Entradas de blog 61-90
¿Qué hacer cuando tu hijo no quiere hacer algo porque es difícil? Generalmente no sabemos cómo alentar a que hagan las cosas y, o les decimos “No, esta súper fácil”, negando su realidad o, los amenazamos con alguna consecuencia, “Si no lo haces, te voy a…” lastimando nuestro apego y emitiéndoles más miedo y menos ganas de hacer las cosas. Es mucho mejor decirle, “Elige tu difícil.” Te doy algunos ejemplos: Cuando no quiere limpiar su cuarto, “Se siente difícil limpiar tu habitación. También se siente difícil cuando no encuentras las cosas que necesitas. Elige tu difícil.” Cuando no quiere ir a entrenar, “Se siente difícil ir a entrenar diario. También se siente difícil cuando no mejoras. Elige tu difícil.” o “Se siente difícil hacer ejercicio. También es difícil no sentirte bien en tu cuerpo.” Cuando no quieren preparar su mochila, “Ahorita sientes que es difícil preparar tu mochila. También se siente difícil tener que hacerlo con prisas en la mañana. Elige tu difícil.” “¿Ya pensaste en las consecuencias que te puede traer no ser honesto? Puede ser difícil decir la verdad. Es más difícil cuando te cachan en una mentira. Elige tu difícil.” Esta frase le puede ayudar a tu hijo a entender que cuando eligen NO hacer cosas difíciles, esto siempre conlleva una consecuencia –que ¡¡también es difícil!! Así que, la próxima vez que tu hijo se sienta con la tentación de no hacer algo porque se le dificulta, recuérdales de este concepto y ayudarles a elegir más sabiamente. Y no como amenaza, sino con el afán de enseñar. Y seguramente, muchas veces van a elegir no hacer la primer opción y se arriesgarán a ver si la consecuencia sucede o no. Cometer errores en un espacio seguro es una manera muy sana para aprender sobre este concepto. Y ahí estaremos nosotros, No para decir “¡Te lo dije!” sino para decir, “¿Qué vas a decidir la próxima vez?” ¿Qué les estamos enseñando con esto? A pensar. A planear. A analizar. A activar su Cerebro Superior. ¡No queremos hijos obedientes, queremos hijos pensantes! “¡Ten cuidado!” Solemos decirle eso a nuestros hijos pero generalmente nos ignoran porque ellos necesitan probarse a si mismos… y también porque es una expresión muy vaga. Los niños no nos entienden, “¿Cuidado? ¿Qué es eso?” Es importante permitirles hacer actividades peligrosas, en un ambiente seguro, porque eso hace que desarrollen: – análisis de riesgo – regulación emocional – resilencia – solución de problemas La seguridad es importante, claro. Pero puedes hacerle saber a tu hijo que ahí estas al pendiente y, también, que sí pueden hacer actividades difíciles, para que vayan a explorar sin miedo. Entonces, ¿Qué podemos decir? – ¿Cuál es tu plan? – ¿Ya observaste eso? (una rama, una piedra… cualquier cosa peligrosa o inestable) – Toma tu tiempo. – Encuentra más espacio. – ¿Te sientes a salvo? – ¿Te sientes estable? Al hacerles preguntas los estamos, de alguna manera, retando. Impulsando. Motivando. Es una manera de decirles, “¡Claro que puedes… solo piensa bien qué vas a hacer!” Y ese conocimiento interno es oro molido para el resto de su vida. ¿Cómo presionar a los hijos cuando reprueban? Primero que nada, antes de regañarlo o castigarlo, investiga cuál es el problema. ¿Se le dificulta? ¿Voltea los números como si tuviera dislexia? O simplemente, ¿no le gusta? o ¿no se le facilita? Lejos de presionarlo todos los días, todas las mañanas y todas las tardes. Tal vez nunca amará las matemáticas (historia, español o la materia que sea) pero saber que hay muchas formas distintas de aprenderlo, aliviana un poco. Ver a mi hijo hacer tarea es absolutamente de-ses-pe-ran-te. Pero, a decir verdad, yo era igual. Iba resolviendo las multiplicaciones conforme iba pudiendo. Este es un tema de sobresaturación… y si lo pensamos un poco, presionar es totalmente contraproducente. ¿Cómo podemos resolver este asunto? ¿Qué pasaría si, en vez de pelear, abordamos el reto juntos? Cambiemos nuestro enfoque; no queremos presionar, sino alentar. A nosotros solo nos enseñaron las matemáticas de una forma: aburridas, en el pizarrón y, o aprendes o eres el burro del salón. Ahora hay muchísimas formas divertidas, interactivas, analíticas, propositivas, ingeniosas… de aprender y sobre todo entender la materia en cuestión. Tal vez cocinando juntos es una muy buena forma de aprender y entender fracciones, por ejemplo. 1) Asegúrate de entender cuál es su dificultad Habla con tu hijo, pregúntale de que forma o con cuál proyecto quiere empezar a entenderlas mejor. ¡Escúchalo! 2) Acompáñalo 3) Creen maneras divertidas de aprender Dependiendo del problema origen, encuentra nuevas formas de enseñarle hasta que lo comprenda. Posiblemente no logres que ame las matemáticas, pero con que no las sufra, es suficiente. 4) No esperes que con ver el video en youtube, él ya haya entendido. 5) Paciencia Cada cerebro es diferente. Cada aprendizaje una aventura. Cada aventura toma tiempo y es un proceso. Recuerda que no eres tu contra tu hijo, sino tu hijo y tú juntos contra el problema a resolver. Cambiando esta perspectiva, estoy segura de que puedes encontrar la manera de taclear esta situación sin generar más llanto. No quiero hijos obedientes. Estamos completamente convencidas de esto. Pero a la hora de la hora, queremos dar una orden y que los niños la cumplan en el instante. Queremos que se apuren. Queremos hagan la tarea. Queremos que no se peleen. Queremos muchas cosas… al instante. No queremos doblegarlos, pero… un poco sí. Sabemos que sus deberes son importantes, pero no sabemos cómo encaminarlos hacia allá sin pleitos ni ordenes. Aquí hay otro acercamiento hacia un nuevo tipo de acompañamiento. Recuerda que abajo del “mal comportamiento” hay: – sentimientos no escuchados – necesidades no cubiertas – habilidades no desarrolladas Entonces, Podemos escuchar a sus sentimientos, sin corregir ni rescatar, solamente escuchar para su desahogo. Podemos cubrir sus necesidades físicas y emocionales para crear más energía. Podemos modelar las habilidades para empoderarlos y enseñar con paciencia hasta que su cerebro madure con estos nuevos conocimientos. Entonces si no están haciendo nuestra petición, recuerda: es por algo. Queremos niños que entiendan y hagan lo correcto porque así lo desean. Eso implica mucha conexión, mucha comunicación –no órdenes– y, también, poner el ejemplo cuando son pequeños, pero menos trabajo cuando a ellos les toca hacer sus propias decisiones. En lugar de utilizar la vergüenza para coercionar a los niños para que obedezcan, podemos elegir usar la comunicación y la cooperación. Podemos también utilizar la curiosidad para saber qué es lo que están necesitando, cuál es la necesidad que no esta siendo cubierta para poderlos guiar mejor. Cuando mostramos cariño y la búsqueda de soluciones, todos nos sentimos más inclinados para colaborar. Queremos que nuestros hijos cooperen porque se sienten seguros y amados y no porque tienen miedo de lo que les pasará si no lo hacen. No debemos doblegar a los hijos. Nuestro trabajo no es de policía, sino de mentor. Así que, toma dos respiraciones profundas. Relaja tu rostro y tus hombros. Recuérdate que tú también estás a salvo y que esos momentos son bellisimas oportunidades para construir confianza y una relación sana. Crea calma y confianza adentro de su cuerpo y en casa, estando tranquila tú. Una vez que generes la seguridad emocional, atiende la razón de la “desobediencia” desde la raíz. ¿Necesita ayuda? ¿Se siente solo? ¿Quiere jugar? ¿Ya se sobresaturó? ¿No le gusta? ¿Prefiere hacer otra cosa? En base a esta respuesta, pueden generar un plan de soluciones entre los dos. Entonces dejamos de hacer niños obedientes y empezamos a forjar niños pensantes. Llevo una hora con llantos intermitentes y huyendo de mi hijo. No tengo un gramo más de fuerza. Los domingos solemos ver una película y tomamos turnos para ver quién la elige. Obviamente el hijo siempre quiere que escojamos la que él quiere ver y si no lo hacemos, hace drama. Todos los domingos hay drama. Pero hoy, se lució. En un arranque de ira, me dijo, “Todos los días me levantas para que yo vaya a la escuela y a la natación y no tengo un minuto para descansar, tú me ignoras todo el tiempo. Yo no te importo.” De momento, me dejé caer en la silla y solo le dije, “Gracias por decirme tu verdad.” Me quedé en silencio. Después me levanté y me fui. “¡No te vayas mamá! ¿Y la peli?” “Ya no habrá película.” Y entonces el drama escaló al triple. Entre idas, venidas y dramas, le dije a mi marido, “No me hagas prender la TV. Necesito que él sepa que sus acciones y palabras tienen consecuencias. No puede andar diciendo cosas así y todavía obtener lo que quiere. Si prendo la TV no va a entender nada y el próximo domingo será el mismo drama.” Mi esposo entendió perfectamente. Llamó al niño quien estaba fúrico y llorando al mismo tiempo, pidiendo perdón –no porque estuviera arrepentido sino porque quería ver su película– y se puso a explicarle, con toda paciencia que si hacíamos todo lo que hacíamos era por su bien. Yo mientras como volcán en erupción, 100% en amygdala. Cuando el diálogo empoderador terminó, el alumno (papá) que superó a la maestro (yo), quería un abrazo familiar y yo, como olla express a punto de explotar y batir todo el cuarto de bilis. Me salí. Me encerré en mi cuarto a llorar. Mientras lloraba me preguntaba a mi misma, “¿Porqué lloro?” Por AGOTAMIENTO. Troné. Emocionalmente troné. Toda la teoría me la sé. Es un niño. Los niños son aparentemente egoístas, la realidad es que no tienen la madurez neuronal para pensar en los demás. Es hijo único. Su percepción es lo que importa. Es importante que exprese su opinión. Si yo lo callo ahora, no volverá a decir nada y no sabremos cómo explicarle lo que necesita saber. Él realmente no sabe por qué lo hacemos ir al cole, ni a la natación –aunque se lo he explicado mil millones de veces. Blah, blah, blah… Fue un momento en que la teoría –que generalmente funciona– no hizo ningún cambio adentro de mi. Yo estaba destrozada. Con el corazón como plato roto explotado por toda la casa. Y sin las fuerzas para ponerme a barrer y pegar los pedazos. Ya. Ni un poquito más. Cero fuerza. Mi mente iba y venía con este argumento, “… pero si cada segundo estoy pensando en el niño, en lo que es lo mejor para él, en la mejor respuesta, en la forma de invitarlo a hacer sus obligaciones de manera divertida y amorosa para evitar pleitos, en la forma de no hacerle daño… ¿para que me salga con esta chifladura? ¡¿Es en serio?!” Pero… es muy fácil echar culpas. Siendo totalmente honesta, cualquier otro día, hubiera tenido la entereza para ver que lo que me decía era para salirse con lo que él quería. Hubiera podido sostenerme erguida, amable y firme. Pero ese día me encontraba agotada… desde cuatro días atrás, en realidad. No me había dado el tiempo para descansar y, estaba que no podía más… estando así mi mente se va a Modo Sobrevivencia, mis emociones se deprimen y cualquier drama normal, me tumba. Y si te ha pasado, lo que te vengo a decir es que: esta bien. Es normal. Los hijos y el agotamiento nos sobrepasan. ¿Qué es lo que podemos hacer? 1) Compasión. Compasión sana con uno mismo. Consuélate como lo haría tu mejor amiga. Esto de tener hijos ¡esta cañón! Esto de la crianza consciente lo hace aún más porque no le puedo dar un cachetada a ver si así se da cuenta de que todo lo que hago es por él. Compasión con el pequeño. Finalmente es un niño, egoísta, normal que solo quería ver una película. Compasión por la familia. Compasión por mi esposo, quien fue el héroe del día. 2) Permitir que me siga diciendo lo que sienta. Finalmente, puedo desbaratarme en el proceso… yo soy la adulta. Pero es más importante que me tenga la confianza y mantener la comunicación abierta y honesta. 3) Tal vez el límite estaría en que puede pedirme lo que quiera, peeeero sin lastimarnos en el proceso. La Crianza Consciente no implica que este tipo de cosas jamás nos sucederán. Claro que sí , porque somos humanos. Y las emociones nos sobrepasan, tanto a ellos como a nosotros. La Crianza Consciente, de lo que se trata es de No hacerle daño a los niños con nuestras reacciones. Los momentos de rupturas sucederán. La diferencia está en nuestra reacción. Recordemos que el Apego es Lo Más Importante de nuestro trabajo parental. Si hay alguna ruptura, debemos reparar lo más pronto posible. Si los niños nos dicen cosas horribles y nos rompen, en realidad, es parte del proceso de aprender y crecer. Si nos desmoronamos, esta bien, somos humanos y se vale. Escucha, entiende, mejora y sigue adelante. A veces no es tan lindo jugar con los hijos Vemos las fotografías de la familia feliz jugando. Sabemos la importancia de jugar con ellos, nos sentamos en el piso y, a la mera hora, surgen toda una oleada de frustraciones que queremos tirar la toalla. Mi hijo me dejó la tarea de construir un dinosaurio con sus bloques. Totalmente sin la menor idea de… absolutamente nada… empecé a improvisar. Me sentía sumamente incómoda , pero lo hice. Hice un mini pterodáctilo. En un momento me sentí muy orgullosa de mi logro. Llegó él, y primero le corrigió un pequeño error. Y después, al hacer su T- Rex desbarató el mío porque necesitaba las piezas. Y luego me decía, “tu haz la cola”, me daba una pieza, yo la pegaba y me quitaba las cosas de la mano porque hasta eso había hecho mal. Yo, estaba de 14 diferentes colores de rojo. Observando mis corajes y mi forma de resoplar. En su libro Playful Parenting Lawrence Cohen, dice que él se sentaba con su hija a jugar y que ella sólo lo tenía ahí, sentado sin hacer nada, igual que a una muñeca, mientras jugaba casi sola a la hora del te. Cuando él, sintiéndose totalmente inútil, se quiso levantar de la micro-silla, ella lo detuvo. En ese momento él se dió cuenta que con solo estar ahí, ella estaba “jugando” con él. Resulta que, nosotros tenemos la falsa idea de que jugar necesariamente implica estar activos. Subir, bajar, hablar, aportar, inventar, reír… y no. A la hora del juego, lo que en realidad estamos haciendo es: fortalecer el vínculo. Mi horrible experiencia de esta tarde, no se trataba de “hacer un dinosaurio” como yo creía. Se trataba de estar ahí, acompañando. Viéndolo a él hacerlo. Ese era el juego para él. De la misma forma que la hija de Cohen. Si, sigo con la panza torcida y el corazón un poco roto. (MI pterodáctilo quedó realmente lindo… ) pero ese es mi trabajo a sanar. Es cierto que en mi niñez mis ideas pocas veces fueron bienvenidas, y tratándose de bloques, ¡menos! Ese era el territorio de mi hermano. Pero esa es mi herida. Y yo la debo de trabajar. Sin embarrar al niño de… nada. Pude haber explotado. Pude haber reclamado. Pude haber hecho mil cosas para hacerlo sentir mal y sacar mi coraje. Pero no lo hice. Él se siguió armando sus cosas. Y yo estoy escribiendo, abrazando y sanando. La próxima vez que juegues con tus hijos, no te sientas con la carga de hacer mucho, este es SU momento. Deja que ellos lleven la batuta y si te aburres en la micro-silla, ¡no vayas a sacar el celular! 