 años, cada hora. Y los adultos mienten 1 o 2 veces al día. ¿Porqué mienten los niños? Depende mucho de la edad. Niños pequeños mienten por: – fantasía, no conocen la linea que divide la realidad de la fantasía. – dicen lo que desean que les hubiera pasado – intentan que sus necesidades sean cubiertas o buscan sentirse emocionalmente a salvo Niños más grandecitos, mienten por que: – les da miedo meterse en problemas – quieren hacer la historia más emocionante – no quieren lastimar los sentimientos de alguien – hay una necesidad que no esta siendo cubierta – sienten que algo no es justo – pleitos entre hermanos ¿Qué podemos hacer? Primero que nada, a nosotros nos toca entender que su cerebro todavía esta en desarrollo. Castigarlos no tiene ningún sentido, porque el problema de raíz no es malo, ni patológico ni nada de que preocuparse todavía. Es importante explicar la diferencia entre los hechos y la fantasía, lo correcto y lo incorrecto, pero lo más importante es crear un espacio seguro y tranquilo para que ellos se sientan con la confianza de decir la verdad –su verdad, su perspectiva, su versión de la situación. Pequeñas mentirillas blancas, como exagerar, pueden ser ignoradas. En realidad no lastiman a nadie y el niño solo quiere ser visto. Cuando las mentiras implican un poco más que la simple fantasía, es importante empezar a distinguir el cuento de la realidad. Le puedes decir algo así: “En nuestra familia decimos la verdad, ¿quieres volver a intentar contar tu narración?” O “¿Eso pasó de verdad o es una historia?” Cuando las mentiras vienen del miedo a meterse en problemas, recibir un castigo o un regaño, podemos decir algo así: “Mmmh, eso no suena bien a mi, me gustaría que fueras honesto. Prometo que no te meterás en problemas si me dices la verdad.” En los niños, decir mentiras es normal, pero es nuestro trabajo: 1) Ponernos el traje de detectives y entender bien por qué lo están haciendo y hacer los cambios correspondientes. 2) Reforzar la honestidad como un valor de nuestra familia. 3) Acercarnos más a ellos. Recuerda que el Apego Seguro es lo más importante. Definitivamente, preferimos que nos digan la verdad y que se acerquen a nosotros, ahorita en las pequeñas cosas si… y, cuando sean adolescentes, con temas más importantes e íntimos también. Pero no nos contarán nada si saben que los castigaremos. En este sentido, el castigo es negociable. La verdad y el Apego, no. Explícales que la honestidad es un principio No Negociable. Que decir la verdad en nuestra familia es Muy Importante y, como siempre, asegúrate de ser un buen modelo a seguir… y no seas de los adultos que mienten 1 o 2 veces al día. Ellos se dan cuenta ¡de todo! Las Personas Altamente Sensibles tenemos un cerebro con un cableado diferente orientado hacia la sobrevivencia. Estoy segura –aunque no tengo pruebas– de que cuando empezaron a aventar la basura al mar, un HSP dijo, “…pero esa es una muy mala idea, ¿qué vamos a hacer cuando el mar se llene de basura?” …y el otro 80% se rieron de él. Bueno… hubieran escuchado. El fin de semana pasado estaba con mi hijo en el centro comercial… gracias a una amiga conocedora del tema, ahora sé que el 99.99% de la ropa que traen a mi país, o contamina al planeta (con las telas, los tintes y el desperdicio de tela), o no le pagan bien a sus trabajadores (incluso hay trata y abuso detrás de la ropa más fina y cara… y de la barata también) o son crueles con los animales (los productos de piel como las bolsas, los zapatos, etc.). Y que cada centavo que gastemos en esas empresas es apoyar a esa mal praxis. Ese día le tenía que comprar algo a mi hijo y me sentía fatal entrando a las tiendas de moda rápida que son las peores de todas. Caminamos todo el centro comercial y no encontramos lo que necesitábamos. Luego fuimos al restaurante que mi hijo felizmente eligió, una cadena trasnacional, que estoy segura que no usa comida orgánica, ni vacas felices, ni pan de masa madre. Sino todo lo contrario. Pedí un pescado con brócoli al vapor –si, también me sentí culpable por ser tan cruel con mi paladar, pero era lo único amigable con mi talla de ropa. Luego nos subimos a mi coche que usa gasolina, sobre una calle de asfalto cero amigable con… nada ni nadie. Como no encontramos lo que necesitamos, me metí a comprar sus camisas en linea en una tienda orgánica, de algodón orgánico, los precios estaban bastante decentes… claro que, me los van a enviar por paquetería y eso es gasolina y contaminación y blah, blah… Días como aquel, me hacen reflexionar cómo es que hemos hecho todo mal, como humanidad. Me hacen sentir con culpa todo el tiempo, he dejado de disfrutar las cosas y las experiencias… y tampoco esta bien. Tal es mi crisis que quiero cambiar al mundo, pero no sé cómo empezar. Y, honestamente, no me toca. Al menos no a mi sola. Necesito de tu apoyo para empezar a hacer un cambio significativo. ¿Qué sí podemos hacer? Cada decisión que tomamos es un indicativo para las grandes empresas. Si apoyamos a tiendas sustentables, responsables a nivel social y ecológico, y también, conscientes con los animalitos… cada dólar que gasto, es una flecha de “por aquí”. Hace años la yoga no existía en este lado del planeta y ahora es una industria millonaria, porque la gente lo pidió. Lo mismo sucede con la comida orgánica y de comercio justo. Y ahora el movimiento hacia la ropa sustentable y de salarios justos viene con mucha fuerza. Nosotros, las Personas Altamente Sensibles, claro que por empatía solemos voltear la cara al otro lado porque nos duele. Voy de acuerdo, no veamos los videos, no necesitamos hacerlo. Ya con saber lo que sucede, se nos revuelve la panza. Al mismo tiempo, estamos programados para la sobrevivencia. Hagamos consciencia de ello y, te invito a programar acciones y gastos hacia las empresas que hacen un esfuerzo extra para salvarnos como especie y como planeta. Comercios locales que luchan no solo por salir adelante, sino también por aportar su granito de arena hacia un mundo mejor. Claro, no siempre se puede o no en totalidad. También hay momentos en que debemos soltar y ni modo. Al mismo tiempo, haciendo este esfuerzo, iremos cambiando las cosas poco a poco. Vivir en consciencia no hace nuestra vida diaria más fácil. Pero el saber que apoyas el lado correcto de la balanza, que aportas hacia la vida, vale la pena el esfuerzo extra… y podremos dormir con la consciencia más tranquila de darle un mundo mejor a nuestros hijos y nietos. Cuando los niños lloran aparentemente “de la nada” El miércoles llegó mi hijo llorando, peleando que necesitaba ayuda con su tarea. Era matemáticas y puede hacerla con mucha facilidad (eso definitivamente ¡no lo heredó de mi!), sin embargo ese día, no daba una. Las cosas más simples se le atoraban en la cabeza y yo le decía, “…pero si tú ¡ya lo sabes!”. Nos costó un poco de trabajo saber a qué se debía tanto pleito y tanta desesperación hasta que él dijo, “El problema es que es hoy. ¡Hoy no puedo hacerla!” Lo acompañé, lo ayudé a pensar, hicimos la tarea juntos –yo no hice nada, en realidad sólo le hice las preguntas para que él lo resolviera. Parecía que habíamos pasado la tormenta. Peeeeero… al rato se apareció con otro pretexto para llorar. Después de escucharlo… (suspiro)… me dijo argumentos largos y razones que no venían al caso, le pregunté, “¿Tuviste un día difícil en la escuela?” “No.” respondió extrañado ante mi pregunta. “Okey, entonces eso no fue,” pensé. Decidimos no ir a la natación, decidimos quedarnos en casa a jugar, a construir bloques y hacer una batalla épica de buenos contra malos. Un rato después, me cayó el veinte. ¡PLIN! ¡Cambió el horario el domingo!