7 maneras para ganar la cooperación de tus hijos –sin gritos, castigos o amenazas. 1) JUEGO Usa el deseo natural de tu hijo de jugar. Al lavarse los dientes, “ A ver, déjame ver cuáles animales hay en tu boca. ¡veo una jirafa! ¡veo una lombriz!” A la hora de recoger sus juguetes, “Es hora de acostar a los camiones a su camita, Brooooommm” 2) DA DOS OPCIONES Llena su cubeta del control ofreciendo dos opciones. Para cambiar su pañal, “Es hora de cambiar ese pañalito, ¿Qué prefieres? ¿Traer a tu osito o a tu tigre?” A la hora de dormir, “¡Es la hora de la pijama! ¿Quieres brincar como conejo o correr como jaguar hacia tu habitación?” “Esto se tiene que hacer, tú puedes decidir si lo haces antes o después de hacer tu tarea.” 3) ¿TU O YO? Hazle saber a tu hijo que sí lo puede hacer y que siempre estarás ahí para ayudarle. Al subir al auto, “¿Te quieres subir tu o quieres que te ayude? ¿Te quieres abrochar tú o necesitas ayuda?” 4) CUANDO – ENTONCES En lugar de soltar amenazas de “si no haces x… entonces…” Mejor intenta un acercamiento amoroso que los haga desear que venga el “entonces”. Al limpiar su habitación, “Cuando recojas tus juguetes, entonces te leo un cuento.” Al lavarse los dientes, “Cuando laves tus dientes, entonces jugamos.” 5) CROSSCHECK Es decir, pídele a tu hijo que repita el acuerdo o la instrucción después de darla. Esto funciona bien especialmente si la instrucción es de varios pasos. Al salir de casa, “Debemos hacer 3 cosas antes de salir, que son ____ , ____ y ____. Muy bien, ¿recuerdas qué debemos hacer?” 6) TE ESCUCHO, AL MISMO TIEMPO… Los niños cooperan mejor cuando se sienten escuchados. Al salir de una fiesta, “Te escucho: no quieres irte. Prefieres quedarte a jugar más tiempo… al mismo tiempo, ya es hora de irnos.” A la hora de dormir, “Te escucho: sientes que no tienes sueño… Al mismo tiempo, tu cuerpo necesita descansar. “ 7) PREGUNTA “Veo que no estás haciendo lo que te pedí, ¿necesitas ayuda?” “¿Ya estás listo para hacer irte a bañar o necesitas 5 minutos más para terminar tu juego?” Muchas veces nosotros asumimos que por dar la orden ellos en automático lo van a hacer porque ya tienen la edad física para hacerlo, pero también es cierto que a veces no están emocional o psicológicamente listos para hacerlo. Nuestro acercamiento, lejos de ser aplastante debe ser con curiosidad, “¿Estas bien? ¿Necesitas ayuda?” Cuando tratamos a los niños desde un lugar de amor, la cooperación viene solita. Tu hijo no siempre debe dar su mejor esfuerzo. Mi papá solía cantar el slogan de un comercial, “ 🎵🎶 échale ganas, a todo lo que hagas… 🎵🎶” y yo recuerdo que pensaba “¡¡¿¿…a todo??!!” y también pensaba, “¡¿Debo de ser buena en todo?!” Me resultaba agotador. Solo de pensarlo me sobre saturaba. Él era una persona que era bueno en prácticamente todo lo que hacía, era como un Semi–Dios. Pero para los que somos humanos de carne y hueso, esa meta es, francamente, imposible. Es importante permitir que los niños puedan ser humanos, fallar, y no echarle tantas ganas a Todo lo que hagan. Con tantas actividades y con tanta competencia que hay ahora en día, algunas veces es necesario permitir que elijan a qué le van a echar Todas las Ganas del Mundo y a cuáles actividades, con hacerlo bien, es suficiente. También es cierto que seguido olvidamos que no puedes hacer el Máximo Esfuerzo si no hay una motivación intrínseca. Por ejemplo si a tu hijo no le gusta el dibujo, pues ¿de dónde va a sacar la motivación para esforzarse en la clase de dibujo que además el profe le cae fatal? Y otra realidad es que no todos los cerebros funcionan en todas las áreas. ¿Te imaginas cuáles son las calificaciones de los campeones olímpicos? ¿Qué tal les va en matemáticas? O ¿qué tal les va en deportes a los niños genio? Es necesario adaptarnos a las realidades e intereses y energía de nuestros hijos. Una buena estrategia es desarrollar un barómetro personal en donde buscamos ¿qué me gusta? ¿para qué soy bueno? ¿qué me funciona? y… ¿a qué le quiero echar Todas las Ganas del Mundo? Usa estas tres preguntas: 1) ¿En qué quieres ser extraordinario? ¿Cuáles son las actividades que le interesan tanto que se le va el tiempo volando? ¿Qué le gusta practicar o ensayar? ¿Quién quiere ser o a quién admira? 2) ¿Dónde eliges ser extraordinario? “Esta bien ser extraordinario en algunas cosas y ser simplemente bueno en otras. Te da tiempo para recuperar energías y dirigirte hacia tus metas.” 3) ¿Qué necesitas aprender para volverte extraordinario? “Me encanta que quieras ser un astronauta. ¿Cómo ves si investigamos qué es lo que ellos necesitan aprender para irse al espacio?” Intentar hacer SIEMPRE El Máximo Esfuerzo en Todo es generar puro estrés totalmente innecesario. Ayuda a tus hijos encontrar las actividades que les importan más. Para lo demás, “bueno” es suficientemente bueno. ¿Es cierto que nosotros les heredamos miedos a los hijos? Cuando nosotros repetimos las mismas frases que nos decían a nosotros, estamos heredando miedos que nunca fueron ciertos y que, además, causan daño. Algunos ejemplos: “Te vas a caer y te vas a romper la cabeza” “Si no sacas buenas calificaciones en la escuela, vas a fallar en la vida.” “Si te das por vencido ahora, vas a ser un irresponsable siempre.” Estos miedos solemos decirlos para controlar a los niños, pero en realidad, lejos de lograr obediencia, generamos ansiedad, los niños dudan en si mismos, aprenden que el mundo es muy peligroso al cual deben temer y como cereza del pastel ellos juran que son incapaces de obtener y crear una solución. Aunque es cierto que este tipo de frases las repetimos porque creemos que son ciertas, también es cierto que no nos damos cuenta del daño que estamos ocasionando. Cuando dejamos por hecho de que se van a romper la cabeza, no les estamos dando otra opción: se van a romper la cabeza. O van a ser unos irresponsables para toda su vida. Es la promesa que se cumple. Una mejor alternativa es ofrecer un acompañamiento no ansioso, una presencia que, al contrario, tranquiliza, motiva y da seguridad a los niños. Esto no significa que debas ser permisivo con tus hijos ¡para nada! Lo que significa es que le darás el apoyo realista que necesitan y les darás la seguridad para resolver retos. Tampoco significa que estemos ignorando a los peligros que existen en el mundo, sino que, nosotros dejamos de heredarles nuestros miedos y ansiedades. Es decir que dejamos de repetir miedos irracionales para ayudarlos a surfear la vida con calma y seguridad. ¿Qué les debemos decir? “¿Ya pensaste cómo vas a bajarte del árbol? Estoy segura de que puedes hacer cosas difíciles.” “Si se te dificulta la escuela, es normal. Siempre puedes pedirme ayuda.” “Puedes dejar de ir al Karate si no te gustó. Lo no negociable es que hagas ejercicio, ¿qué otra actividad quieres hacer?” “No todo es fácil, habrá cosas que te sean más difíciles, pero estoy segura de que puedes aprender a capotear esta situación.” “Ya pensarás en algo. ¿Quieres hacer una lluvia de ideas o mejor mañana?” ¿Cómo lograr algo así? 1) Evita decir que “NO” en automático. “Vamos a pensar en ideas de cómo podemos hacer que esto funcione.” 2) Evita asumir lo peor. “Este error no te afectaría toda tu vida, aunque ahora parece que sí, solo es temporal. El chiste es que aprendas, ¿qué aprendiste?” 3) Deja de observarlo tan de cerca. “Confío en que vas a estar bien aunque yo, de momento, no este cerca de ti. Al salir del colegio me cuentas cómo te fue, ¿vale?” Recuerda dos cosas importantes: 1) No podemos protegerlos toda la vida, solo nos toca prepararlos. 2) La tranquilidad es contagiosa. Cuando das mensajes que dan calma y seguridad, ayudas a tu hijo a resolver problemas y crecer. Entonces, en lugar de heredar miedos irreales, les estamos dando el apoyo y el aliento que necesitan, que ellos sepan que estamos ahí para apoyarlos y al hacerles preguntas para activar a su cerebro superior para generar soluciones, los estamos enseñando a ser independientes, seguros de si mismos, creativos y a solucionar problemas. Son herramientas que las utilizarán Toda Su Vida. Beneficios que jamás creerías sobre Jugar a las Luchitas 1) Jugar a las luchitas nutre la parte del cerebro que es responsable de la lógica, el habla, la resolución de problemas, el pensamiento flexible y el tomar perspectivas. El juego activo estimula el BDNF (por sus siglas en inglés Brain Derived Neurotropic Factor o el Factor Neurotrópico del Desarrollo Mental) es decir, el fertilizador del cerebro. 2) Jugar a las luchitas construye la consciencia emocional. Si, parece que cuando los niños juegan a eso, siempre terminan de pleito y nosotros queremos evitarlo a toda costa, pero en realidad, están aprendiendo a: – establecer límites – leer expresiones emocionales – tomar turnos – establecer límites – observar y desarrollar qué tanto riesgos están dispuestos a tolerar – perseverancia – seguridad en sí mismos 3) Jugar a las luchitas reduce la verdadera agresión Podríamos pensar “¿Qué queeee?” Pero Siiii. ¿Sabes porqué? ¡Por que es juego! Y con el juego vienen risas y la risa: – reduce el cortisol (las hormonas del estrés) – eleva a las endorfinas (las hormonas del bienestar general) – libera la oxitocina (las hormonas del amor y la conexión) – libera la sobre saturación 4) El jugar a las luchitas libera el neurotransmisor GABA, que es el que regula los impulsos y el control emocional. La diferencia entre jugar a las luchitas y la agresión, básicamente es el punto anterior. Mientras sea juego, mientras los dos niños lo estén disfrutando, vamos bien. Es muy normal que las luchitas terminen en llanto, pero esto no necesariamente signifique que esta mal o que haya agresión. Los niños están aprendiendo sobre limites y a veces las luchitas se fueron demasiado lejos, o hubo un momento en que un niño se sintió amenazado y eso es algo que deben aprender. Otra lección adicional es que también, que su comportamiento trae efectos en las emociones de los demás. Si las luchitas dejaron de ser divertidas y se transformaron en llanto, ¿qué podemos hacer? Narrar y validar. “Estaban muy contentos jugando, pero Matias se empezó a sentir asustado y por eso lloró. ¿Juan, crees que te puedas detener antes de que eso suceda?” o “¿…Crees que puedas darle alguna ventaja? ¡Le llevas 3 años!” o “¿…crees que puedas apapacharlo si fuiste demasiado rudo?” ¿Te da miedo? Se vale también establecer reglas simples, por ejemplo: – No pegar, no morder, no patear – Quitarse el cinturón, aretes, o cualquier cosa metálica o que se enrede – Jugar en zonas seguras únicamente – El juego debe ser voluntario (que ambas partes acepten) – ALTO significa ALTO – ¡Manténganlo divertido! Es posible que a tu hijo Altamente Sensible no le gusten las luchitas o que las disfrute durante un tiempo corto y eso esta perfecto. Es posible que a ti, adulto Altamente Sensible no te gusten las luchitas o que las disfrutes durante un ratito corto y también esta perfecto. Al mismo tiempo, sí te sugiero que lo intentes, ¡son geniales! ¡Sirven de maravilla para fortalecer el apego! Traducción de un artículo del: Institute of Child Psychology El remedio para cuando te sientas impaciente Cuando te sientas impaciente y sintiendo que necesitas resolver todo urgentemente, observa la energía del Modo Sobrevivencia en tu cuerpo. En lugar de salir corriendo a hacer algo impulsivo de lo cual te vas a arrepentir después. O de presionar a los demás a que hagan lo que tú quieras en contra de sí mismos. Mejor: 1) Observa, sin juicios. ¿Dónde lo sientes? ¿En el estómago? ¿En la cabeza? ¿En la garganta? ¿En las piernas? ¿De qué color es? ¿Cómo se mueve? 2) Dile a esta parte de tu cuerpo: “Te veo. Veo cuán asustada te sientes y me doy cuenta que te sientes amenazada en estos momentos.” 3) Después valida y acepta TODO lo que esta parte de tu cuerpo te expresa con sensaciones. Concentra toda tu mente y permite que se desvanezca en las sensaciones. Es difícil, pero espérate hasta que solita cambie. Son 90 segundos que pasan como si fueran 90 horas. ¡Aguanta! 