… (que, en realidad me parece un crimen… ¿Cuántos artículos he escrito sobre mi odio al cambio de horario?) … el lunes los niños –todos– llegaron tarde al cole. Mi hijo anduvo como en cámara lenta toda la tarde. El martes traía dolor de cabeza, y yo lo forcé a ir a su terapia (para la dislexia) porque no puedo cancelar sin previo aviso. Y, como cereza del pastel, el miércoles que fue el primer día que se levantó de noche para llegar a tiempo, las funciones ejecutivas de su cerebro estaban en corto circuito. Y, como cereza en el pastel, el jueves amaneció mal de su pancita. Y ya decidí no llevarlo al cole y tener un día de pijama, juego y siestas. Es decir, Cuatro días después del cambio de horario seguíamos teniendo efectos secundarios… 1) lento 2) dolor de cabeza 3) funciones ejecutivas neuronales en huelga 4) diarrea Y en todos los días, necesitaba encontrar razones para llorar, gritar, pelear y desahogar su Sistema Nervioso Central. Este es solo un ejemplo de cómo funcionamos las Personas Altamente Sensibles. Algo que sucedió hace tres o cuatro días (o, en algunos casos, semanas) nos sigue trayendo efectos secundarios. Especialmente si no hacemos caso o no tomamos medidas preventivas. Posiblemente me hubiera ahorrado todo lo de esa semana si no lo hubiera forzado a hacer sus “obligaciones”. Muchas veces suponemos que con dormir en la noche es suficiente… y no lo es. Esto del cambio de horario es solo un ejemplo, lo del llanto de “la nada” es un indicativo de que algo no esta bien, que se sobresaturó y que hay necesidades importantes por cubrir. Es necesario permitir que se exprese, que llore y que se desahogue. El reto es, – tener la paciencia para aguantar la tormenta emocional – echarnos el viaje hacia atrás y encontrar la razón – dar el apoyo y la contención que necesitan para el desbordamiento – hablar con ellos, validando y apoyando – y, para la próxima –si es posible– tomar medidas preventivas. “Esto del cambio de horario nos afecta un montón, vamos a dormirnos temprano para que no te afecte tanto mañana, ¿te parece bien?” O “Pasamos demasiado tiempo en la fiesta y estás saturado. Ven, vámonos a casa a un espacio tranquilo. Mientras manejo ¿quieres música o no?” O “Ha sido una semana pesada. Pasaron muchas cosas y traemos las emociones por todos lados. ¿Necesitas llorar? Aquí te acompaño.” Es decir, validamos la experiencia y redirigimos con posibles soluciones. Son los detalles lo que hacen la diferencia. Sentía que le estaba haciendo trampa a la vida. Como cuando vas a hacer algo súper travieso a las espaldas de mamá y estás esperando que no te voltee a ver justo a media movida. Así. Mi papá me llamó “loca” toda mi vida. Bueno, pues puedo usar esa “locura” para buenas ideas. Contexto #1 Mi esposo se fue de viaje de negocios. Me había estado tentando con la idea de acompañarlo y a la mera hora no se pudo. Yo me quedé con el ññggghhhñññ atorado en la garganta. Contexto #2 Tengo un miedo irracional a perderme. Siento que desvanezco en el aire. Cada vez que me extravío en la calle entro en pánico, sudo frio, hiperventilo y… me pongo muy muy mal. Ya lo estoy trabajando. Pero, en el mientras, no me siento cómoda como para agarrar mi coche y tomar carretera. Además tenemos 39,485,293 cosas que hacer y no podía irme mucho tiempo. Contexto #3 Yo quería eso: la experiencia de hotel. El aroma del hotel. Dejar de cocinar. El pedir Servicio a Cuartos, un Club Sandwich y ver una película equis que estén pasando en un canal equis. Levantarnos tarde, Sin la angustia de “el perro tiene hambre, pis, tengo ropa que doblar y platos que lavar y guardar”. Jugar y jugar y jugar con mi hijo. Sin ningún tipo de interrupción. Tiempo de Re–Conexión sin prisas ni culpas. Alberca. Crema para sol. Toallas que no me toquen lavar a mi. Camas que no me toquen tender a mi. Resolución Tomé mi coche, mi niño, dos pequeñas maletas con trajes de baño y nos hospede en un hotel local. Si. En medio de mi ciudad. Aaaaaahhhhhhh…. (Te lo súper recomiendo… ¡En serio!) Una mini–escapada. Una noche. Una súper adaptación a las circunstancias que sí son reales. Fue Lo Máximo. Mi hijo fue El Más Feliz (con ganas de más, obviamente). Una noche después de todo lo anterior, salimos súper relajados, llenos de endorfinas, oxitocina y puras cosas buenas, sanas y lindas. Con la enorme ventaja de que el viaje de regreso no nos agotó –porque típico, el avión, el relajo, el aeropuerto, la desvelada… regresas a casa tan estresado y cansado que necesitas otras vacaciones. Lo más curioso fue que después de todo, empecé a ver a mi ciudad de una manera diferente. Los árboles, los pajaritos, las calles… todo cambió para mi: sí me puedo relajar en mi propia ciudad. Finalmente, solo tenemos el momento presente. Los niños crecen demasiado rápido. Solo tenemos una oportunidad. ¡Hay que aprovecharla! Es importante permitir que – durante el tiempo correspondiente – vivan la tristeza. Cuando tratamos de distraerlos, componer la situación o prevenir su tristeza, no funciona. Generalmente resulta en un berrinche cuatro veces mayor, o en un “misterioso” aumento de sus alergias o dolores de pancita. ¿Qué si podemos hacer? En lugar de distraer: “No llores, no pasa nada. ¿Te parece bien si vamos por un helado, para que ya no llores?” Mejor, muestra empatía: “Sé que esto es súper difícil para ti. Estoy aquí si me necesitas.” En lugar de alejarlo porque su tristeza te hace sentir incómoda: “Ve a tu habitación y cuando dejes de llorar, vienes.” Mejor normaliza a la tristeza: “Esta bien sentirse triste. Todos la sentimos a veces.” En lugar de ser positivo tóxico: “Mejor, piensa en algo feliz.” Mejor sugiere una estrategia para trascenderla: “¿Quieres hablar o escribir sobre lo que sientes?” En lugar de hacerlo sentir roto: “¡Ay ya! ¡Deja de llorar! ¿Qué te pasa?” Mejor escúchalo: “Aquí estoy para ti si quieres hablar o si necesitas un abrazo.” Cuando empujamos los sentimientos incómodos a un lado, enseñamos a los niños a: – embotellar sus sentimientos lo que resulta en explosiones intensas después. – prevenir aprendizaje emocional – detener la sanación emocional – enfermarse físicamente En cambio cuando abrazamos sus emociones tal y como vienen, enseñamos a los niños a: – auto-calmarse – levantarse – salir adelante de heridas físicas y emocionales – resilencia y entereza Las emociones vienen y, si se lo permitimos, se van. A veces puede ser tan rápido como 3 minutos. Pero la única forma en que se vayan es a través de sentirlas. Es como si fueran un mensajero que no se retira hasta haber dejado su recado. Si no le hacemos caso, se quedará ahí “Hey, tú, oye, escucha, tengo algo que decirte, hey, hazme caso, oye, mírame…” Debemos enseñarle a nuestros hijos a quedarse ahí, escuchando. Sí, duele. Pero sólo unos momentos. Una vez entregado el mensaje, se va. Se trasciende. Y evoluciona. ¿Sientes que eso hace nuestro trabajo de padres más difícil? Bueno… yo mejor pienso que lo hace más completo. En donde estamos forjando a personas completas e íntegras. ¿Porqué es importante permitir que los hijos vivan las consecuencias de sus acciones? Si se le olvida el lunch, permitir que pase hambre. Si se le olvida el suéter, permitir que pase frío. Si se le olvida hacer la tarea, permitir que la maestra la regañe. Si decide pasarse un semáforo en rojo, permitir que ella pague los daños con su dinero. ¿Para qué? Para que piense cómo se va a sacar del lío. Para que se aprenda a parar en sus dos pies. Para que sepa que su vida la va a vivir ella. Y nadie más. Para que sepa que las consecuencias de sus acciones son de ella. Y de nadie más. Para que se la piense bien antes de cometer una burrada. Para que sepa que sí puede. Para que sea resilente, responsable, íntegra, fuerte. Para que salga adelante con la frente en alto. La vida es mucho más dura de lo que somos nosotros. Permite que ensaye en un espacio seguro cómo es eso de caer y volverse a levantar. Para que cuando la vida la tumbe, porque la tumbará más de una vez, que ella sepa que siempre se puede volver a levantar. Abrir las puertas de las consecuencias naturales, en realidad, es un acto de amor. ¿Porqué los hijos insisten tantas veces? Básicamente, están conociendo nuestro estilo de parentalidad. Cuando somos Autoritarios, los niños descubren que en todo hay limites y que NO SE MUEVEN. Aunque sea una emergencia, aunque duela, aunque llore… No.Se.Mueven. Los niños aprenden eso. Y rápido, dejan de intentarlo. La pared es tan grande que se dan por vencidos. Cuando somos Permisivos, los niños descubren que los limites NO EXISTEN. Aunque sea malo, incorrecto, indebido y dañino para ellos y/o los demás. Los niños aprenden también que, no vale la pena. Todo se da fácil y rápido. Pagan un precio en la creatividad, la iniciativa, la paciencia… se dedican a estirar la mano y ya. Cuando somos Ausentes, los niños se sienten invisibles y buscan por donde sea –literal– un espacio, una familia con quien pertenecer, ser vistos y valorados. Así sea una pandilla, una secta… o cualquier otra relación tóxica. Finalmente no importa, porque “yo no valgo nada”. Cuando somos Autoritativos, los niños aprenden que su voz vale y la ejercen ¡vaya que si! Aprenden que sus emociones son reales y hay que gestionarlas. Aprenden que sus anhelos y sus metas son alcanzables, que sus relaciones de familia y amigos son respetuosas y reales. Entienden que su corazón y felicidad es Lo Más Importante. Pero mientras llegan a estas conclusiones, mientras entienden nuestro tipo de parentalidad, van a estar haciendo un montón de pruebas. “…y si le digo esto a mamá?” “No… mala idea…” “…y si mejor hago esto otro…?” “Mmmh… no funcionó como yo quería…” “¿…y si repruebo matemáticas?” “Oh, cielos ¡eso fue una idea fatal!” “¿…y si…?” Casi como carritos chocones. Y mientras nosotros con la cabeza apunto de estallar, “¡Cuántas veces te tengo que decir que nooooo, que no puedes comer 50 galletas!” “¡Cuántas veces te he pedido que eches tu ropa sucia al cesto?” “¿De verdad crees que te llevaré al cine con tus amigos si no haz hecho tus deberes?” “Puedo entender tu punto de vista, esta bien si estás enojado, mi respuesta sigue siendo ’no’.” “¿Cuántas veces he respondido a tu pregunta? ¿Y qué crees que te diré otra vez?” “Tienes (x) problema, ¿cómo lo vas a resolver? ¡Yo no lo voy a hacer por ti! Tú te metiste en esta. Sé que tienes la capacidad para sacarte adelante. Aquí estoy para acompañarte y apoyarte así que dime, ¿cuáles ideas tienes?” Su insistencia es Mucha. Porque están buscando, sí apoyo, sí ayuda, sí una manera de entender esto que se llama vida. Y nosotros debemos de enseñarles cómo se juega. Nuestra firmeza, basada en principios éticos, debe ser igual de firme. No se trata de imponer reglas inamovibles. Ni de ser crueles. Ni de gritar. Ni de perder la paciencia. Sino de entender quién es nuestro hijo, qué tipo de parentalidad ejercemos y cómo le ayudará esto para salir adelante en la vida. Porque ese es nuestro trabajo: los estamos preparando para la vida. Y la vida tiene consecuencias. Y nos enseña que no siempre podemos tener lo que queremos. Y eso duele. Y nos frustra. Y nos podemos quedar tirados. O nos podemos levantar. Es importante ser firmes en lo No Negociable para enseñarles a ser resilentes y salir adelante a pesar de lo que no nos gusta. Y si eso implica repetir lo mismo 59 veces… bueno, pues ¡lo hacemos! Recuerda que tu hijo no es una mala persona. Esta aprendiendo. Y nuestro trabajo es encauzar toda esa fortaleza e inteligencia que tienen hacia una meta más grande. Reflexiones tras una sesión de fotos Era obligatorio: todas debíamos ir. Así que…pues… fui.Cara lavada, zapatos planos y cómodos, ropa deportiva… ¡mis fachas habituales! En cuanto me sentaron en la silla, me sentí incómoda ante la cercanía de la maquillista.“¿Cómo quiere su maquillaje?”“Natural, por favor. “ ¡Claro! Soy Altamente sensible, “puedes ponerme UNA capa de maquillaje delgadita pero que no se note,” le dije. Empecé a escuchar un “ggghhh ghhhh gggghhh… ““¡Ey! ¡Espera un segundo!! ¡¡¡¿¿¿Me estás rasurando las cejassss???!!!” “Nunca en la vida me habían hecho semejante atrocidad”, pensé eso antes de saber que me iban a poner pestañas postizas. ¿Qué? ¿Queeé?“¡¡¿Oye pero ese pegamento se quitaaa?!!”¡¡Ya entendí por qué las modelos parpadean despacio!! ¡¡No es por sensualidad sino por 8 kilos de peso!!Y por si fuera poco, en los ojos, además de colores muy vivos –naranjas y rosas– me puso brillantina … y todo esto, ¿cómo es natural? Y mientras el jaloneo de la que me estaba peinando. Ya me dolía el cuello. En fin… Cuando me vi en el espejo, No Lo Podía Creer. “¿¿¿Esa soy yoooo???” Y entré en una crisis existencial. Mi mamá toda la vida temió que yo fuera una niña creída, payasa, y negó mi alegría y mi belleza sistemáticamente. Mi mamá siguió todas las reglas de la sociedad. En su libro Regena Thomashauer dice que las mujeres en especial, (los varones también, pero a menor grado) tenemos miedo de hablar sobre nuestros logros y nuestra felicidad por miedo a que los demás no lo puedan tolerar. Hemos sido educadas a ser:HumildesCalladasGenerosasNo egoístasA agacharnos ante los demás. Entonces si algo lindo nos pasa, por evitar el dolor de la otra persona, exponemos todo lo malo “si, me fui a la playa pero hacía un calor horrible”, “si, está guapo mi hijo pero ¡vieras que lata da!”Es como si huyéramos de la felicidad y el placer por la falsa creencia de que esto va a generar rechazo y abandono. En mi caso, con mi mamá así era: rechazo, criticas y, tal vez no abandono, pero si una buena espalda. Si a toda la educación social, le agregamos la Alta Sensibilidad, en la cual sentimos adentro de nosotros la incomodidad de los demás… si una persona normal se agacha, nosotros nos enterramos. Durante muchos años tuve a una amiga que era feliz cuando yo le contaba mis desgracias. Hasta que me di cuenta y dije, “¡Ey! ¡Momento! ¡Esta “amiga” apesta! Creo que merezco a alguien que goce mis éxitos y me acompañe durante mis bajones, no al revés.” Ya no le hablo, por supuesto. El día de la sesión de fotos, cuando me vi en el espejo fue crisis absoluta… no sabía cómo enfrentarlo… no sabia si hablar de ello o no… ¿debería ser humilde? ¿Debería quejarme? ¿Debería abrazarlo? Debería gritarlo al viento “¡mírame! ¡¡Esa soy yoooo!!” Me veía tan distinta que también pensé, “No me van a querer entregar a mi hijo en la escuela, me van a decir, ¡¿usted quién es?!”La pregunta de fondo fue: ¿puedo ser ESA mujer? ¿Me puedo enamorar de esta versión de mi? Las fotos ahí están. Impresionantes. Se ven mis arrugas, mis ojos cansados y tristes tras una sonrisa gigante, me veo atrevida, valiente, rota y vuelto a pegar con chapa de oro… Las quince capas de maquillaje no me disfrazan, sino que resaltan mi viaje. Sip. Esa soy yo. Lo que podría parecer un ejercicio de vanidad, termina siendo un abrazo a mi Ser, a mi trayectoria. Esa mujer que se ha caído de bruces más de una vez y que se ha levantado a base de pura voluntad y necedad. Mi invitación aquí es… queridas guapuras, madres HSP:date el permiso a Ser Esa Mujer: Cabrona, Valiente, Irreductible y Hermosa. ¡Dale este mismo permiso a tus hijos! Rodéate de personas que no solo no te aplasten, sino que festejen tus logros como si fueran propios, que gocen tu felicidad y tu brillo 🔅 La próxima vez que veas una foto tuya date nuevos permisos. Permiso a amarte tal cuál eres… permiso a aceptar tu belleza tal cuál es… permiso a ser tú… permiso a brillar… permiso a amar tu trayectoria, todo lo que te trajo hasta aquí… a ser una mujer chingona… a pararte derecha, alta y sin pedir perdón… permiso para triunfar, a ser sumamente exitosa (lo que sea “éxito” para ti)… y permiso para pintar finger a quien no le guste… Porque ese mujerón que ves ahí, eso eres. Y la vida te ama. TAREA: La próxima vez que veas una foto tuya, pregúntate, “¿puedo ser está chingona mujer?”Siiii!!!!Ya lo eres!!