4) Invítala a una “conversación” y que te comparta lo que se le venga. Acéptala y escucha con amor y compasión. Que nosotros nos sintamos de una u otra forma, no es culpa de los demás sino una señal de algo que nosotros debemos sanar. Toma tu tiempo para hacerlo. Nuestro cuerpo es inmensamente sabio, solo es cuestión de escucharlo. No es fácil porque tu amygdala te ruega que salgas corriendo o que ataques. Pero ambas reacciones no son buenas. Así que, con todo el esfuerzo del mundo, toma tu tiempo para hacer estos 4 puntos. Esta es una magnífica manera de transformar el trauma, – el Modo Sobrevivencia – hacia la Resilencia. Diferencia entre una la sobre – protección y la Crianza Consciente. La Sobre–protección es una crianza que ahoga. Esta acción de sobre dirigir y llevar de la mano de los niños de una manera casi obsesiva o perfeccionista, socava su independencia, desarrolla una baja auto-estima y alta co-dependencia. Un par de ejemplos serían: “Déjame revisar tu tarea una vez mas…” “No. No puedes decidir eso por que…” Una mejor manera de crianza es cuando confiamos en que nuestros hijos pueden hacer cosas difíciles, y nosotros les damos su espacio y apoyo. Para que quede más claro, aquí van mas ejemplos: Sobre – protección es: Darles demasiados recordatorios y avisos, “No puedes hacer eso. Te vas a caer.” Crianza consciente: Darles guía de acuerdo a su edad. “¿Cuál es tu plan para bajar del árbol?” Sobre – protección es: Buscar demasiado la perfección, “¿Qué te pasó en este examen? ¿No me dijiste que habías estudiado?” Crianza consciente: Te concentras en el avance, no el resultado. “A todos nos pasa. ¿Te pusiste nervioso? ¿Quieres hacer una lluvia de ideas para ver qué puedes hacer la próxima vez?” Sobre – protección es: Quitar la responsabilidad personal, “Voy a revisar tus respuestas una vez más.” Crianza consciente: Permitir que las consecuencias naturales sucedan, “Confío en que hiciste lo mejor. Y si cometiste errores, así es como aprendes.” Sobre – protección es: Proyectar nuestros sueños en nuestros hijos. “¡Tienes que meterte a entrenar futbol soccer! A mi me hubiera encantado ser jugador profesional.” Crianza consciente: Ayudarlos a establecer sus propias metas, “Me encantaba el soccer cuando yo tenía tu edad. ¿Qué deporte te gustaría practicar?” Sobre – protección es: Limitar su independencia, “No hay manera de que puedas estudiar y trabajar y hacer ejercicio, ¡es demasiado!” Crianza consciente: Apoyar su independencia, “Sé que realmente quieres intentar hacer todo. Dime, ¿cómo quieres que te apoye?” Cuando tenemos hijos Altamente Sensibles, la familia suele tacharnos de sobre–protectores porque les damos cuidados extras, pero si te fijas, son dos temas diferentes. La meta de la Crianza Consciente es apoyar a los hijos, desarrollar la confianza en si mismos para que estén equipados para hacer cosas difíciles en el futuro. Para entender fácilmente qué es la co-regulación, te escribo un ejemplo: Veníamos de regreso de un viaje. Yo estaba cansada, atarantada, mareada… y me forcé (como buena madre) a vaciar las maletas sin querer hacerlo. No me di cuenta que había un charco de agua en el pasillo (¿Cómo llegó eso ahí? No me preguntes.) El caso es que, con 20 cosas en las manos ¡SWOOSH! me patiné de lado, ¡FLIP! giré en el aire y ¡PONK! caí al piso y me pegué en la cabeza contra el canto metálico de la puerta. Me quedé ahí tirada sin saber qué demonios había pasado durante unos segundos. Mi hijo salió corriendo “¿Estás bien mamá?” Sin estar lista, me forcé a hablar. “Si. Me caí. Me pegué.” “¡Tienes sangre!” gritó asustado y salió corriendo sin saber qué hacer. En esos instantes de soledad, chequé adentro de mi. Me he hecho la solemne promesa de permitirme llorar cuando lo necesite así que empecé a soltar el llanto, más por salud mental y física que por otra cosa. Mi hijo rápido corrió al teléfono y llamó a mi esposo quien estaba de viaje y no podía correr a atenderme. Al fin logré sacar el llanto, quería llorar, pero la escena no me lo permitía. No quería hablar por teléfono, pero la escena no me lo permitía. Me tuve que forzar a hacer un montón de cosas que hubiera hecho diferente si hubiera estado sola. Cuando por fin pude coordinar, me fui a la cama. Lo único que me quedaba claro es que, por más que quisiera, no podía dormirme. Me acosté. Cerré los ojos. Y casi por magia, mi hijo, sacó un libro y me empezó a leer. ¿Sabes porqué? Es lo que yo hago para calmarlo. Es lo que hemos hecho mil veces. En las buenas, en las malas y en las aburridas sacamos los libros. Nos acurrucamos y leemos en voz alta. Algo sana por dentro. Es la lección que le enseñé sin saberlo. Es lo que él hizo para sanarme. Eso no hubiera pasado si hubiera estado sola. La ciencia demuestra una y otra vez que los niños aprenden a auto–regularse con nuestro ejemplo. Y aquí hay un muy buen ejemplo de ello. Él me calmó con exactamente el mismo método que yo he usado durante toda su infancia. Me leyó durante un buen rato. Pasó el tiempo. La casa se quedó tirada. Las maletas a medio deshacer. El amor más fuerte que nunca. Pleitos entre hermanos Cuando hay más de dos niños, van a haber pleitos. Por si sí o por si no. Es normal. Es parte de aprender a socializar. ¿Qué podemos hacer? 1) Observa. Muchas veces necesitan un espacio para ponerse de acuerdo entre ellos dos solos. Si ves que la emociones empiezan a subir de tono, puedes… 2) Validar las emociones, Es decir, “”Estoy viendo que los dos quieren el mismo juguete, ¿cómo lo van a solucionar?” Y darles este espacio para resolver el problema juntos. Entre menos intervención nuestra, ¡mejor! 3) Jugar con ellos Tirarnos en el piso y ser un chico más en la bola. O tomar el juguete en cuestión y salir corriendo para que ellos se unan y salgan corriendo atrás de nosotros “¡Ey mamaaaa! ¿A dónde vas? ¡Ese es mi jugueteeeeee!” 4) Si ya tienes prisa, piensa en una solución totalmente absurda. “Si no resuelven quién se va a tomar el último jugo que queda, ¡me lo echaré en la cabeza!” La idea es hacerlos pensar en sus propias soluciones, al mismo tiempo que usar las risas y el sentido del humor para mantener la escena agradable y feliz. No obligues a tus hijos a “pedir perdón”, mejor enséñales a “hacer perdón”. El conflicto es inevitable, es parte de las relaciones humanas. Pero el obligar a pedir disculpas no funciona por varias razones: –no hay comprensión por parte del niño, no sabe qué hizo mal y tampoco sabe qué puede hacer para mejorar la situación –no son sinceras –creen que con decir, “lo siento” ya están del otro lado –no están rindiendo cuentas de sus malas acciones –todo se queda torcido: el niño por dentro y la situación externa. El mejor regalo que podemos darle a nuestros hijos es modelar que sí podemos estar en conflicto con alguien y, al mismo tiempo, permanecer en amor y conexión. Aquí tienes 5 pasos para “hacer perdón”: 1) Asegúrate de estar ya tranquilos para que el cerebro ya no esté en amygdala y este más receptivo al diálogo. 2) Valida las emociones de tu hijo, SIN juicios. Nombra únicamente los hechos. Ejemplos: “Realmente te molestó que tu hermano no quisiera compartir su juguete.” “Saliste súper enojado del colegio hoy.” 3) Concéntrate en la situación, explícala tal y como es. Ejemplos: “Te comiste todas las galletas y tu hermana no comió ni una. La veo my triste.” “Estabas tan frustrado que le pegaste a tu hermano y ahora esta llorando. Creo que le dolió mucho.” 4) Concéntrate en la persona que sufrió el daño. Ejemplos: “Tu hermana esta muy triste.” “A tu hermano le dolió mucho.” 5) Redirige hacia Hacer lo Correcto “¿Me pregunto cómo puedes corregir esto?” “¿Qué podemos hacer para arreglarlo?” “Si a ti te hubieran lastimado, ¿qué te gustaría que el otro te dijera?” “¿Qué podemos hacer para que tu hermano se sienta mejor?” “¿Cómo ven si cada uno dijera lo que le gustaría que el otro dijera? Por ejemplo a mi me gustaría que me dijeran “eres una súper mamá”. ¿A tí te que gustaría que te dijera yo?” Cuando la situación mejore, tampoco los obligues a darse un abrazo. Un abrazo no es significado de “ya todo esta bien” y muchas veces no están listos para recibir el contacto físico todavía. Si les nace, esta bien. Si no, también esta perfecto. Generalmente, al volver a empezar a jugar, el “abrazo” se da espontáneo. Entonces los niños aprenden a observar, a hacerse responsable de sus acciones, a enmendar la situación desde un lugar sincero, profundo, con acciones significativas… y a seguir amando a sus hermanos… (amigos, pareja, hijos, nietos…) Lo que más quieren los niños es… Para la sorpresa de algunos: no son juguetes. Muchas veces me encontraba preparando la cena y mi hijo se ponía a jugar. Cuando yo ya estaba libre no sabía qué hacer, si ir a jugar con él o quedarme en la cocina perdiendo el tiempo. Muchas veces lo veía tan entretenido en su juego que no quería interrumpirlo. Me quedaba escondida, checando por millonésima vez mi celular o pensando en hacer una receta más complicada o algún postre sofisticado para rellenar ese hueco de tiempo. Así que él jugaba solo. Y yo, pues, algo parecido… solo no tan divertido. Hasta que un día se me prendió el foco y le pregunté, “Oye, cuando termine en la cocina, ¿quieres seguir jugando solo o quieres que te interrumpa para jugar juntos?” Para mi sorpresa, prefirió jugar conmigo. … PLINNN, una luz iluminó la habitación. Es en serio, ¡nunca me lo hubiera imaginado! Yo hubiera jurado que su juego era mucho más divertido que las burradas que se me pueden ocurrir a mi. Y ahí es cuando re-confirmé la teoría: Lo que los niños más quieren en el mundo es… (tambores)… ¡a nosotros! ¡Jugar con nosotros! Necesitan de nuestra atención, cuidados, apapachos… y si, nuestros juegos. Esa tarde, jugamos a disparar bombas de agua a los monstruos de fuego. Otras tardes terminamos leyendo un libro, o coloreando, o platicando sobre dragones, o… lo que sea. No importa. Lo que importa es: ¿lo adivinaste? ¡Si! ¡La conexión! Un niño con “ansiedad de separación” no necesita ser alejado ni separado de ti pues eso incrementará su ansiedad. Normalmente tratamos de distraerlos o decirles cualquier cosa que socave su miedo y haga lo que tiene que hacer rápidamente, pero eso conlleva alargar el problema, incluso en otras áreas aparentemente no relacionadas. Cuando decimos “No pasa nada. No tengas miedo. Te vas a divertir.” Ellos entienden “Cuando demuestro mi miedo, ellos no se sienten cómodos.” . Cuando decimos “No te preocupes. Regresaré por ti” Ellos entienden “No entienden cómo me siento ahora.” . Cuando decimos “Okay, te espero tantito a que te sientas mejor, antes de decir adiós.” Ellos entienden “Pero ¿si vas a decir adiós?” En lugar de forzarlo a que se vaya asustado, mejor intenta esto: Mejor di “Es difícil decir adiós. Te entiendo, cariño” Para que entienda “Mis sentimientos son aceptados. Esta bien que yo me sienta así.” . Mejor di, “Es normal sentirte nerviosa. Me siento nerviosa también cuando hago cosas nuevas.” Para que entienda “Si me siento nerviosa. Es bueno saber que estoy siendo escuchada y entendida en estos momentos.” . Mejor di “Paso a paso, aquí te acompaño para que te sientas seguro.” Para que entienda “Esta bien, me puedo dar mi tiempo para explorar y sentirme a salvo al mismo tiempo.” . Mejor di “Te amo.No importa nada más y mi corazón SIEMPRE esta contigo. Cuando te vuelva a ver esto es lo que haremos para reconectar (puedes dar ideas o preguntar). ¿Qué se te ocurre?” Para que entienda “Soy amado.” A veces también les sirve llevarse algo que los conecta contigo. Un ejemplo es un dije que forma un corazón con dos mitades. Una mitad te la quedas tu y la otra, tu hija. O dejarles mensajitos en su lonchera. Cualquier cosa que los haga sentir seguros y que tu sigues pensando en ellos a pesar de la distancia. Los hijos Altamente Sensibles suelen presentar más ansiedad de separación porque están muy conscientes de que ellos solitos en el mundo, no sobreviven. Nosotros somos su espacio seguro y por eso les cuesta tanto separarse, a veces hasta de la misma habitación. Es importante darles la compañía y la seguridad que necesitan. La suegra nos criticará a muerte, “¡…le estás dando por su lado, por eso es como es…!” blah, blah. El niño es como es. Punto. Se ha demostrado científicamente que forzarlo a separarse antes de que este listo, forzarlo a cumplir con la expectativa externa antes de que el niño este listo internamente, hará el problema más grande y más profundo. Nuestro trabajo es aceptar lo que sí es y trabajar con ello; hacerlo sentir seguro y amado. Es solo cuando se saben vistos, aceptados y amados como son que adquieren la fortaleza –eventualmente– para salir al mundo. Sí, es cuestión de tiempo. Sí, es necesario ir construyendo al niño de adentro hacia afuera. Sí, necesitamos reparar las heridas y el miedo para que poco a poco, paso a paso, día a día adquiera la seguridad en sí mismo para salir a explorar. Cuando hacemos este esfuerzo extra, los niños salen enteros, íntegros y seguros de sí mismos para taclear lo que la vida les lance. Recuerda que tienen toooooda su niñez para crecer y madurar. Cómo enseñarle a los hijos a buscar la Validación Interna Primero aclaremos cuáles comportamientos buscan la Validación Externa: – La comparación con otras personas – Contar su historia tratando de lograr ser comprendido o apoyado – Buscar la aprobación de los demás sin soportar la retroalimentación – Su propio estado emocional depende de los demás – Se vuelven personas camaleón, es decir que dependiendo de con quien están cambian su forma de ser – Buscan “likes” en sus redes Es decir, son personas que basan su auto-estima en base a la opinión y aceptación externa. Esto empieza cuando, para hacerlos obedecer, los llenamos de manipulaciones o críticas, premios y castigos. Los hacemos sentir –de una manera inconsciente– a buscar la validación externa. Esto viene de un trauma no sanado por parte de nosotros. Los hijos al crecer, siguen obedeciendo, pero cambian de jefe y obedecen ahora al amigote o al jefe abusivo y hacen cosas que no quieren hacer, aceptan trabajos que no les gustan, se casan con la persona guapa de corazón vacío. Son la