(Con todas tus cejas!) ¿Cuándo dormirá mi hijo en su habitación? La famosísima técnica de dejarlos llorar hasta que aprendan, según Estivill es muy efectiva. Pero Carlos Gonzáles en su libro Bésame Mucho desacredita, punto a punto, sus “beneficios”. Posiblemente en la desesperación y el agotamiento de las desveladas, las ideas absurdas de Estivill nos parezcan más cómodas, pero tu hijo pagará un precio muy alto. Efectivamente, aprenden a dormir solos. De ahí a que sea bueno para ellos, es otra cosa. ¿Porqué no es bueno para ellos? Básicamente porque llegan a la conclusión de que, “¿Para qué sigo llorando? No soy lo suficientemente importante como para que alguien venga por mi.” Apagan sus necesidades emocionales y de conexión y, cuando son adultos, tienen problemas con su pareja e hijos pues siguen sin saber cómo conectar ni cómo pedir lo que necesitan. ¡Es más! Ni siquiera se sienten con el derecho de hacerlo pues cuando lo hicieron, nadie les hizo caso. En mi práctica de Coach Parental, te puedo decir que el colecho es uno de los secretos más grandes de las familias, lo siguen practicando a pesar de las recomendaciones del pediatra, psicólogos, maestros y familiares… lo siguen practicando porque intuyen que es lo natural para el cerebro humano. Si me doy cuenta que estoy tocando un tema bastante controversial. Pero… veamos qué nos dice la historia. Desde el inicio de los tiempos las familias dormían juntas, en la misma cueva. Dejar a los bebés en la cueva de a lado era garantía de que los niños no iban a amanecer tras las huellas del algún depredador hambriento. Seguro. 100% garantizado. Cientos de años después, cuando el humano ya hacía sus casitas, hacían solo un iglú, hacían solo una choza, una teepee … nunca se les ocurrió mandar a los chiquillos a su propio iglú y arriesgarlos a la congelación. Que era segura. 100% garantizada. La idea de enviar a los niños a su habitación es un invento moderno… y como muchos inventos modernos, va en contra de la naturaleza. El cerebro humano esta programado para sobrevivir. Cuando dejamos a un bebé solo, inmediatamente llora. ¿Porqué? Pues por que su cerebro sabe que sin ti, no sobrevive. No es que te esté “tomando la medida” ni nada de esas cosas que nos dicen las abuelas. Esto es 100% cerebro reptiliano. 100% sobrevivencia. Los niños nos necesitan y su cerebro lo sabe. Si bueno, todo es muy lindo, pero… ¿cuándo se irá a su cuarto? Pues cuando se sienta seguro. Cuando aprenda que en su casa no hay leones. Que se puede dormir tranquilo porque aunque papá y mamá estén en otra habitación, siguen al pendiente de él. Y cuando se sienta lista para irse a su cuarto. Cada niño es diferente. De la misma forma que cada flor florece cuando esta lista. De nada sirve dejarla llorando, gritarle y castigarla para que lo haga antes. Es más, seguramente tras nuestros gritos, se hará toda fea. Los niños Altamente Sensibles, si lo recuerdas, tienen un cableado especial que velará aún más por su sobrevivencia. Por lo tanto sus miedos son aún mayores, sienten más la inseguridad y necesitan más tiempo en el cuarto de sus papás. TIPS PARA INICIAR LA TRANSICIÓN A SU RECÁMARA 1) Decora el cuarto a SU gusto. Que ella decida de qué color quiere las paredes, cuáles muebles, cuál decoración. Si quiere un unicornio pintado en la pared hazlo. Es SU espacio. 2) Váyanse en las tardes a jugar ahí. Que se sienta a salvo en ese espacio. 3) Pongan un sofá para leer ahí Y úsenlo para leer (no como extensión del clóset) 3) Hagan pijamadas Toda la familia puede dormir en el cuarto del unicornio, los fines de semana por ejemplo. También puede ser con los primos si esta dispuesto a dormir sola con ellos –porque a veces quieren invitar a los primos, pero dejarlos allá solos e irse a dormir con mamá 😉 4) Cuando ya se sienta casi listo, puede intentar dormir con el perro o gato… o todos sus peluches si no tienes mascotas. 5) A veces también funciona que los hermanitos duerman juntos. El mayor y el toddler ya se sienten seguros y acompañados. No te desesperes, el momento llegará. Que ya se siente seguro. O que ya no aguanta los ronquidos de papá. O que ya quiere su espacio. O simplemente por que ya esta listo. También es importante recalcar que cada familia, cada persona, cada hijo es diferente. Es posible que uno se tarde algunos días y el otro, años. Lo que funciona para uno tal vez no te funcione para otro. Lo que buscamos es que se sienta emocionalmente a salvo para poder dormir tranquilo toda la noche. Porque si esta asustado, no podrá dormir bien y andará del peor humor durante el día. A la larga, pues se dañará el apego, que si ya tomaste el curso de Disciplina Sin Lágrimas sabes porqué es Lo Más Importante de nuestro trabajo parental. En cambio cuando nos esperamos a que se sienta seguro y sólido desde adentro, entonces cuando lo haga ya será desde unos cimientos inquebrantables. La ciencia ha demostrado una y otra vez que los niños necesitan su tiempo para sentirse seguros y que si nosotros estamos ahí para darles tiempo y seguridad, se harán independientes –en su momento– sin dudas ni miedos. L. R. Knost dice, “Los niños no aprenden a ser independientes, se hacen independientes. Y lo hacen naturalmente en su propio tiempo, al igual que cuando gatean y hablan en su propio tiempo. La manera más simple y más efectiva es, irónicamente, atendiendo a las necesidades de apego de los niños. La confianza, el sentirse seguros, es lo que libera a los niños a crecer, explorar y crecer y no la independencia forzada ni los apegos rotos.” ¿Vale la pena el esfuerzo extra? En mi opinión, ¡claro que sí! La Alta Sensibilidad y la Indecisión. ¿Es normal? Si. ¿Es parte del rasgo? Si. Pero, ¿porquéeeee? Pues… porque… ¿recuerdas cuál es la primer característica del rasgo? Profundidad de análisis. Es decir que analizamos con detalle prácticamente todo. Lo que nos dijo la tía Choco en Navidad, el comentario “al azar” del primo en Semana Santa, la “pequeña observación” de la suegra en las vacaciones de verano… y las consecuencias de esos comentarios. “¿…y si sí es cierto? ¿De verdad mis hijos me manipulan o es que los escucho y tomo en cuenta sus puntos de vista? Pero entonces, ¿qué hago? Cuando esté frente a ella, ignoro a mis hijos para que no tenga nada que comentar. Pero entonces mis hijos se van a confundir. Pero entonces… y si mejor hago “x”, pero entonces… No, no, mejor hago “y”, pero entonces…” 3 de la madrugada y la cabeza no para de dar ideas, sugerencias, consecuencias y otro plan. O cuando vamos a un restaurante y nos ponemos a pensar qué queremos de comer y nos imaginamos cada uno de los sabores que vienen en el menú, a