familia perfecta en las redes sociales. Pero adentro… son miserables. A menudo terminan en adicciones o caminos auto-destructivos. No queremos eso para nuestros hijos. En cambio la Validación Interna es: – Si hacen comparación es con la persona que el mismo era ayer – Primero buscan su auto-sanción y después la utilizan para inspirar con el ejemplo o ayudar a otras personas – Siguen su intuición y buscan sentirse plenos – Su estado emocional depende de sí mismos y buscan sentirse mejor siempre – Buscan personas que apoyan su personalidad de manera incondicional. Son ellos mismos y auténticos en todo momento. Esto suena mejor ¿verdad? Pero si nos fijamos, llegar a esto implica romper muchos M.U.C.H.O.S. paradigmas, reglas, estatutos… Es dejar a la familia hablando y protestando sola y pavimentar nuestro propio camino desde cero. Es enseñarle a nuestros hijos que la única opinión que cuenta es la suya –sip, ni siquiera la nuestra. Pero no hay de otra, es decir, no podemos entrenar al cerebro de nuestros hijos a que obedezcan y esperar que luego que sean creativos, libres y soberanos. No hay manera. Cada niño depende de sus papás o cuidador para sobrevivir. Una parte de sobrevivir y triunfar es sentirse amado, suficiente, merecedor y aceptado por sus adultos. Esta es una parte natural y crucial del desarrollo sano de un niño. Es cuando el niño se siente amado y aceptado que aprende a amarse y aceptarse a si mismo. A ser fiel a su corazón y su destino siguiendo su intuición. Es ser Genuinamente Feliz bajo sus propios términos y, estoy segura que es es lo único que quieres para tus hijos: su felicidad. Entonces, ¿cómo los podemos orientar hacia la Validación Interna? Primero debemos sanarnos y después cambiar nuestros métodos de crianza. Algunos ejemplos: – Papá le pegunta al hijo, “¿A TI te gusta tu dibujo? ¿Disfrutaste hacerlo?” demostrándole que su opinión y el proceso importan más que la aprobación externa. – Mamá ya no obliga a los hijos a pedir perdón después de pelearse, sino que permite que cada uno explique su punto de vista y lleguen a un acuerdo. – La Tía que sigue su intuición, a pesar de las críticas externas, enseñándole a su sobrino que seguir su sabiduría interna es de vital importancia. – El Abuelito que pregunta, “¿A TI qué te gusta? ¿A Ti qué te hace feliz? (…) ¡Haz más de eso!” Lo que queremos es generar cimientos internos inquebrantables para que hagan de su vida ¡su propio proyecto! Manual de sobre vivencia para mamás Altamente Sensibles Ya sabemos qué es la Alta Sensibilidad, ya sabemos que si los hijos la tienen es por cuestión genética –la nuestra– y ya sabemos qué necesitamos hacer para ellos. Pero ¡¿y nosotras?! ¿Quién nos ayuda a nosotras? La semana pasada me dolía la cabeza horrible y la respuesta de mi hijo fue, “Uy, qué mal. ¿Y qué hay de comer?” ¿Sabes a lo que me refiero, verdad? Las mamás debemos de estar al 100% de capacidad 24 x 7 … ¡¿es en serio?! (léase con cara de terror). Es posible que las mamás no–HSP (por sus siglas en inglés o Altamente Sensibles en castellano) puedan, pero nosotras estamos tronando. ¿Qué sí podemos hacer? Aquí hay una lista de 10 tips buenísimos para ir vaciando la tacita de la tolerancia a lo largo del día, y también ¡disfrutar! Recuerda que la vida se nos va en un parpadeo. 1) Toma nota de tu humor ¿Cómo te vas sintiendo a lo largo del día? Puedes darle seguimiento a través de una app o a través de un diario, incluso tu agenda. Me pasa que después de comer, me da un bajón de energía tremendo. No tomo café porque luego no duermo. Antes comía chocolate. Luego me di cuenta que no era cuestión de comer algo sino de tomar una pequeña siesta de 10 minutos. Si tu energía esta baja y te forzas, vas a empezar a estar de mal humor y tus hijos la van a pagar cara. Y no es su culpa. 2) Crea un ambiente sano en tu casa y oficina Por lo general los HSP necesitamos orden y estructura, pero también es cierto que eso necesita energía y seguimiento. Con niños en casa es casi imposible –al menos en mi caso– tener el orden que a mi me gustaría. A veces, me he dado cuenta que solo brinco por encima de los juguetes para salirme al jardín y tumbarme a ver las nubes. Ten en casa al menos un área, tu santuario, que tienes tus cosas exactamente como lo necesitas. 3) Haz una Rutina de Buenos Días Levantarnos y salir corriendo es darle la señal a nuestro sistema nervioso central que hay algún peligro y es entrar en amygdala para el resto del día. Hay mamás que se levantan a las 5am para meditar, hacer ejercicio, darse su tiempo y cubrirse de amor y atenciones, llenar sus cubetas… y luego ya cuidan a los demás. Hay otras que solo se levantan 20 minutos antes para meditar. Hay otras que se levantan hacen café y ya que carburan, arrancan el día. Cada quién es diferente. Pero si es recomendable que encuentres lo que funciona para ti y lo hagas todos los días. Recuerda que la energía con la que te levantas, será la energía que tendrás todo el día. 4) Trabaja con tus instintos de “descansa–y–digiere” El “descansar–y–digerir” es lo contrario al instinto de “huir–o–atacar” de la amygdala. Es dejar de estar en Modo Sobrevivencia para entrar al Modo Goza tu Vida. Es decir, haz lo que te haga descansar y digerir a lo largo del día para surfear una ola y luego la otra. Una cosa y luego la otra. Vivir en el momento presente y respirar cada uno de ellos. 5) Pasa tiempo con animalitos Científicamente se ha demostrado que los animalitos nos curan. Ya sean caballos, perros, gatos ¡hasta gallinas! Si no tienes mascotas en casa, puedes ir a un albergue, algún rancho… o parque en donde haya pajaritos. Si quieres poner bebederos para colibríes mejor pon una maceta con flores porque los bebederos tienen pintura roja que los esta enfermando. Lo natural siempre es mejor. 6) Escucha música que te tranquiliza Estudios científicos demuestran una y otra… y otra vez el efecto beneficioso de la música en nuestros cerebros. ¿Te has dado cuenta de que si estás de mal humor y escuchas una canción en el radio, te pones de buenas? ¿…o al revés? Una vez estaba toda agobiada por ir al trabajo y el taxista tenía música zen a todo volumen. Tan fuerte que no me permitió hacer 2802384 llamadas que tenía que hacer. Al final del trayecto, estaba tan relajada que ya no me importaba nada. Le agradecí al taxista y salí flotando del auto. 7) Utiliza técnicas somáticas, ya sea en movimiento o meditación A veces la cabeza le da tantas y tantas vueltas a todo que ninguna técnica funciona. Para eso esta el ejercicio. Cuando unes los movimientos físicos con la respiración es ¡magia! 8) Trabaja con tu sistema de dopamina para ayudar a regular tu respuesta emocional La dopamina es la hormona que se genera después de un logro o recompensa. Si metes un gol, ganar un partido de tenis… o de ajedrez… ¡PUF! te llenas de dopamina. Lo interesante es que las Personas Altamente Sensibles no suelen ser motivadas por recompensas externas. De hecho suelen responder de manera distinta hacia la dopamina y generarla de manera diferente también. A veces con una mañana de pintar, leer, escuchar música o hacer ejercicio es suficiente para generar un buen –y sano– shot de dopamina. 9) Respira lentamente Aaaahhh… la respiración. Parece que como es automática, sabemos hacerlo… y no. Hay cursos y cursos, hay libros y libros y la ciencia se está volviendo loca atrás de las evidencias de cómo respirar conscientemente cambia TODO. Ejercicios de Pranayama hay miles. Miles. Ponte a investigarlo y te sorprenderás. Ponte a practicarlo y tu vida cambiará. Garantizado. Un buen ejercicio es: Inhala por 4 tiempos Aguanta 4 tiempos Exhala por 4 tiempos 2 respiraciones normales Repite el tiempo que lo necesites. Y duerme como bebé. 10) Dale prioridad a tus tiempos de descanso Bueno… en realidad no es fácil pero si prioritario… la casa y los niños pueden gritar. La ropa y los platos sucios pueden esperar. Tu sistema nervioso, no. Date tus tiempos. He de confesar que yo me la paso recomendando todo esto y a veces, no siempre, a mi también se me olvida hacerlo y luego la ando pagando con un dolorón de cabeza o una gripa infernal. No, no hagas como yo. ¡Cuídate! Posiblemente tengas que pasar por un periodo de pruebas y errores, no te desesperes. También en cierto que cuando los niños van al cole es más fácil que cuando no. Usa ese tiempo para cuidar de ti. O saliendo de trabajar, toma a tus hijos, vayan a hacer alguna de estas actividades a un parque y verás. Lo importante es que encuentres lo que funciona para ti y lo hagas. Haz todas estas cosas, no tanto por necesidad ni como patadas de ahogado (aunque sé que a veces así es) sino por amor. Amor a ti misma y respeto a tu cuerpo –que es distinto al otro 80% de la población. Mi abuela decía, “La sana compasión empieza por uno mismo.”… y sí. Así es. Cuando no sepas qué hacer o cómo hablarle a tus hijos… Acércate a tus hijos con: 1) Compasión curiosa Observa a su comportamiento como una ventana hacia su cerebro; nuestros hijos no son unas criaturas maquiavélicas que planean algo terrible. En lo absoluto. Tienen necesidades de conexión, amor, contención y nosotros debemos abrir nuestra mente con curiosidad y compasión para poder ver cuál es su necesidad y cubrirla. 2) Conexión La conexión es la única cuna en donde descansamos y crecemos emocional, mental, espiritual y físicamente. Es hacerles sentir apreciados, sentidos, vistos, escucharles para entenderlos, no para juzgarlos. Es darnos cuenta y validar todos sus emociones e invitándolos a un espacio de confianza y seguridad. 3) Calma Corremos todo el día haciendo un millón de cosas y pocas veces nos damos el tiempo para un baño de burbujas, ir despacio, tranquilas, una caricia, un masajito, Tirar todo y ponernos a jugar con nuestros hijos es lo mejor que podemos hacer… y a veces ¡es lo único que vale la pena de todo el día! 4) Co-regulación Es trabajo de nuestro sistema nervioso central captar las energías y humor de otras personas. Si estamos de mal humor, de inmediato, los niños estarán de malas también. Entonces, si queremos a nuestros hijos tranquilos y amorosos, nuestra calma y nuestro amor siempre es un buen lugar por donde comenzar. 5) Consciencia Se trata de darnos cuenta cuando estamos siendo reactivos y regresar intencionalmente a una relación con conexión. 6) Comunicación Expresando nuestros sentimientos, empatizando con sus emociones, necesidades, creencias, peticiones, de manera respetuosa sin culpas, vergüenza, juicios ni críticas. Al proveer comunicación verbal y no verbal honramos su persona completa. 7) Fortaleza No te dejes engañar por la crítica de los demás, la Crianza Consciente requiere de mucha, mucha fortaleza. Es mucho más fácil aventar gritos y golpes, echar culpas y hacer a los demás responsables de nuestras emociones. Pero nosotros hemos elegido otro camino. Toma mucha fuerza responder con empatía y modelar la regulación emocional que queremos que nuestros hijos desarrollen Toma mucha fortaleza reconocer nuestro miedo y nuestro dolor y trabajar en ella para ya no heredarla. Toma mucha fortaleza soltar el control y abrir espacio para la compasión. Así que, cada vez que no sepas qué hacer o cómo hablarle a tus hijos, sé gentil. Nunca hay error ahí. No podemos ser perfectos todo el tiempo, pero siempre podemos practicar para ser más amorosos. ¿Cómo manejar los temas difíciles con los niños? En esta era, en la que nos llegan miles de noticias a la palma de nuestras manos… noticias que los niños no deberían enterarse… y, obviamente, se enteran… y, obviamente, nos hacen preguntas… Hay veces ya no sabemos cómo explicárselos, muchas veces porque nosotros mismos tampoco lo podemos comprender. ¿Qué podemos hacer? Bueno, depende del tema y también de la edad del niño. Pero a grandes rasgos es importante cubrir estos 5 puntos: 1) No mentirle Eso es lo que se hacía en generaciones anteriores, “si tu tío y tu tía, si se casaron, tu no fuiste a la boda porque… porque… bueno… pero sí están casados bajo la iglesia y no viven en pecado… y ¡ya vete a jugar!” No. ¡Por favor! Los niños son muy inteligentes y es mejor que, bajo nuestra guía, lleguen a las consecuencias correctas (y no que se inventen un mundo de locuras tratando de entender). “Si, tus tíos viven juntos, no fuiste a su boda porque no hubo, ellos decidieron no casarse y así esta bien.” O… “Si, hay hombres que se enamoran de hombres (o mujeres de mujeres) y es normal.” O… “Si, hay todo un problema por el calentamiento global, por eso no usamos tanto el coche y nos vamos caminando al cole.” O… “Si, hay guerra en otras partes del mundo y a mi también me angustia horrible.” 2) Validar Las emociones, la situación, los posibles efectos secundarios y consecuencias… “Estamos super tristes / preocupados / consternados / angustiados… ¿Cómo te sientes tu?” 3) Investigar Junto con ellos, en diferentes fuentes fidedignas con el objetivo de obtener más información, hacer comparativos y analizar para generar un criterio amplio y pensamiento analítico. “Aquí dice que (x), en esta otra cuenta dice que (w)… ¿tú qué opinas?” Finalmente hay muchas cosas cuyas verdades jamás vamos a conocer (ej: el origen del Covid…) lo que finalmente importa es cómo nos afecta a nosotros y qué podemos hacer al respecto. 4) Hacerlos sentir seguros “Papá y mamá te estamos cuidando, estás en un espacio seguro y perteneces a una familia que te ama. Estamos tratando de hacer de este un mundo mejor y evitar que algo nos pase.” 5) Pregunta “¿A ti qué se te ocurre?