ver si traemos antojo de dulce, agridulce, salado, carne, pescado, pero ¿y la dieta? Mejor una ensalada, no no, para comer lechugas mejor en mi casa … y mientras el mesero desesperado a punto de arrancarnos la cabeza. ¿Te suena conocido? Y a los niños Altamente Sensibles… y a nuestra pareja si es HSP (por sus siglas en inglés)… les pasa igual. Y a veces tomar una decisión “rápida” en familia puede poner a reto la paciencia de cualquiera. Las Personas Altamente Sensibles analizan profundamente cualquier consecuencia. Tomar una decisión, sabiendo lo importante que es, nos resulta un poco complicado y tardado. A veces para no desesperar a los demás, terminamos haciendo lo mismo: Acabamos pidiendo el mismo platillo de siempre en el restaurante. O usando la misma camisa todos los jueves. Para ya no pensar en detalles abrumantes, “mas vale viejo por conocido…” A veces también los niños se muestran como indecisos, porque todavía no están seguros de qué y cuánto pueden tolerar. Por ejemplo cuando están en pleno berrinche, que no pueden decidir si te quieren cerca o no. A veces nosotros somos más estímulo y ya no pueden con nada mas… pero tampoco quieren quedarse solos. Puede ser bastante confuso. Pero si te fijas, esto de pensar en las consecuencias es algo bueno. ¿Qué hubiera pasado si hubieran pensando en no aventar basura al mar hace 50 años? ¿En no dejar que el conductor designado manejara si traía varias copas de mas? ¿Puedo con la idea de tener al novio encima o mejor lo alejo un poco? Entonces, sonríele al mesero, pídele unos minutos más para decidir y deja que tus hijos sigan pensando en las consecuencias de sus acciones. Es un hábito muy MUY bueno. (…y a la tía, el primo y la suegra, ignóralos. Tú sabes lo que haces 😉 Ahora, si ya te has dado cuenta que la indecisión te esta paralizando en un momento importante de tu vida, porque ya lo has pensado tanto –y ya llegaste siempre a los peores consecuencias del siglo– es momento de… ¡ALTO! La mente es como un chango loco que brinca de una rama a otra, de un tema a otro y no se esta en paz. Las Personas Altamente Sensibles solemos sufrir de esto y luego no sabemos cómo detenerla. ¿Qué podemos hacer en esos casos? Ahí es cuando sacamos todo el arsenal de herramientas de Mindfullness: Meditación. Yoga. Tai Chi. Pintar. Cantar. Bailar. Hacer ejercicio. ¿Porqué funciona? Porque la mente se concentra en lo que hace el cuerpo –o en el mantra, en el caso de la meditación– y eventualmente, se aquieta. Cuando la mente está en paz, es cuando puede entrar la sabiduría de la intuición. “No esta mal tomar una mala decisión, lo que esta mal es dejar de decidir”, escuché en algún lado. Y me pareció muy sabio. Sigue a tu intuición, sigue decidiendo y síguete moviendo. Como sea, siempre se puede corregir a lo largo del camino. 10 frases que solo las Personas Altamente Sensibles comprenderán 1) “Me gusta la rutina. Hasta que me aburro, entonces me gusta lo emocionante. Hasta que me sobresaturo, entonces me gusta la rutina.” 2) “Soy toda: `mira el cielo, mira a la luna, mira al atardecer, me quedo en el coche hasta que acabe la canción`…” 3) “Una Persona (o hijo) Altamente Sensible puede escuchar lo que no estás diciendo.” 4) “Ser Altamente Sensible no te hace ser una carga. Te hace sumamente complejo, finamente sincronizado y profundamente conectado al mundo que te rodea. La Sensibilidad es hermosa.” 5) “No eres un desastre. Eres una persona que siente profundamente en un mundo desastroso.” 6) “Vine, vi, sentí la energía. Me fui.” 7) “Necesito un día entre cada día para recuperarme del anterior y prepararme para el día que viene.” 8) “Siempre me arrepiento de los planes que hago durante mis 5 minutos de “Modo Extrovertido”.” 9) “¿Haz conocido a alguien que sea un sol brillante en forma humana?” 10) “¿Podríamos dejar de asumir que ruidoso es fuerte y silencioso es débil?” (Frases traducidas de @ highlysensitive_person) Qué hacer cuando los niños dicen, “¡¡NO QUIERO IR A LA ESCUELA!!” El delicado balance entre crear un “ni-ni” (que ni estudia ni trabaja) y una persona que escucha a su cuerpo. Es muy común aun los lunes a las 7 am, escuchemos ese llanto, “Pero, ¿porqué tengo que ir? ¡Es horrible! ¡Estoy perdiendo mi tiempo! ¡No aprendo nada! ¡Odio a las maestras! ¡Odioooo la escuelaaaaa! ¡No quiero ir!” Nuestra mente inmediatamente se va a lo que nos decían nuestros padres, “Es tu única obligación. Tienes que ir. Porque si. Porque te aguantas. Porque ya párate. Y si no te apuras, te voy a…” y lanzamos una torre de amenazas. ¿Cierto? Bueno… hay mejores respuestas. Teniendo Hijos Altamente Sensibles, ya sabemos que si están sobresaturados por el fin de semana anterior –especialmente si estuvo ligeramente ajetreado, ellos van a estar cansados. La mera idea de ir al cole hace que se sientan mal físicamente. Hay días que verdaderamente NO pueden. Y cuando es así, NO DEBEN. Pero, ¿cómo les enseñamos el delicado balance entre ser responsables con sus deberes y escuchar a su cuerpo? Podemos decir algo así, “Quiero que te escuches a ti mismo y descanses cuando lo necesitas. También, quiero que encuentres tu misión en la vida y enfoques toda tu energía y conocimiento en lograr eso. Todos los humanos debemos aprender a lograr el balance entre descansar y trabajar. Hay gente que solo trabaja todo el día y noche y fines de semana, que no saben descansar. Y hay que gente que solo descansa y no sabe qué les gusta ni cuál es su misión. Para mí es muy importante que vayas al cole y también que juegues y goces tu vida. Voy a dejar la decisión en tus manos pues solo tú sabes cuán cansado estás. Tú puedes decidir entre quedarte en casa o ir al cole. Pero hay reglas: Si decides quedarte: No verás TV (en todo el día), ni ningún tipo de pantalla…no. De verdad, no. Ni un poquito. Además, cuando te sientas un poco mejor, tendrás que ayudar en casa, limpiando tu cuarto, acomodando cosas, doblando ropa o lavando platos. Y también haremos algo de matemáticas, lectura… tarea. Finalmente, no podrás comer nada de azúcar. Ni pan dulce, ni los caramelos de la fiesta de tu primo, nada. Si te sientes cansado es importante que permitas a tu organismo sentir su cansancio, reponerse y no obligarlo a obtener energía a base de azúcar o similares. Entonces, ¿qué vas a decidir?” Si se siente muy cansado, aceptará las reglas. Si no es para tanto, pues irá al cole. ¿Cómo puedo lograr que mi hijo haga la tarea? Cuando yo era niña, mi mamá se auto-prometió “nunca de los nuncas” sentarse a hacer la tarea conmigo. Y lo decía con mucho orgullo. Yo me recuerdo sentada en mi escritorio hoooooras haciéndome bolas sola con lo que parecía un mundo interminable e incomprensible de deberes. Veía a mis muñecas leeeeejos, leejos intocables e inalcanzables. Y también recuerdo que le creé personalidades a los números… y ninguno me caía bien. (El 3 era una niñita sangrona, el 6 era un payaso de fiesta y el 9 era como una directora de escuela vestida siempre de rojo tinto…) O sea… divagaba… ¡muchísimo! Ahora veo que mi hijo también divaga. Pierde la concentración con una rapidez impresionante –igual que yo. Si mi mamá hubiera sabido que el TDA existía, seguro me mal diagnosticaba con eso. No. Yo era una niña Altamente Sensible, Altamente Sobre-Saturada. Altamente Perdida. A la fecha no sé cómo logré sobrevivir el cole. Recordando cómo fui y viéndome reflejada en mi hijo estoy en la disyuntiva. ¿Le hago caso a mi madre de “nunca de los nuncas” sentarme con él? Pero si hago eso, jamás la va a hacer. La odia y con cualquier detalle, avienta