¿Cómo lo solucionarías?” Esto sirve para eliminar la impotencia y la desesperación. Si te dice soluciones totalmente fantasiosas, se vale. Entre más locas ¡mejor! Eso lo va a empoderar y a sentir que puede con lo que sea. Antes de responder a sus dudas, piensa bien qué y cómo se lo vas a decir. Piensa bien a cuál conclusión quieres que tu hijo llegue. ¿Hay armonía? ¿Hay respeto? ¿Inclusión? ¿Provee paz? Los temas difíciles se manejan con apertura, con naturalidad, con ética y con un lenguaje sencillo para que los niños lo entiendan. Lo más importante es generar la apertura al diálogo para que sigan preguntándonos a nosotros –y no a sus ¡amigotes! Los métodos tradicionales de disciplina nunca han hecho a nadie más maduro. De hecho los castigos, regaños, amenazas, insultos, etc. es lo que hacemos para compensar a la inmadurez. Habemos muchos adultos que fuimos disciplinados, claro que sí. Pero eso no necesariamente nos hizo aprender de nuestros errores, ni a hacer lo correcto. Tras años de investigaciones, se ha demostrado que la parentalidad no debe tener nada con el control ni con empujarlos a ser lo que todavía no pueden ser, ni ha hacerlos sentir lo que no sienten. De hecho, por más corajes que hagamos nosotros, no hay manera de controlar cómo se sienten, por ejemplo, durante un berrinche o una decepción. La idea errónea de que la parentalidad es corregir el comportamiento, enseñarle a los niños cómo actuar y qué decir, desvía completamente la naturaleza del desarrollo humano. De la misma manera que no puedes enseñarle a una semilla de higo, crecer hasta ser una higuera, nosotros no podemos controlar su crecimiento ni su destino. Soltar la idea de controlar a los hijos te puede ser muy difícil especialmente si te da una sensación de seguridad. Controlar el desarrollo de los niños –cambiarlo o acelerarlo– nunca ha sido nuestro trabajo. Debemos dejar de empujar a los hijos hacia su independencia, creyendo que una “disciplina correcta” los llevará ahí. No somos entrenadores. En realidad, nuestro trabajo es casi como el de un jardinero; es solo dar las condiciones adecuadas para que esa semilla crezca hacia lo que debe ser. Lo único que sí podemos hacer en cuanto a las emociones es: – Ayudarles a nombrarlas y enseñarles a trascenderlas. Lo único que sí podemos hacer en cuanto a su comportamiento es: – Hacerlos pensar hacia una mejor toma de decisiones. – Aprender de sus errores a base de la narración de los eventos. – Ayudarlos a ver otras opiniones y puntos de vista. – A pensar en los demás. – Y en si mismos también. – A gozar de los momentos simples. – A seguir su brújula interna. – A ser resilentes cuando la vida los tumba. Les servimos mejor a nuestros hijos si nos concentramos en fortaleces su relación con nosotros, relaciones amorosas que los aterrizan en esta vida, una base segura, un lugar en donde acurrucarse cuando el mundo es demasiado hiriente. Nuestro trabajo “solamente” (y lo pongo entre comillado porque es más complejo de lo que parece) es ser su Apego Seguro, haciéndoles saber que cuentan con nosotros en las buenas, malas, volteadas y volteretas. Siempre. Y es con esa compañía constante y amorosa que, sí, pone limites y llama la atención cuando es necesario, que ellos, poco a poco, día con día, año con año, van madurando. Recuerda, el cerebro de nuestros hijos madurará hasta los 25 años… así que ¡toma aire y disfrútalo! ¿Porqué NO esta bien dejar a los niños llorando solos? Los padres, madres, terapeutas, psicólogos… tenemos una enorme responsabilidad con el cerebro de los niños. Dependiendo de nuestro trato, su cerebro se desarrolla de una u otra forma. Los ríos neuronales se conectan de manera distinta; dicho con otras palabras, si nosotros gritamos, golpeamos, insultamos, amenazamos a los niños, o los dejamos llorando solos, su cerebro –físicamente– se deforma. Hay papás que me dicen, “Pero si yo nunca le he pegado… le grito hasta de lo que se va a morir, pero golpeado, jamás.” Bueno… Para el cerebro de tu hijo, es lo mismo. El dolor físico y el dolor emocional activan exactamente las mismas partes en el cerebro. ¿Esto que significa? Que para el niño, es exactamente lo mismo una cachetada que un insulto. Es lo mismo una golpiza de 20 minutos que dejarlos llorar solos durante 20 minutos. Un niño que vive rechazo o aislamiento social (“Vete a tu cuarto y no puedes salir de ahí hasta que te calmes…”) se activa la parte simpática del sistema nervioso, es decir el Modo Sobrevivencia. Esto libera a las hormonas de estrés y esto puede iniciar una respuesta inflamatoria en el cuerpo. Si están atorados mucho tiempo en este estado, se empiezan a presentar daños en el sistema ejecutivo del cerebro y la memoria. Y eso nos lleva a mal formaciones cerebrales, daños como enfermedades físicas y emocionales como la ansiedad y la depresión. Otra consecuencia es que los niños se empiezan a aislar de la familia o amigos porque la conexión humana es demasiado dolorosa para ellos. Los chancletazos nos pueden romper los huesos, pero las palabras y el aislamiento, son igual de dañinas para su psique, su auto-estima, su cerebro, su sistema de creencias, su cuerpo, su corazón… su vida. Solo tenemos una oportunidad para ser buenos papás y mamás. Piensa muy bien qué vas a hacer. 8 de la noche, la casa toda tirada, los niños siguen vueltos locos, no han terminado su tarea, ni se han bañado, mañana hay clases, y todavía falta merendar. Ese es un momento en que quisiéramos que tuvieran un botón y pudiéramos controlar a los hijos. Podemos coercionarlos, manipularlos, amenazarlos, gritarles o avergonzarlos para tratar de que hagan lo que nosotros deseamos, pero aún así NO hay garantía de que lo vayan a hacer. A veces hasta nos gritan, “¡No quiero! ¡Y no puedes obligarme!” Haciéndonos retorcer como lombriz en limón, ante una dura realidad. Es totalmente cierto: no podemos meternos a su cuerpo y hacer que recojan sus juguetes. No hay manera. Por más que quisiéramos. No podemos controlar a nuestros hijos de la misma manera que no podemos controlar el clima. Nuestro poder TAMPOCO esta en discutir, defender o entrar a las batallas de poder tratando de controlar la situación o a ellos, de la misma manera que no podemos controlar a una nube llena de agua a punto de explotar en lluvia. ¿Dónde se encuentra nuestro único poder? Nuestro poder SOLO se encuentra en lo que si podemos controlar. ¿Eso qué es? Nosotros mismos. Nuestro comportamiento. Nuestro auto-control. Qué decimos y cómo lo decimos. Cuando la nube (el hijo) explota, nosotros podemos buscar refugio o salir a bailar en la lluvia. Podemos refugiarnos y permanecer tranquilos hasta que la tormenta pase para después salir a jugar con los charcos. La decisión es totalmente nuestra y ahí sí tenemos injerencia. Cuando los niños explotan podemos unirnos a su caos o ser conscientes y aplicar la Co-Regulación. Por eso digo que el auto-cuidado es primordial en la parentalidad. Si nosotros estamos bien, podemos ser una base segura ante la explosión emocional y falta de auto-control de los niños. Recuerda que: Los niños deben de retar nuestros límites. Nuestro trabajo es ponerlos de manera firme, amable y consistentemente. Si ellos no están de acuerdo debemos dar espacio a la expresión. Es totalmente válido. A veces, podemos negociar. A veces, no. Pero nosotros no debemos ni intentar controlarlos ni perder el auto–control. El área prefrontal del cerebro o Cerebro Superior de un niño, todavía no esta desarrollado (esto se logra hasta los 25 años… a veces). Esto implica que habrá muchos retos en la regulación emocional y el control de los impulsos, el pensar, el analizar, el planificar y el resolver problemas. La responsabilidad de nuestras acciones y palabras cae en nosotros, no en los hijos. Por las dos razones previamente mencionadas; una, no los podemos controlar y dos, su cerebro no esta maduro. En situaciones como la anterior ¿qué podríamos hacer? Bueno… lo primero sería entender qué fue lo que salió mal para prevenir y evitar que sean así todas las noches. Y ¿esa noche? El sueño es de vital importancia porque si no al día siguiente van a andar de mal humor y con muy poca disposición para cooperar. Entonces, primero, permanece tranquila, no es culpa de nadie. Segundo, prepara una cena rápida y mete a los niños a la cama lo más pronto posible. Todo lo demás, puede esperar. Los Niños Altamente Sensibles, no miran, escanean. Cuando yo era chica, escaneaba a las personas, de renglón en renglón. Especialmente su rostro. Analizaba profundamente sus ojos, sus líneas de expresión, si su risa era honesta o no, si podía confiar en ella o no. Con solo observar, entendía perfectamente a ese Ser Humano frente a mi. Claro que, con los años y las malas opiniones de los demás, –“Estas loca”, “Tu y tus malas percepciones”, “No es posible conocer a una persona con solo mirarla”, “Estás mal”, etc– y la incomodidad del observado (**suspiro**) …dejé de hacerlo. Claro que ahora, no reconozco a nadie. Obviamente. Por respeto al observado dejé de mirarlo y ahora, si me los encuentro en otro contexto, no tengo ni la menor idea de quién sea. Hace unos años, cuando daba clases de yoga, se apareció una chica sin maquillaje, cabello marrón y una muy mala actitud (su hermana la llevó a fuerzas). Tiempo después me la encontré en una boda con muchísimo maquillaje, cabello rubio y toda la actitud de “véanme, ya llegué”. Me saludó y me quedé completa y absolutamente confundida… “¿…tú eres…? ¿…y porqué crees que me conoces…?” Puedo reconocer a los actores en diferentes películas, con diferentes maquillajes y ropa de época, porque ahí tengo toooodo el tiempo del mundo para observar todos los detalles de su rostro, pero, a la mamá del cole de mi hijo, mejor ni la veo no se vaya a sentir observada / escaneada. El caso es que, justo hace una semana platicaba con una señora que vende productos para la belleza y acaba de descubrir que es Altamente Sensible. Le decía que puede utilizar su super don para escanear a las personas, su piel y ofrecer los productos que le servirán mejor. Ella terminó la conversación conmigo super entusiasmada y feliz. Esto de la Alta Sensibilidad es un super poder, sabiéndolo utilizar… ¡en el contexto adecuado! ¿Qué decir cuando tu hijo se queja? Es horrible, nosotros estamos haciendo mil cosas para darles gusto a los niños, cubriendo sus necesidades de la mejor forma, y que no salgan con un “¡Ash! Yo así no lo quería”. “¡Ash! No me gusta.” “¡Ash…!” Sí dan ganas de ahorcarlos. Sí se nos tuerce la tripa. Sí sentimos toda la frustración de la galaxia entera. Es horrible. Te entiendo. Yo me desvivo en la cocina y a ese niño Altamente Sensible, no le gusta nada. Y cada vez, cada día, cada comida, se me retuerce el hígado de ida y vuelta. No estás sola. Pero, yéndonos más profundamente, lo que más miedo nos da es que se vuelvan mal agradecidos. Que no valoren todo lo que sí tienen y no sabemos cómo revertir eso, ¿cierto? Aquí hay tres ejemplos de lo que sí les podemos decir. 1) Cuando tu hija se queja: “Ash, solo pude jugar una hora hoy.” Tú le puedes decir, “Si, te entiendo. Tu querías jugar mucho más tiempo. Es super lindo que hayamos tenido el tiempo para jugar hoy, ¿no crees?” 2) Cuando tu hija se queja: “Ash, yo quería otro juguete, no este.” Tú le puedes decir, “Lo sé, cariño. También estoy pensando que este juguete es genial para lo que queremos jugar ahorita, ¿verdad?” 3) Cuando tu hijo se queja: “Ash, ¡no quiero eso para comer!” Tú le puedes decir, “Gracias por decirlo. Es buenísimo que tengamos comida para elegir, ¿no lo crees?” Lo interesante es que no estás desechando sus emociones, ni invalidando sus deseos, ni siendo sarcástico o metiendo ideas crueles en su cabeza. Solamente estas girando un poco el punto e vista. Si te fijas la primer frase, valida. “Lo sé, cariño”, “Te entiendo”, “Gracias por tu opinión”. Al validar lo que hacemos es reconocer que su punto de vista y decirle que sus opiniones son válidas y respetables. La segunda muestra otra realidad para estar agradecidos. Es buscar lo lindo, es mostrar aquello que sí tenemos. Muchas veces, cuando otra persona nos hace ver, “No sabes lo afortunada que eres al tener (x)” empezamos a valorar más, ¿cierto? Aquí estamos haciendo lo mismo, mostrando el otro lado de la moneda. Y es con esa voltereta que enseñamos a los niños a ver las situaciones de la vida desde otros puntos de vista. Estaremos generando adultos con un criterio amplio. ¡Qué maravilla! La Universidad de Waterloo, observó a niños en sus propias casas y descubrieron que el 96% de ellos, mienten, en algún momento. Según este estudio: Niños de 4 años mienten, en promedio, cada dos horas. Niños de 6 años, cada hora. Y los adultos mienten 1 o 2 veces al día. ¿Porqué mienten los niños? Depende mucho de la edad. Niños pequeños mienten por: – fantasía, no conocen la linea que divide la realidad de la fantasía. – dicen lo que desean que les hubiera pasado – intentan que sus necesidades sean cubiertas o buscan sentirse emocionalmente a salvo Niños más grandecitos, mienten por que: – les da miedo meterse en problemas – quieren hacer la historia más emocionante – no quieren lastimar los sentimientos de alguien – hay una necesidad que no esta siendo cubierta – sienten que algo no es justo – pleitos entre hermanos ¿Qué podemos hacer? Primero que nada, a nosotros nos toca entender que su cerebro todavía esta en desarrollo. Castigarlos no tiene ningún sentido, porque el problema de raíz no es malo, ni patológico ni nada de que preocuparse todavía. Es importante explicar la diferencia entre los hechos y la fantasía, lo correcto y lo incorrecto, pero lo más importante es crear un espacio seguro y tranquilo para que ellos se sientan con la confianza de decir la verdad –su verdad, su perspectiva, su versión de la situación. Pequeñas mentirillas blancas, como exagerar, pueden ser ignoradas. En realidad no lastiman a nadie y el niño solo quiere ser visto. Cuando las mentiras implican un poco más que la simple fantasía, es importante empezar a distinguir el cuento de la realidad. Le puedes decir algo así: “En nuestra familia decimos la verdad, ¿quieres volver a intentar contar tu narración?” O “¿Eso pasó de verdad o es una historia?” Cuando las mentiras vienen del miedo a meterse en problemas, recibir un castigo o un regaño, podemos decir algo así: “Mmmh, eso no suena bien a mi, me gustaría que fueras honesto. Prometo que no te meterás en problemas si me dices la verdad.” En los niños, decir mentiras es normal, pero es nuestro trabajo: 1) Ponernos el traje de detectives y entender bien por qué lo están haciendo y hacer los cambios correspondientes. 