el lápiz y ¡no lo vuelve a levantar! Si algo he confirmado una y otra y otra y otra vez como Coach Parental, es que los niños necesitan acompañamiento. Ayuda. No se trata de que yo le haga su tarea, que yo tome el lápiz y trace el margen porque solo a mi me queda bonito ¡no! ¡para nada! Y tampoco se trata de estar ahí de mala gana, con actitud de “Ash, escuincle mira que yo tengo tantas cosas que hacer… ¿qué quieres? ¡Qué lata das!” No. En lo absoluto. La atención y el amor se da a borbotones y de buenas, los límites se ponen en otras áreas. Es solo acompañarlo. En la misma habitación, él hace sus tareas y nosotros las nuestras. Él hace sus corajes y yo estoy ahí para cachar el lápiz. “¿En qué te atoraste? ¿Cómo te puedo ayudar?” Obviamente sí me quiere dar el lápiz, obviamente se lo rechazo. “La tarea es tuya, no mía. Yo estoy con mis obligaciones. Tú con las tuyas. Aquí te acompaño, si tienes cualquier duda, dime.” En momentos de crisis, debemos darles la contención, la concentración y la tenacidad que todavía les falta por desarrollar. Y la tarea es solo un pretexto para esa buena lección. ¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo nos pega? Nosotros nunca le hemos pegado a nuestro hijo, sin embargo, él si no ha soltado uno que otro manazo y es la peor experiencia del mundo. Nos saca de nuestras casillas de una manera inmediata. Y en un segundo toda la familia se encuentra en amygdala. Podemos intentar regañarlo, usar tiempos fuera, castigos, pedirle que golpee un cojín, explicarle por las buenas y por las malas… y la mayoría de las veces sale peor. Lo primero que debemos entender es que: nuestro hijo NO es mala persona. NO lo hace a propósito. Esta desesperado, esta sufriendo y no sabe qué otra cosa hacer. La experta parental Liat Hughes Joshi, sugiere que el primer paso es entender la razón de los golpes. Es decir ¿qué sucedió antes? ¿Qué hizo que el niño perdiera los cabales? ¿Está tomando un medicamento que lo hace agresivo? ¿Está enojado? ¿Esta sobre saturado? ¿Necesita llenar su cubeta del control? ¿…o de la atención? ¿Esta ansioso? ¿Cansado? ¿Necesita dormir o irse a un espacio en silencio? Entender qué le sucede te da la respuesta y, también, le ayudará a tu hijo a entender sus propias acciones. “Me pegaste porque ya estás cansado.”, “Me diste un manazo porque quieres mi atención. Te la puedo dar, pero necesito que me la pidas de otra forma, sin golpes.”, “Recuerda que puede pedirme todo lo que quieras, pero de manera amable.” Es importante platicar con él cuando este tranquilo, no durante el momento de crisis ni como parte de un castigo. Podemos decir algo así, “Me duele mucho cuando me pegas y estoy segura de que tu también estás harto de que te digamos que no lo debes hacer, podrías contarme ¿qué fue lo que pasó? ¿Crees que podamos platicar juntos maneras en las que puedas dejar de golpear?” Preguntarles soluciones siempre ayuda. Es llevarlos al cerebro Superior, es generar ideas en familia, es conexión, es creatividad, es atender un asunto… pura cosa buena. Otra manera magnífica de ayudarles a auto-regularse es a través del juego. Según Lawrence J. Cohen, PhD en su magnífico libro Playful Parenting, nos explica que lo que sucede es que el niño no se puede frenar. Cuando suelta golpes es porque tiene mucho miedo y/o emociones muy fuertes que no sabe cómo canalizar. Entonces, otro día –no en el momento de crisis– puedes jugar con tu hijo, establecer una conexión segura con él y empezar a trabajar maneras de frenarse. “Si, podemos jugar a las luchitas, pero sólo si es en la cama (o en un lugar seguro)”, “Si, me puedes dar de almohadazos, pero sólo si brincas en un solo pie y cantas una canción”. Jugar a las luchitas es una manera muy efectiva de hacer contacto físico con los niños, de establecer una conexión y de ayudarles a encauzar su fuerza. Si a lo anterior, le agregas el brincar en un solo pie y cantar, le estás enseñando a auto-regularse. ¡Si! ¿Te imaginas dar un almohadazo mientras cantas y haces equilibrio? No es tan fácil. Y requiere pensar antes de actuar, es decir, auto-regulación. Recuerda que la mente hace sus caminitos neuronales. Entre más practiques algo, más rápido se hace el camino. Digamos que la primera vez que haces algo es como entrar a una selva tupida. Cien veces después, ya es una carretera con puentes y túneles. Ensaya con tus hijos a base de juegos y preguntas y puedes tener muy bellos resultados. ¿Por qué pegan los niños? Hay muchas razones, pero en mi experiencia como Coach Parental, una de las más comunes es porque nosotros, los adultos, no escuchamos. Tengo dos ejemplos muy claros: Uno, La hija que se tiene que ir al trabajo, “Vete con tu abuelito”, la nena abrazada de la mamá con uñas y dientes, “Ándale que tengo prisa”, la niña no suelta y se empieza a quejar. El abuelito la toma entre brazos y la niña pega. Dos, El niño esta jugando y el pañalito ya huele. “Ven Mateo, vamos a cambiarte el pañal”. Mateo ignora al papá porque esta ocupado trabajando en su proyecto. “Ándale Mateo, ven.” Mateo siente el tacto de papá y dice, “No, papá…” y se regresa a su trabajo / juego. Papá carga a Mateo y el niño se escurre como espagueti hacia el piso para regresar a su trabajo. Papá lo vuelve a cargar, ahora más fuerte, Mateo suelta el manazo. Papá lo regaña, “¡Eso no Mateo! ¡No me pegues!” Lo sigue cargando forcejeando y Mateo le da un cabezazo. Los niños no tiene la capacidad neuronal para decir, “Espera papá, deja termino mi proyecto y luego hacemos lo que tú me pides” o “Mamá, en realidad me quiero quedar contigo.” Nos expresan sus necesidades y deseos con el llanto y la expresión corporal. Nosotros debemos volver a aprender a leer sus acciones que nos dicen, muy claramente lo que sus palabras aún no pueden decir. Si te fijas, los niños no están haciendo nada malo. Se están expresando y si nosotros continuamos de necios, ellos se empiezan a defender, dando tres advertencias previas: “Papá a la una” (se hace como espagueti resbaladizo) “Papá a las dos” (da un manazo) “Papá a las tres” (cabezazo) El reto es darnos cuenta y observar su expresión corporal ANTES de activar su amygdala. ¿Qué haríamos nosotros si alguien nos carga en contra de nuestra voluntad? ¿Qué haríamos nosotros si hemos sido ignorados tres veces? Tres Momentos al día que Realmente Importan. De todo el tiempo que estamos con nuestros niños, podríamos creer que lo más importante son las vacaciones familiares o una épica fiesta de cumpleaños. Por un lado, sí. Claro que ayuda. Pero los estudios han comprobado que lo que más contribuye al bien estar de los niños es la calidad en la convivencia diaria, un espacio en donde se sientan seguros para tener un desarrollo emocional sano y esto se puede reducir a Tres Momentos al día. Al despertar En lugar de: Despertarlos abruptamente y empezar a apresurarlos Mejor: “Vamos a quedarnos y despertar juntos por 3 minutos.” “Me encanta empezar mi día acurrucada contigo.” “¿Qué es lo que más te emociona de hoy?” “¿Recuerdas qué soñaste?” Al regresar del cole En lugar de: Encender la TV (o cualquier otra pantalla) O preguntar sobre su tarea O saludarlos de lejos Mejor: “¡Qué alegría me da verte! Cuéntame de la mejor parte de tu mañana.” “¿A qué quieres jugar?” “Te ves triste. Vamos a sentarnos y acurrúcanos por un minuto.” “¿Quieres comer algo y platicar las altas y bajas del día?” Antes de dormir: En lugar de: Decirles buenas noches y enviarlos solos en su cama O acobijarlos y salir de su habitación inmediatamente Mejor: “¿De qué estás agradecido hoy?” “Cuál