2) Reforzar la honestidad como un valor de nuestra familia. 3) Acercarnos más a ellos. Recuerda que el Apego Seguro es lo más importante. Definitivamente, preferimos que nos digan la verdad y que se acerquen a nosotros, ahorita en las pequeñas cosas si… y, cuando sean adolescentes, con temas más importantes e íntimos también. Pero no nos contarán nada si saben que los castigaremos. En este sentido, el castigo es negociable. La verdad y el Apego, no. Explícales que la honestidad es un principio No Negociable. Que decir la verdad en nuestra familia es Muy Importante y, como siempre, asegúrate de ser un buen modelo a seguir… y no seas de los adultos que mienten 1 o 2 veces al día. Ellos se dan cuenta ¡de todo! Las Personas Altamente Sensibles tenemos un cerebro con un cableado diferente orientado hacia la sobrevivencia. Estoy segura –aunque no tengo pruebas– de que cuando empezaron a aventar la basura al mar, un HSP dijo, “…pero esa es una muy mala idea, ¿qué vamos a hacer cuando el mar se llene de basura?” …y el otro 80% se rieron de él. Bueno… hubieran escuchado. El fin de semana pasado estaba con mi hijo en el centro comercial… gracias a una amiga conocedora del tema, ahora sé que el 99.99% de la ropa que traen a mi país, o contamina al planeta (con las telas, los tintes y el desperdicio de tela), o no le pagan bien a sus trabajadores (incluso hay trata y abuso detrás de la ropa más fina y cara… y de la barata también) o son crueles con los animales (los productos de piel como las bolsas, los zapatos, etc.). Y que cada centavo que gastemos en esas empresas es apoyar a esa mal praxis. Ese día le tenía que comprar algo a mi hijo y me sentía fatal entrando a las tiendas de moda rápida que son las peores de todas. Caminamos todo el centro comercial y no encontramos lo que necesitábamos. Luego fuimos al restaurante que mi hijo felizmente eligió, una cadena trasnacional, que estoy segura que no usa comida orgánica, ni vacas felices, ni pan de masa madre. Sino todo lo contrario. Pedí un pescado con brócoli al vapor –si, también me sentí culpable por ser tan cruel con mi paladar, pero era lo único amigable con mi talla de ropa. Luego nos subimos a mi coche que usa gasolina, sobre una calle de asfalto cero amigable con… nada ni nadie. Como no encontramos lo que necesitamos, me metí a comprar sus camisas en linea en una tienda orgánica, de algodón orgánico, los precios estaban bastante decentes… claro que, me los van a enviar por paquetería y eso es gasolina y contaminación y blah, blah… Días como aquel, me hacen reflexionar cómo es que hemos hecho todo mal, como humanidad. Me hacen sentir con culpa todo el tiempo, he dejado de disfrutar las cosas y las experiencias… y tampoco esta bien. Tal es mi crisis que quiero cambiar al mundo, pero no sé cómo empezar. Y, honestamente, no me toca. Al menos no a mi sola. Necesito de tu apoyo para empezar a hacer un cambio significativo. ¿Qué sí podemos hacer? Cada decisión que tomamos es un indicativo para las grandes empresas. Si apoyamos a tiendas sustentables, responsables a nivel social y ecológico, y también, conscientes con los animalitos… cada dólar que gasto, es una flecha de “por aquí”. Hace años la yoga no existía en este lado del planeta y ahora es una industria millonaria, porque la gente lo pidió. Lo mismo sucede con la comida orgánica y de comercio justo. Y ahora el movimiento hacia la ropa sustentable y de salarios justos viene con mucha fuerza. Nosotros, las Personas Altamente Sensibles, claro que por empatía solemos voltear la cara al otro lado porque nos duele. Voy de acuerdo, no veamos los videos, no necesitamos hacerlo. Ya con saber lo que sucede, se nos revuelve la panza. Al mismo tiempo, estamos programados para la sobrevivencia. Hagamos consciencia de ello y, te invito a programar acciones y gastos hacia las empresas que hacen un esfuerzo extra para salvarnos como especie y como planeta. Comercios locales que luchan no solo por salir adelante, sino también por aportar su granito de arena hacia un mundo mejor. Claro, no siempre se puede o no en totalidad. También hay momentos en que debemos soltar y ni modo. Al mismo tiempo, haciendo este esfuerzo, iremos cambiando las cosas poco a poco. Vivir en consciencia no hace nuestra vida diaria más fácil. Pero el saber que apoyas el lado correcto de la balanza, que aportas hacia la vida, vale la pena el esfuerzo extra… y podremos dormir con la consciencia más tranquila de darle un mundo mejor a nuestros hijos y nietos. Cuando los niños lloran aparentemente “de la nada” El miércoles llegó mi hijo llorando, peleando que necesitaba ayuda con su tarea. Era matemáticas y puede hacerla con mucha facilidad (eso definitivamente ¡no lo heredó de mi!), sin embargo ese día, no daba una. Las cosas más simples se le atoraban en la cabeza y yo le decía, “…pero si tú ¡ya lo sabes!”. Nos costó un poco de trabajo saber a qué se debía tanto pleito y tanta desesperación hasta que él dijo, “El problema es que es hoy. ¡Hoy no puedo hacerla!” Lo acompañé, lo ayudé a pensar, hicimos la tarea juntos –yo no hice nada, en realidad sólo le hice las preguntas para que él lo resolviera. Parecía que habíamos pasado la tormenta. Peeeeero… al rato se apareció con otro pretexto para llorar. Después de escucharlo… (suspiro)… me dijo argumentos largos y razones que no venían al caso, le pregunté, “¿Tuviste un día difícil en la escuela?” “No.” respondió extrañado ante mi pregunta. “Okey, entonces eso no fue,” pensé. Decidimos no ir a la natación, decidimos quedarnos en casa a jugar, a construir bloques y hacer una batalla épica de buenos contra malos. Un rato después, me cayó el veinte. ¡PLIN! ¡Cambió el horario el domingo!… (que, en realidad me parece un crimen… ¿Cuántos artículos he escrito sobre mi odio al cambio de horario?) … el lunes los niños –todos– llegaron tarde al cole. Mi hijo anduvo como en cámara lenta toda la tarde. El martes traía dolor de cabeza, y yo lo forcé a ir a su terapia (para la dislexia) porque no puedo cancelar sin previo aviso. Y, como cereza del pastel, el miércoles que fue el primer día que se levantó de noche para llegar a tiempo, las funciones ejecutivas de su cerebro estaban en corto circuito. Y, como cereza en el pastel, el jueves amaneció mal de su pancita. Y ya decidí no llevarlo al cole y tener un día de pijama, juego y siestas. Es decir, Cuatro días después del cambio de horario seguíamos teniendo efectos secundarios… 1) lento 2) dolor de cabeza 3) funciones ejecutivas neuronales en huelga 4) diarrea Y en todos los días, necesitaba encontrar razones para llorar, gritar, pelear y desahogar su Sistema Nervioso Central. Este es solo un ejemplo de cómo funcionamos las Personas Altamente Sensibles. Algo que sucedió hace tres o cuatro días (o, en algunos casos, semanas) nos sigue trayendo efectos secundarios. Especialmente si no hacemos caso o no tomamos medidas preventivas. Posiblemente me hubiera ahorrado todo lo de esa semana si no lo hubiera forzado a hacer sus “obligaciones”. Muchas veces suponemos que con dormir en la noche es suficiente… y no lo es. Esto del cambio de horario es solo un ejemplo, lo del llanto de “la nada” es un indicativo de que algo no esta bien, que se sobresaturó y que hay necesidades importantes por cubrir. Es necesario permitir que se exprese, que llore y que se desahogue. El reto es, – tener la paciencia para aguantar la tormenta emocional – echarnos el viaje hacia atrás y encontrar la razón – dar el apoyo y la contención que necesitan para el desbordamiento – hablar con ellos, validando y apoyando – y, para la próxima –si es posible– tomar medidas preventivas. “Esto del cambio de horario nos afecta un montón, vamos a dormirnos temprano para que no te afecte tanto mañana, ¿te parece bien?” O “Pasamos demasiado tiempo en la fiesta y estás saturado. Ven, vámonos a casa a un espacio tranquilo. Mientras manejo ¿quieres música o no?” O “Ha sido una semana pesada. Pasaron muchas cosas y traemos las emociones por todos lados. ¿Necesitas llorar? Aquí te acompaño.” Es decir, validamos la experiencia y redirigimos con posibles soluciones. Son los detalles lo que hacen la diferencia. Sentía que le estaba haciendo trampa a la vida. Como cuando vas a hacer algo súper travieso a las espaldas de mamá y estás esperando que no te voltee a ver justo a media movida. Así. Mi papá me llamó “loca” toda mi vida. Bueno, pues puedo usar esa “locura” para buenas ideas. Contexto #1 Mi esposo se fue de viaje de negocios. Me había estado tentando con la idea de acompañarlo y a la mera hora no se pudo. Yo me quedé con el ññggghhhñññ atorado en la garganta. Contexto #2 Tengo un miedo irracional a perderme. Siento que desvanezco en el aire. Cada vez que me extravío en la calle entro en pánico, sudo frio, hiperventilo y… me pongo muy muy mal. Ya lo estoy trabajando. Pero, en el mientras, no me siento cómoda como para agarrar mi coche y tomar carretera. Además tenemos 39,485,293 cosas que hacer y no podía irme mucho tiempo. Contexto #3 Yo quería eso: la experiencia de hotel. El aroma del hotel. Dejar de cocinar. El pedir Servicio a Cuartos, un Club Sandwich y ver una película equis que estén pasando en un canal equis. Levantarnos tarde, Sin la angustia de “el perro tiene hambre, pis, tengo ropa que doblar y platos que lavar y guardar”. Jugar y jugar y jugar con mi hijo. Sin ningún tipo de interrupción. Tiempo de Re–Conexión sin prisas ni culpas. Alberca. Crema para sol. Toallas que no me toquen lavar a mi. Camas que no me toquen tender a mi. Resolución Tomé mi coche, mi niño, dos pequeñas maletas con trajes de baño y nos hospede en un hotel local. Si. En medio de mi ciudad. Aaaaaahhhhhhh…. (Te lo súper recomiendo… ¡En serio!) Una mini–escapada. Una noche. Una súper adaptación a las circunstancias que sí son reales. Fue Lo Máximo. Mi hijo fue El Más Feliz (con ganas de más, obviamente). Una noche después de todo lo anterior, salimos súper relajados, llenos de endorfinas, oxitocina y puras cosas buenas, sanas y lindas. Con la enorme ventaja de que el viaje de regreso no nos agotó –porque típico, el avión, el relajo, el aeropuerto, la desvelada… regresas a casa tan estresado y cansado que necesitas otras vacaciones. Lo más curioso fue que después de todo, empecé a ver a mi ciudad de una manera diferente. Los árboles, los pajaritos, las calles… todo cambió para mi: sí me puedo relajar en mi propia ciudad. Finalmente, solo tenemos el momento presente. Los niños crecen demasiado rápido. Solo tenemos una oportunidad. ¡Hay que aprovecharla! Es importante permitir que – durante el tiempo correspondiente – vivan la tristeza. Cuando tratamos de distraerlos, componer la situación o prevenir su tristeza, no funciona. Generalmente resulta en un berrinche cuatro veces mayor, o en un “misterioso” aumento de sus alergias o dolores de pancita. ¿Qué si podemos hacer? En lugar de distraer: “No llores, no pasa nada. ¿Te parece bien si vamos por un helado, para que ya no llores?” Mejor, muestra empatía: “Sé que esto es súper difícil para ti. Estoy aquí si me necesitas.” En lugar de alejarlo porque su tristeza te hace sentir incómoda: “Ve a tu habitación y cuando dejes de llorar, vienes.” Mejor normaliza a la tristeza: “Esta bien sentirse triste. Todos la sentimos a veces.” En lugar de ser positivo tóxico: “Mejor, piensa en algo feliz.” Mejor sugiere una estrategia para trascenderla: “¿Quieres hablar o escribir sobre lo que sientes?” En lugar de hacerlo sentir roto: “¡Ay ya! ¡Deja de llorar! ¿Qué te pasa?” Mejor escúchalo: “Aquí estoy para ti si quieres hablar o si necesitas un abrazo.” Cuando empujamos los sentimientos incómodos a un lado, enseñamos a los niños a: – embotellar sus sentimientos lo que resulta en explosiones intensas después. – prevenir aprendizaje emocional – detener la sanación emocional – enfermarse físicamente En cambio cuando abrazamos sus emociones tal y como vienen, enseñamos a los niños a: – auto-calmarse – levantarse – salir adelante de heridas físicas y emocionales – resilencia y entereza Las emociones vienen y, si se lo permitimos, se van. A veces puede ser tan rápido como 3 minutos. Pero la única forma en que se vayan es a través de sentirlas. Es como si fueran un mensajero que no se retira hasta haber dejado su recado. Si no le hacemos caso, se quedará ahí “Hey, tú, oye, escucha, tengo algo que decirte, hey, hazme caso, oye, mírame…” Debemos enseñarle a nuestros hijos a quedarse ahí, escuchando. Sí, duele. Pero sólo unos momentos. Una vez entregado el mensaje, se va. Se trasciende. Y evoluciona. ¿Sientes que eso hace nuestro trabajo de padres más difícil? Bueno… yo mejor pienso que lo hace más completo. En donde estamos forjando a personas completas e íntegras. ¿Porqué es importante permitir que los hijos vivan las consecuencias de sus acciones? Si se le olvida el lunch, permitir que pase hambre. Si se le olvida el suéter, permitir que pase frío. Si se le olvida hacer la tarea, permitir que la maestra la regañe. Si decide pasarse un semáforo en rojo, permitir que ella pague los daños con su dinero. ¿Para qué? Para que piense cómo se va a sacar del lío. Para que se aprenda a parar en sus dos pies. Para que sepa que su vida la va a vivir ella. Y nadie más. Para que sepa que las consecuencias de sus acciones son de ella. Y de nadie más. Para que se la piense bien antes de cometer una burrada. Para que sepa que sí puede. Para que sea resilente, responsable, íntegra, fuerte. Para que salga adelante con la frente en alto. La vida es mucho más dura de lo que somos nosotros. Permite que ensaye en un espacio seguro cómo es eso de caer y volverse a levantar. Para que cuando la vida la tumbe, porque la tumbará más de una vez, que ella sepa que siempre se puede volver a levantar. Abrir las puertas de las consecuencias naturales, en realidad, es un acto de amor. ¿Porqué los hijos insisten tantas veces? Básicamente, están conociendo nuestro estilo de parentalidad. Cuando somos Autoritarios, los niños descubren que en todo hay limites y que NO SE MUEVEN. Aunque sea una emergencia, aunque duela, aunque llore… No.Se.Mueven. Los niños aprenden eso. Y rápido, dejan de intentarlo. La pared es tan grande que se dan por vencidos. Cuando somos Permisivos, los niños descubren que los limites NO EXISTEN. Aunque sea malo, incorrecto, indebido y dañino para ellos y/o los demás. Los niños aprenden también que, no vale la pena. Todo se da fácil y rápido. Pagan un precio en la creatividad, la iniciativa, la paciencia… se dedican a estirar la mano y ya. Cuando somos Ausentes, los niños se sienten invisibles y buscan por donde sea –literal– un espacio, una familia con quien pertenecer, ser vistos y valorados. Así sea una pandilla, una secta… o cualquier otra relación tóxica. Finalmente no importa, porque “yo no valgo nada”. Cuando somos Autoritativos, los niños aprenden que su voz vale y la ejercen ¡vaya que si! Aprenden que sus emociones son reales y hay que gestionarlas. Aprenden que sus anhelos y sus metas son alcanzables, que sus relaciones de familia y amigos son respetuosas y reales. Entienden que su corazón y felicidad es Lo Más Importante. Pero mientras llegan a estas conclusiones, mientras entienden nuestro tipo de parentalidad, van a estar haciendo un montón de pruebas. “…y si le digo esto a mamá?” “No… mala idea…” “…y si mejor hago esto otro…?” “Mmmh… no funcionó como yo quería…” “¿…y si repruebo matemáticas?” “Oh, cielos ¡eso fue una idea fatal!” “¿…y si…?” Casi como carritos chocones. Y mientras nosotros con la cabeza apunto de estallar, “¡Cuántas veces te tengo que decir que nooooo, que no puedes comer 50 galletas!” “¡Cuántas veces te he pedido que eches tu ropa sucia al cesto?” “¿De verdad crees que te llevaré al cine con tus amigos si no haz hecho tus deberes?” “Puedo entender tu punto de vista, esta bien si estás enojado, mi respuesta sigue siendo ’no’.” “¿Cuántas veces he respondido a tu pregunta? ¿Y qué crees que te diré otra vez?” “Tienes (x) problema, ¿cómo lo vas a resolver? ¡Yo no lo voy a hacer por ti! Tú te metiste en esta. Sé que tienes la capacidad para sacarte adelante. Aquí estoy para acompañarte y apoyarte así que dime, ¿cuáles ideas tienes?” Su insistencia es Mucha. Porque están buscando, sí apoyo, sí ayuda, sí una manera de entender esto que se llama vida. Y nosotros debemos de enseñarles cómo se juega. Nuestra firmeza, basada en principios éticos, debe ser igual de firme. No se trata de imponer reglas inamovibles. Ni de ser crueles. Ni de gritar. Ni de perder la paciencia. Sino de entender quién es nuestro hijo, qué tipo de parentalidad ejercemos y cómo le ayudará esto para salir adelante en la vida. Porque ese es nuestro trabajo: los estamos preparando para la vida. Y la vida tiene consecuencias. Y nos enseña que no siempre podemos tener lo que queremos. Y eso duele. Y nos frustra. Y nos podemos quedar tirados. O nos podemos levantar. Es importante ser firmes en lo No Negociable para enseñarles a ser resilentes y salir adelante a pesar de lo que no nos gusta. Y si eso implica repetir lo mismo 59 veces… bueno, pues ¡lo hacemos! Recuerda que tu hijo no es una mala persona. Esta aprendiendo. Y nuestro trabajo es encauzar toda esa fortaleza e inteligencia que tienen hacia una meta más grande. Reflexiones tras una sesión de fotos Era obligatorio: todas debíamos ir. Así que…pues… fui.Cara lavada, zapatos planos y cómodos, ropa deportiva… ¡mis fachas habituales! En cuanto me sentaron en la silla, me sentí incómoda ante la cercanía de la maquillista.“¿Cómo quiere su maquillaje?”“Natural, por favor. “ ¡Claro! Soy Altamente sensible, “puedes ponerme UNA capa de maquillaje delgadita pero que no se note,” le dije. Empecé a escuchar un “ggghhh ghhhh gggghhh… ““¡Ey! ¡Espera un segundo!! ¡¡¡¿¿¿Me estás rasurando las cejassss???!!!” “Nunca en la vida me habían hecho semejante atrocidad”, pensé eso antes de saber que me iban a poner pestañas postizas. ¿Qué? ¿Queeé?“¡¡¿Oye pero ese pegamento se quitaaa?!!”¡¡Ya entendí por qué las modelos parpadean despacio!! ¡¡No es por sensualidad sino por 8 kilos de peso!!Y por si fuera poco, en los ojos, además de colores muy vivos –naranjas y rosas– me puso brillantina … y todo esto, ¿cómo es natural? Y mientras el jaloneo de la que me estaba peinando. Ya me dolía el cuello. En fin… Cuando me vi en el espejo, No Lo Podía Creer. “¿¿¿Esa soy yoooo???” Y entré en una crisis existencial. Mi mamá toda la vida temió que yo fuera una niña creída, payasa, y negó mi alegría y mi belleza sistemáticamente. Mi mamá siguió todas las reglas de la sociedad. En su libro Regena Thomashauer dice que las mujeres en especial, (los varones también, pero a menor grado) tenemos miedo de hablar sobre nuestros logros y nuestra felicidad por miedo a que los demás no lo puedan tolerar. Hemos sido educadas a ser:HumildesCalladasGenerosasNo egoístasA agacharnos ante los demás. Entonces si algo lindo nos pasa, por evitar el dolor de la otra persona, exponemos todo lo malo “si, me fui a la playa pero hacía un calor horrible”, “si, está guapo mi hijo pero ¡vieras que lata da!”Es como si huyéramos de la felicidad y el placer por la falsa creencia de que esto va a generar rechazo y abandono. En mi caso, con mi mamá así era: rechazo, criticas y, tal vez no abandono, pero si una buena espalda. Si a toda la educación social, le agregamos la Alta Sensibilidad, en la cual sentimos adentro de nosotros la incomodidad de los demás… si una persona normal se agacha, nosotros nos enterramos. Durante muchos años tuve a una amiga que era feliz cuando yo le contaba mis desgracias. Hasta que me di cuenta y dije, “¡Ey! ¡Momento! ¡Esta “amiga” apesta! Creo que merezco a alguien que goce mis éxitos y me acompañe durante mis bajones, no al revés.” Ya no le hablo, por supuesto. El día de la sesión de fotos, cuando me vi en el espejo fue crisis absoluta… no sabía cómo enfrentarlo… no sabia si hablar de ello o no… ¿debería ser humilde? ¿Debería quejarme? ¿Debería abrazarlo? Debería gritarlo al viento “¡mírame! ¡¡Esa soy yoooo!!” Me veía tan distinta que también pensé, “No me van a querer entregar a mi hijo en la escuela, me van a decir, ¡¿usted quién es?!”La pregunta de fondo fue: ¿puedo ser ESA mujer? ¿Me puedo enamorar de esta versión de mi? Las fotos ahí están. Impresionantes. Se ven mis arrugas, mis ojos cansados y tristes tras una sonrisa gigante, me veo atrevida, valiente, rota y vuelto a pegar con chapa de oro… Las quince capas de maquillaje no me disfrazan, sino que resaltan mi viaje. Sip. Esa soy yo. Lo que podría parecer un ejercicio de vanidad, termina siendo un abrazo a mi Ser, a mi trayectoria. Esa mujer que se ha caído de bruces más de una vez y que se ha levantado a base de pura voluntad y necedad. Mi invitación aquí es… queridas guapuras, madres HSP:date el permiso a Ser Esa Mujer: Cabrona, Valiente, Irreductible y Hermosa. ¡Dale este mismo permiso a tus hijos! Rodéate de personas que no solo no te aplasten, sino que festejen tus logros como si fueran propios, que gocen tu felicidad y tu brillo 🔅 La próxima vez que veas una foto tuya date nuevos permisos. Permiso a amarte tal cuál eres… permiso a aceptar tu belleza tal cuál es… permiso a ser tú… permiso a brillar… permiso a amar tu trayectoria, todo lo que te trajo hasta aquí… a ser una mujer chingona… a pararte derecha, alta y sin pedir perdón… permiso para triunfar, a ser sumamente exitosa (lo que sea “éxito” para ti)… y permiso para pintar finger a quien no le guste… Porque ese mujerón que ves ahí, eso eres. Y la vida te ama. TAREA: La próxima vez que veas una foto tuya, pregúntate, “¿puedo ser está chingona mujer?”Siiii!!!!Ya lo eres!!(Con todas tus cejas!) ¿Cuándo dormirá mi hijo en su habitación? La famosísima técnica de dejarlos llorar hasta que aprendan, según Estivill es muy efectiva. Pero Carlos Gonzáles en su libro Bésame Mucho desacredita, punto a punto, sus “beneficios”. Posiblemente en la desesperación y el agotamiento de las desveladas, las ideas absurdas de Estivill nos parezcan más cómodas, pero tu hijo pagará un precio muy alto. Efectivamente, aprenden a dormir solos. De ahí a que sea bueno para ellos, es otra cosa. ¿Porqué no es bueno para ellos? Básicamente porque llegan a la conclusión de que, “¿Para qué sigo llorando? No soy lo suficientemente importante como para que alguien venga por mi.” Apagan sus necesidades emocionales y de conexión y, cuando son adultos, tienen problemas con su pareja e hijos pues siguen sin saber cómo conectar ni cómo pedir lo que necesitan. ¡Es más! Ni siquiera se sienten con el derecho de hacerlo pues cuando lo hicieron, nadie les hizo caso. En mi práctica de Coach Parental, te puedo decir que el colecho es uno de los secretos más grandes de las familias, lo siguen practicando a pesar de las recomendaciones del pediatra, psicólogos, maestros y familiares… lo siguen practicando porque intuyen que es lo natural para el cerebro humano. Si me doy cuenta que estoy tocando un tema bastante controversial. Pero… veamos qué nos dice la historia. Desde el inicio de los tiempos las familias dormían juntas, en la misma cueva. Dejar a los bebés en la cueva de a lado era garantía de que los niños no iban a amanecer tras las huellas del algún depredador hambriento. Seguro. 100% garantizado. Cientos de años después, cuando el humano ya hacía sus casitas, hacían solo un iglú, hacían solo una choza, una teepee … nunca se les ocurrió mandar a los chiquillos a su propio iglú y arriesgarlos a la congelación. Que era segura. 100% garantizada. La idea de enviar a los niños a su habitación es un invento moderno… y como muchos inventos modernos, va en contra de la naturaleza. El cerebro humano esta programado para sobrevivir. Cuando dejamos a un bebé solo, inmediatamente llora. ¿Porqué? Pues por que su cerebro sabe que sin ti, no sobrevive. No es que te esté “tomando la medida” ni nada de esas cosas que nos dicen las abuelas. Esto es 100% cerebro reptiliano. 100% sobrevivencia. Los niños nos necesitan y su cerebro lo sabe. Si bueno, todo es muy lindo, pero… ¿cuándo se irá a su cuarto? Pues cuando se sienta seguro. Cuando aprenda que en su casa no hay leones. Que se puede dormir tranquilo porque aunque papá y mamá estén en otra habitación, siguen al pendiente de él. Y cuando se sienta lista para irse a su cuarto. Cada niño es diferente. De la misma forma que cada flor florece cuando esta lista. De nada sirve dejarla llorando, gritarle y castigarla para que lo haga antes. Es más, seguramente tras nuestros gritos, se hará toda fea. Los niños Altamente Sensibles, si lo recuerdas, tienen un cableado especial que velará aún más por su sobrevivencia. Por lo tanto sus miedos son aún mayores, sienten más la inseguridad y necesitan más tiempo en el cuarto de sus papás. TIPS PARA INICIAR LA TRANSICIÓN A SU RECÁMARA 1) Decora el cuarto a SU gusto. Que ella decida de qué color quiere las paredes, cuáles muebles, cuál decoración. Si quiere un unicornio pintado en la pared hazlo. Es SU espacio. 2) Váyanse en las tardes a jugar ahí. Que se sienta a salvo en ese espacio. 3) Pongan un sofá para leer ahí Y úsenlo para leer (no como extensión del clóset) 3) Hagan pijamadas Toda la familia puede dormir en el cuarto del unicornio, los fines de semana por ejemplo. También puede ser con los primos si esta dispuesto a dormir sola con ellos –porque a veces quieren invitar a los primos, pero dejarlos allá solos e irse a dormir con mamá 😉 4) Cuando ya se sienta casi listo, puede intentar dormir con el perro o gato… o todos sus peluches si no tienes mascotas. 