fue la mejor parte de tu día?” “Me gustó cómo mostraste perseverancia hoy.” Cada familia es distinta, pero acomoda esto a como mejor te funcione. El objetivo es tener pequeños momentos de conexión, platicar sobre lo que tienen en mente, reír sobre algo chistoso que sucedió en el día de manera relajada. Son solo Tres Momentos que logran cambios inmensos en nuestros hijos. ¡Conecta con ellos de manera intencional, sin distracciones (celular) y veras las maravillas que pueden suceder! Cómo halagar a los niños Algunos de nosotros fuimos educados a base de puras críticas. En algún momento de la historia pensaron que eso nos haría fuertes y mejores. Científicamente se ha demostrado que, además de que no tiene ni un poquito de lógica, (¿qué nos hace pensar que tratar mal a las personas, los hará portarse bien?) finalmente, tampoco funciona. Como siguiente reacción, algunos papás y mamás, se fueron hacia el otro extremo: a súper halagar a sus hijos, “Eres súper listo / el mejor / el más rápido / todo lo puedes / siempre fuerte…” Y resulta, que ¡tampoco es el mejor acercamiento! ¿Lo hubieras creído? Decirle, “¡Eres súper listo!”, no es el mejor tipo de halago, porque: 1) Crea una identidad falsa en tu hijo y un conflicto interno porque él sabe que no es TAN listo, que comete errores y que a veces no sabe o no entiende nada. Como resultado, empiezan a evadir a los retos aterrorizados por no cometer errores y para no decepcionarnos. Como resultado, el miedo a fracasar se introduce en su vida; “¿…y si fallo? Eso significa que no soy listo. ¡Voy a decepcionar a todos!” 2) Genera una Mente Fija. La Mente Fija es la que cree que si una persona es exitosa es porque nació con esos dones y no porque se estuvo años practicando. Entonces los niños llegan a la falsa conclusión de que: “Si puedo hacer esto es por que soy listo. Peeeero…. como no puedo hacer esto, entonces seguramente soy tonto y debo dejar de intentarlo.” o “Me gusta, pero no es lo mío.” o “Tu puedes porque tienes la facilidad, en cambio yo, no.” La ciencia ha demostrado que la inteligencia no es fija. Se cultiva a través de las experiencias, los errores, la práctica y toda una serie de tropiezos que van conectando unas neuronas con otras hasta hacer de ese camino un río que fluye rápidamente, pero para eso se necesitan aaaaños. Es a través de muchos agotadores y devastadores intentos que empiezan a tener una Mente en Desarrollo y piensan, “No pude hacerlo… todavía. Puedo volver a intentarlo.” “Tal vez no tenga la facilidad, o tal vez es cuestión de práctica.” “No es cuestión de inteligencia. Nadie nace sabiendo.” Entonces para que lleguen a esa calidad de pensamientos y resilencia, ¿cómo podemos halagar a nuestros hijos? En lugar de: “¡Qué listo eres!” Mejor di: “Tu idea me parece muy buena. ¿Cómo aprendiste a hacer eso?” En lugar de: “Eres afortunado de ser tan inteligente.” Mejor di: “Buen trabajo, platícame, ¿cómo lo lograste? ¿Cuáles pasos tomaste?” En lugar de: “Eres el más abusado.” Mejor di: “Solucionaste este problema. Este fue un acercamiento interesante. ¿Cómo se te ocurrió?” Otras ideas: Cáchalo y halaga sus acciones cuando hagas cosas buenas, “Pusiste la toalla en su lugar, ¡muchas gracias!” Agradece cuando haga algo por ti, aunque todavía lo haga mal, “¿Lavaste los platos para ayudarme? ¡Me encanta que me ayudes! ¡Muchas gracias!” –Aunque después, a escondidas los tengas que volver a lavar bien tu. Es importante no corregirle la técnica, porque si no no lo volverá a hacer. Los expertos sí apoyan el acto de halagar a los niños porque les da una orientación de hacia dónde dirigirse, es un indicativo de “por dónde sí…” hacia dónde esta bien avanzar. Peeeero, como hemos visto, el tipo de retroalimentación, importa. Es decir, para ayudarlos a crecer, concéntrate en el proceso y sus acciones –en lugar de sus habilidades innatas. Eso le dará la seguridad para seguir intentándolo y convertir a eso que tanto le gusta, ¡ lo suyo ! 7 maneras para calmar a tu hijo a la hora de dormir El miedo de nuestros niños suele ser ignorado por los adultos, “No hay nada de qué temer, el monstruo del armario no existe, no tengas miedo, no pasa nada…” Pero esta negación además de que genera más ansiedad en los niños, genera desconexión. Los Hijos Altamente Sensibles suelen ser más propensos aún en generar miedos de “la nada”, porque su sistema nervioso diseñado para la sobre vivencia –no para darnos lata. A veces sucede que con solo mencionar “la hora de dormir” inicia El Drama Monumental. En otro artículo hablo sobre tips para las últimas horas del día. Si ves que lo que haces no esta funcionando, observa qué esta pasando y haz cambios correspondientes. No hay ningún escrito oficial que indique que los niños deban bañar, merendar y dormir. Pueden bañarse a media tarde, pueden intercambiar la cena por el baño si tienen demasiada hambre. Pueden hacer lo que sea que a ustedes les funcione. Cada familia es distinta y cada noche es diferente. La idea es que cuando lleguen a la camita ellos se sientan tranquilos como para poderse acurrucar y dormir. Aquí hay una lista de 7 maneras para hacer de esta hora, algo más placentero y amoroso para todos. 1)Escúchalos para que cualquier miedo que tengan puedan expresarlo en un lugar seguro. 2) Conecta los niños necesitan más conexión a la hora de dormir. Piensa en los actos amorosos que él tuvo en la familia durante el día, (actos de servicio, tacto gentil con hermanito por ejemplo, palabras de afirmación y positivas, tiempo de calidad, etc.) recuérdales todas esas cosas bellas que hicieron y analiza cómo puedes llenar su Cubeta de la Atención antes de dormir. 3) Platiquen sobre el siguiente punto de conexión –en lugar de separación.”Voy a venir a darte un beso.”, “Te veré en mis sueños”, “Mañana nos veremos para desayunar algo rico, ¿vale?” 4) Cuida tu tono de voz un tono suave suele calmar a los niños, para eso sirve el tiempo de lectura o una platica sobre el día. El objetivo es calmar su sistema nervioso central en un ambiente amoroso y tranquilo. 5) El olor de papá o mamá en una relación amorosa y segura, puede también bajar el estrés. Déjale un objeto o pieza de ropa que contenga tu olor. 6) Reflexiona en todo el proceso que lleva hacia la hora de dormir, no sólo el momento de llegar a la cama. ¿En qué momento empieza a sentir tu hijo el estrés? ¿Cómo puede ser tranquilizado? ¿Tienes sus cubetas bien llenas? ¿Han tenido suficiente movimiento durante el día? ¿Salieron a tomar el sol y el aire durante el día? ¿Hubo suficiente conexión durante el día? ¿Están llegando demasiado cansados y del peor humor? 7) Hagan un ritual Ritual es diferente que rutina. El ritual esta asociado con memorias positivas, cultura y sentido de pertenencia. Asegúrate de que tu familia tenga un Ritual de la Noche; algunos ejemplos pueden ser: escriban en un diario todo por lo que están agradecidos, “¿Cuál fue tu parte favorita del día?” un rezo, momentos de consciencia o un círculo para compartir. Cuando los niños se sienten amados, contenidos, protegidos y libres para expresarse y ser como son, pueden soltar el miedo y dormir profundamente. Qué hacer cuando los hijos se pelean por los juguetes Cuando los primos se pelean, es fácil porque salimos indefensa de nuestro crío sin dudarlo. Peeeero, cuando se trata de nuestros hijos, los dos (o tres, o cuatro) son nuestros, los amamos a todos… nos sentimos en una encrucijada. Honestamente no sabemos qué hacer. Algo importante es, como siempre, prevenir. Asegúrate que estén bien hidratados, sanamente alimentados, y si son Altamente Sensibles, bien descansados. Con su Taza de la Tolerancia en niveles óptimos. Algo que debemos entender es que para los adultos unas cosas significan algo… pero para los niños significan otra cosa completamente diferente. Un ejemplo, para los adultos el arrebatar es algo verdaderamente horrible y grosero. Para los niños pequeños, es parte del juego. Para los niños más grandes puede significar, “te ayudo” o “yo sé la respuesta”. Entonces, antes de llegar a conclusiones de lo que deben o no deben de hacer, es importante, cambiar nuestra perspectiva a una más amplia. A ese hermanito pequeño que tanto nos preocupa defender y proteger, no te estreses tanto, luego son los más aguerridos, justamente porque aprenden a establecer límites con el grande que se quiere pasar de listo, quienes, después llegan llorando, “¡Mamaaaaa Mateo me pegó!”, “Pues sí, entiendo que te duela, al mismo tiempo, quiero que recuerdes que tú le pegaste primero.” Aquí hay una lista de 7 herramientas efectivas para desactivar la bomba: 1) Que no comparta si no quiere Para los niños, sobre todo sus juguetes favoritos, los sienten como una extensión de su cuerpo. Es importante darles la autorización de no prestar si no quieren. Es muy importante que sepan decir que “no” y que sepan que su “no” es totalmente válido y hay que respetarlo. ¿Porqué? Porque, en unos años, queremos que ella sepa decirle “¡NO!” al novio con esa misma determinación que solía tener a los 2 añitos… ¿si o no? 2) Todos los juguetes son de todos Es cierto que los abuelos le regalan muñecas a la niña y carritos al niño y que suele haber una diferencia entre “lo tuyo y lo mío”, pero si queremos que haya menos pleitos, es una buena idea establecer que “una vez adentro, todos los juguetes son de todos…de mamá, de papá, del hermano, del perro… DE TODOS.” Esto también sirve para evitar temas de sexismo, que si los niños quieren jugar con muñecas, puedan. Y si las niñas quieren jugar con carritos, puedan. Una vez me contaron de una nena que ponía los carritos de su hermano a dormir, los ponía en su camita, con su colchita y les daba el besito de las buenas noches. Hermoso, ¿verdad? 3) Sportscasting Este concepto de Janet Lansbury es muy extraño, pero sí funciona. La idea es narrar las acciones de los niños como si estuvieras narrando un partido de football. “Julieta tiene el carrito, Mateo lo tomó de sus manos, a Julieta no le encantó la idea, Julieta realmente quiere el carro de vuelta…” Sin juzgar, ni apoyar, ni criticar. Palabras totalmente neutrales que narren objetivamente, lo que esta sucediendo. Tu suegra te va a voltear a ver como si fueras realmente una loca, pero… ignórala. De verdad que funciona. ¿Porqué? Al narrar lo que esta sucediendo estás conectando el cerebro superior de los niños y esto evita que la amygdala entre en posesión del Modo Sobrevivencia, es decir, es una manera muy efectiva de deshabilitar la bomba. 4) Juego Otra manera súper efectiva de deshabilitar la bomba es a través del juego. Tu papel es de alguien muy juguetón y torpe al mismo tiempo. “¡Hey tu! Godzila, ¡métete con alguien de tu tamaño! ¡Yo soy enoooorrrme y fuertísimooooo!” La provocas de manera que ve a que es un juego y para que salga corriendo atrás de ti, “¡Ay no, me equivoqué! ¡Tú eres muy rápida! ¡Tú eres muy fuerte!” Si te fijas, ya dejó al hermano menor en santa paz. 5) Alaba cuando sean amables con su hermano Así obtendrán una guía de lo que es adecuado. Y ganarán más atención haciendo lo bueno –el objetivo es que dejen de hacer lo malo. Nutrir lo malo, hace crecer lo malo. Nutrir lo bueno… ¿ya me entendiste? 6) Déjalos discutir Por dos razones, 1° Muchas veces los niños se las arreglan solos y si nosotros intervenimos, no solo se alarga más, sino que se complica. 2° Los hermanos son los mejores maestros para aprender a discutir y pelear; herramienta que necesitarán toda su vida. El objetivo, claro, es enseñarlos a discutir de manera productiva. Al principio vamos a tener que entrar como árbitros y enseñarles cómo se hace, “Julieta puedes expresarte durante los próximos cinco minutos sin interrupciones.”, “Mateo, ahora te toca a ti.” “Julieta opina (…x…)”, “Mateo opina (…y…) ¿cierto?”, “Ahora, ¿cómo se van a poner de acuerdo?” 7) Retira el juguete Hay un momento en que el pleito escala a tope. Ya deja de ser divertido. Ya no es sano. Incluso y es hasta peligroso (por ejemplo cuando sucede en el auto). Ahí entras, te metes en medio y sacas el juguete en cuestión –que, en realidad, este tipo de pleitos ya no tienen nada que ver con el objeto, sino una razón más a fondo que habrá que analizar y resolver, pero de momento, ¡PUF! Castigado. Van a llorar, se van a quejar, arderá Troya. Permítelo. Que se expresen, es justo lo que quieres para entender la razón de fondo. Que lloren, es justo lo que quieres para desahogar la tensión. Ya cuando estén tranquilos, varias horas o un día después, aplicas la técnica anterior y después aclaras, “les regresaré el juguete solo después de que se pongan de acuerdo”. Los niños no saben compartir, es una destreza que se enseña… con el ejemplo. La Gran Ironía es que nosotros tampoco compartimos, la verdad. No compartimos nuestra casa, ni nuestra pareja… queremos que los niños hagan algo que nosotros no hacemos. Léelo otra vez. La meta de socavar los gritos, si te fijas, es que no queremos pleitos. Pero es importantísimo permitir que sucedan pues, lo que debemos enseñar es: a solucionar desacuerdos. Asegúrate de demostrarles a todos que los amas por igual, que son especiales independientemente de cómo se porten, y dales abrazos, a veces es lo que más necesitan.
¿Qué es lo que más quieren los hijos?
La Ansiedad de Separación en los niños
Cómo enseñarle a los hijos a buscar la Validación Interna
Manual de sobre vivencia para mamás Altamente Sensibles
“¡Ya no sé cómo hablarle a mis hijos…!”
¿Cómo manejar los temas difíciles con los niños?
¿Los castigos hacen madurar a los niños?
¿Porque NO esta bien dejar a los niños llorando solos?
¿Qué hacer cuando no podemos controlar a los hijos?
Las Personas Altamente Sensibles, no miran, escanean.
¿Cómo evitar criar niños malagradecidos?
¿Qué hacer con los niños mentirosos?
Mejor ya no hay que ir de compras
Mi hijo “Llora de la Nada”
Unas micro-vacaciones
¿Qué hacer cuando los hijos están tristes?
¿Porqué es importante permitir que los hijos vivan las consecuencias de sus acciones?
¿Porqué los hijos insisten tanto?
¿Porqué solemos agacharnos ante los demás?
¿Cuándo dormirá mi hijo en su habitación?
La Alta Sensibilidad y la Indecisión
10 frases que solo las Personas Altamente Sensibles comprenderán
Qué hacer cuando los niños dicen, “No quiero ir al Colegio”
¿Cómo puedo lograr que mi hijo haga la tarea?
¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo nos pega?
¿Por qué pegan los niños?
Al despertar, al regreso del colegio y al dormir
“Mi hijo es El Más Listo” Cómo halagar a los hijos
7 maneras para calmar a tu hijo a la hora de dormir
Qué hacer cuando los hijos se pelean por los juguetes
- mayo 2023
- abril 2023
- marzo 2023
- febrero 2023
- enero 2023
- diciembre 2022
- noviembre 2022
- octubre 2022
- septiembre 2022
- agosto 2022
- julio 2022
- junio 2022
- mayo 2022
- abril 2022
- marzo 2022
- febrero 2022
- enero 2022
- noviembre 2021
- octubre 2021
- septiembre 2021
- agosto 2021
- julio 2021
- junio 2021
- mayo 2021
- abril 2021
- marzo 2021
- febrero 2021
- enero 2021
- diciembre 2020
- noviembre 2020
- octubre 2020
- septiembre 2020
- agosto 2020
- julio 2020
- junio 2020
- mayo 2020