5) A veces también funciona que los hermanitos duerman juntos. El mayor y el toddler ya se sienten seguros y acompañados. No te desesperes, el momento llegará. Que ya se siente seguro. O que ya no aguanta los ronquidos de papá. O que ya quiere su espacio. O simplemente por que ya esta listo. También es importante recalcar que cada familia, cada persona, cada hijo es diferente. Es posible que uno se tarde algunos días y el otro, años. Lo que funciona para uno tal vez no te funcione para otro. Lo que buscamos es que se sienta emocionalmente a salvo para poder dormir tranquilo toda la noche. Porque si esta asustado, no podrá dormir bien y andará del peor humor durante el día. A la larga, pues se dañará el apego, que si ya tomaste el curso de Disciplina Sin Lágrimas sabes porqué es Lo Más Importante de nuestro trabajo parental. En cambio cuando nos esperamos a que se sienta seguro y sólido desde adentro, entonces cuando lo haga ya será desde unos cimientos inquebrantables. La ciencia ha demostrado una y otra vez que los niños necesitan su tiempo para sentirse seguros y que si nosotros estamos ahí para darles tiempo y seguridad, se harán independientes –en su momento– sin dudas ni miedos. L. R. Knost dice, “Los niños no aprenden a ser independientes, se hacen independientes. Y lo hacen naturalmente en su propio tiempo, al igual que cuando gatean y hablan en su propio tiempo. La manera más simple y más efectiva es, irónicamente, atendiendo a las necesidades de apego de los niños. La confianza, el sentirse seguros, es lo que libera a los niños a crecer, explorar y crecer y no la independencia forzada ni los apegos rotos.” ¿Vale la pena el esfuerzo extra? En mi opinión, ¡claro que sí! La Alta Sensibilidad y la Indecisión. ¿Es normal? Si. ¿Es parte del rasgo? Si. Pero, ¿porquéeeee? Pues… porque… ¿recuerdas cuál es la primer característica del rasgo? Profundidad de análisis. Es decir que analizamos con detalle prácticamente todo. Lo que nos dijo la tía Choco en Navidad, el comentario “al azar” del primo en Semana Santa, la “pequeña observación” de la suegra en las vacaciones de verano… y las consecuencias de esos comentarios. “¿…y si sí es cierto? ¿De verdad mis hijos me manipulan o es que los escucho y tomo en cuenta sus puntos de vista? Pero entonces, ¿qué hago? Cuando esté frente a ella, ignoro a mis hijos para que no tenga nada que comentar. Pero entonces mis hijos se van a confundir. Pero entonces… y si mejor hago “x”, pero entonces… No, no, mejor hago “y”, pero entonces…” 3 de la madrugada y la cabeza no para de dar ideas, sugerencias, consecuencias y otro plan. O cuando vamos a un restaurante y nos ponemos a pensar qué queremos de comer y nos imaginamos cada uno de los sabores que vienen en el menú, a ver si traemos antojo de dulce, agridulce, salado, carne, pescado, pero ¿y la dieta? Mejor una ensalada, no no, para comer lechugas mejor en mi casa … y mientras el mesero desesperado a punto de arrancarnos la cabeza. ¿Te suena conocido? Y a los niños Altamente Sensibles… y a nuestra pareja si es HSP (por sus siglas en inglés)… les pasa igual. Y a veces tomar una decisión “rápida” en familia puede poner a reto la paciencia de cualquiera. Las Personas Altamente Sensibles analizan profundamente cualquier consecuencia. Tomar una decisión, sabiendo lo importante que es, nos resulta un poco complicado y tardado. A veces para no desesperar a los demás, terminamos haciendo lo mismo: Acabamos pidiendo el mismo platillo de siempre en el restaurante. O usando la misma camisa todos los jueves. Para ya no pensar en detalles abrumantes, “mas vale viejo por conocido…” A veces también los niños se muestran como indecisos, porque todavía no están seguros de qué y cuánto pueden tolerar. Por ejemplo cuando están en pleno berrinche, que no pueden decidir si te quieren cerca o no. A veces nosotros somos más estímulo y ya no pueden con nada mas… pero tampoco quieren quedarse solos. Puede ser bastante confuso. Pero si te fijas, esto de pensar en las consecuencias es algo bueno. ¿Qué hubiera pasado si hubieran pensando en no aventar basura al mar hace 50 años? ¿En no dejar que el conductor designado manejara si traía varias copas de mas? ¿Puedo con la idea de tener al novio encima o mejor lo alejo un poco? Entonces, sonríele al mesero, pídele unos minutos más para decidir y deja que tus hijos sigan pensando en las consecuencias de sus acciones. Es un hábito muy MUY bueno. (…y a la tía, el primo y la suegra, ignóralos. Tú sabes lo que haces 😉 Ahora, si ya te has dado cuenta que la indecisión te esta paralizando en un momento importante de tu vida, porque ya lo has pensado tanto –y ya llegaste siempre a los peores consecuencias del siglo– es momento de… ¡ALTO! La mente es como un chango loco que brinca de una rama a otra, de un tema a otro y no se esta en paz. Las Personas Altamente Sensibles solemos sufrir de esto y luego no sabemos cómo detenerla. ¿Qué podemos hacer en esos casos? Ahí es cuando sacamos todo el arsenal de herramientas de Mindfullness: Meditación. Yoga. Tai Chi. Pintar. Cantar. Bailar. Hacer ejercicio. ¿Porqué funciona? Porque la mente se concentra en lo que hace el cuerpo –o en el mantra, en el caso de la meditación– y eventualmente, se aquieta. Cuando la mente está en paz, es cuando puede entrar la sabiduría de la intuición. “No esta mal tomar una mala decisión, lo que esta mal es dejar de decidir”, escuché en algún lado. Y me pareció muy sabio. Sigue a tu intuición, sigue decidiendo y síguete moviendo. Como sea, siempre se puede corregir a lo largo del camino. 10 frases que solo las Personas Altamente Sensibles comprenderán 1) “Me gusta la rutina. Hasta que me aburro, entonces me gusta lo emocionante. Hasta que me sobresaturo, entonces me gusta la rutina.” 2) “Soy toda: `mira el cielo, mira a la luna, mira al atardecer, me quedo en el coche hasta que acabe la canción`…” 3) “Una Persona (o hijo) Altamente Sensible puede escuchar lo que no estás diciendo.” 4) “Ser Altamente Sensible no te hace ser una carga. Te hace sumamente complejo, finamente sincronizado y profundamente conectado al mundo que te rodea. La Sensibilidad es hermosa.” 5) “No eres un desastre. Eres una persona que siente profundamente en un mundo desastroso.” 6) “Vine, vi, sentí la energía. Me fui.” 7) “Necesito un día entre cada día para recuperarme del anterior y prepararme para el día que viene.” 8) “Siempre me arrepiento de los planes que hago durante mis 5 minutos de “Modo Extrovertido”.” 9) “¿Haz conocido a alguien que sea un sol brillante en forma humana?” 10) “¿Podríamos dejar de asumir que ruidoso es fuerte y silencioso es débil?” (Frases traducidas de @ highlysensitive_person) Qué hacer cuando los niños dicen, “¡¡NO QUIERO IR A LA ESCUELA!!” El delicado balance entre crear un “ni-ni” (que ni estudia ni trabaja) y una persona que escucha a su cuerpo. Es muy común aun los lunes a las 7 am, escuchemos ese llanto, “Pero, ¿porqué tengo que ir? ¡Es horrible! ¡Estoy perdiendo mi tiempo! ¡No aprendo nada! ¡Odio a las maestras! ¡Odioooo la escuelaaaaa! ¡No quiero ir!” Nuestra mente inmediatamente se va a lo que nos decían nuestros padres, “Es tu única obligación. Tienes que ir. Porque si. Porque te aguantas. Porque ya párate. Y si no te apuras, te voy a…” y lanzamos una torre de amenazas. ¿Cierto? Bueno… hay mejores respuestas. Teniendo Hijos Altamente Sensibles, ya sabemos que si están sobresaturados por el fin de semana anterior –especialmente si estuvo ligeramente ajetreado, ellos van a estar cansados. La mera idea de ir al cole hace que se sientan mal físicamente. Hay días que verdaderamente NO pueden. Y cuando es así, NO DEBEN. Pero, ¿cómo les enseñamos el delicado balance entre ser responsables con sus deberes y escuchar a su cuerpo? Podemos decir algo así, “Quiero que te escuches a ti mismo y descanses cuando lo necesitas. También, quiero que encuentres tu misión en la vida y enfoques toda tu energía y conocimiento en lograr eso. Todos los humanos debemos aprender a lograr el balance entre descansar y trabajar. Hay gente que solo trabaja todo el día y noche y fines de semana, que no saben descansar. Y hay que gente que solo descansa y no sabe qué les gusta ni cuál es su misión. Para mí es muy importante que vayas al cole y también que juegues y goces tu vida. Voy a dejar la decisión en tus manos pues solo tú sabes cuán cansado estás. Tú puedes decidir entre quedarte en casa o ir al cole. Pero hay reglas: Si decides quedarte: No verás TV (en todo el día), ni ningún tipo de pantalla…no. De verdad, no. Ni un poquito. Además, cuando te sientas un poco mejor, tendrás que ayudar en casa, limpiando tu cuarto, acomodando cosas, doblando ropa o lavando platos. Y también haremos algo de matemáticas, lectura… tarea. Finalmente, no podrás comer nada de azúcar. Ni pan dulce, ni los caramelos de la fiesta de tu primo, nada. Si te sientes cansado es importante que permitas a tu organismo sentir su cansancio, reponerse y no obligarlo a obtener energía a base de azúcar o similares. Entonces, ¿qué vas a decidir?” Si se siente muy cansado, aceptará las reglas. Si no es para tanto, pues irá al cole. ¿Cómo puedo lograr que mi hijo haga la tarea? Cuando yo era niña, mi mamá se auto-prometió “nunca de los nuncas” sentarse a hacer la tarea conmigo. Y lo decía con mucho orgullo. Yo me recuerdo sentada en mi escritorio hoooooras haciéndome bolas sola con lo que parecía un mundo interminable e incomprensible de deberes. Veía a mis muñecas leeeeejos, leejos intocables e inalcanzables. Y también recuerdo que le creé personalidades a los números… y ninguno me caía bien. (El 3 era una niñita sangrona, el 6 era un payaso de fiesta y el 9 era como una directora de escuela vestida siempre de rojo tinto…) O sea… divagaba… ¡muchísimo! Ahora veo que mi hijo también divaga. Pierde la concentración con una rapidez impresionante –igual que yo. Si mi mamá hubiera sabido que el TDA existía, seguro me mal diagnosticaba con eso. No. Yo era una niña Altamente Sensible, Altamente Sobre-Saturada. Altamente Perdida. A la fecha no sé cómo logré sobrevivir el cole. Recordando cómo fui y viéndome reflejada en mi hijo estoy en la disyuntiva. ¿Le hago caso a mi madre de “nunca de los nuncas” sentarme con él? Pero si hago eso, jamás la va a hacer. La odia y con cualquier detalle, avienta el lápiz y ¡no lo vuelve a levantar! Si algo he confirmado una y otra y otra y otra vez como Coach Parental, es que los niños necesitan acompañamiento. Ayuda. No se trata de que yo le haga su tarea, que yo tome el lápiz y trace el margen porque solo a mi me queda bonito ¡no! ¡para nada! Y tampoco se trata de estar ahí de mala gana, con actitud de “Ash, escuincle mira que yo tengo tantas cosas que hacer… ¿qué quieres? ¡Qué lata das!” No. En lo absoluto. La atención y el amor se da a borbotones y de buenas, los límites se ponen en otras áreas. Es solo acompañarlo. En la misma habitación, él hace sus tareas y nosotros las nuestras. Él hace sus corajes y yo estoy ahí para cachar el lápiz. “¿En qué te atoraste? ¿Cómo te puedo ayudar?” Obviamente sí me quiere dar el lápiz, obviamente se lo rechazo. “La tarea es tuya, no mía. Yo estoy con mis obligaciones. Tú con las tuyas. Aquí te acompaño, si tienes cualquier duda, dime.” En momentos de crisis, debemos darles la contención, la concentración y la tenacidad que todavía les falta por desarrollar. Y la tarea es solo un pretexto para esa buena lección. ¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo nos pega? Nosotros nunca le hemos pegado a nuestro hijo, sin embargo, él si no ha soltado uno que otro manazo y es la peor experiencia del mundo. Nos saca de nuestras casillas de una manera inmediata. Y en un segundo toda la familia se encuentra en amygdala. Podemos intentar regañarlo, usar tiempos fuera, castigos, pedirle que golpee un cojín, explicarle por las buenas y por las malas… y la mayoría de las veces sale peor. Lo primero que debemos entender es que: nuestro hijo NO es mala persona. NO lo hace a propósito. Esta desesperado, esta sufriendo y no sabe qué otra cosa hacer. La experta parental Liat Hughes Joshi, sugiere que el primer paso es entender la razón de los golpes. Es decir ¿qué sucedió antes? ¿Qué hizo que el niño perdiera los cabales? ¿Está tomando un medicamento que lo hace agresivo? ¿Está enojado? ¿Esta sobre saturado? ¿Necesita llenar su cubeta del control? ¿…o de la atención? ¿Esta ansioso? ¿Cansado? ¿Necesita dormir o irse a un espacio en silencio? Entender qué le sucede te da la respuesta y, también, le ayudará a tu hijo a entender sus propias acciones. “Me pegaste porque ya estás cansado.”, “Me diste un manazo porque quieres mi atención. Te la puedo dar, pero necesito que me la pidas de otra forma, sin golpes.”, “Recuerda que puede pedirme todo lo que quieras, pero de manera amable.” Es importante platicar con él cuando este tranquilo, no durante el momento de crisis ni como parte de un castigo. Podemos decir algo así, “Me duele mucho cuando me pegas y estoy segura de que tu también estás harto de que te digamos que no lo debes hacer, podrías contarme ¿qué fue lo que pasó? ¿Crees que podamos platicar juntos maneras en las que puedas dejar de golpear?” Preguntarles soluciones siempre ayuda. Es llevarlos al cerebro Superior, es generar ideas en familia, es conexión, es creatividad, es atender un asunto… pura cosa buena. Otra manera magnífica de ayudarles a auto-regularse es a través del juego. Según Lawrence J. Cohen, PhD en su magnífico libro Playful Parenting, nos explica que lo que sucede es que el niño no se puede frenar. Cuando suelta golpes es porque tiene mucho miedo y/o emociones muy fuertes que no sabe cómo canalizar. Entonces, otro día –no en el momento de crisis– puedes jugar con tu hijo, establecer una conexión segura con él y empezar a trabajar maneras de frenarse. “Si, podemos jugar a las luchitas, pero sólo si es en la cama (o en un lugar seguro)”, “Si, me puedes dar de almohadazos, pero sólo si brincas en un solo pie y cantas una canción”. Jugar a las luchitas es una manera muy efectiva de hacer contacto físico con los niños, de establecer una conexión y de ayudarles a encauzar su fuerza. Si a lo anterior, le agregas el brincar en un solo pie y cantar, le estás enseñando a auto-regularse. ¡Si! ¿Te imaginas dar un almohadazo mientras cantas y haces equilibrio? No es tan fácil. Y requiere pensar antes de actuar, es decir, auto-regulación. Recuerda que la mente hace sus caminitos neuronales. Entre más practiques algo, más rápido se hace el camino. Digamos que la primera vez que haces algo es como entrar a una selva tupida. Cien veces después, ya es una carretera con puentes y túneles. Ensaya con tus hijos a base de juegos y preguntas y puedes tener muy bellos resultados. ¿Por qué pegan los niños? Hay muchas razones, pero en mi experiencia como Coach Parental, una de las más comunes es porque nosotros, los adultos, no escuchamos. Tengo dos ejemplos muy claros: Uno, La hija que se tiene que ir al trabajo, “Vete con tu abuelito”, la nena abrazada de la mamá con uñas y dientes, “Ándale que tengo prisa”, la niña no suelta y se empieza a quejar. El abuelito la toma entre brazos y la niña pega. Dos, El niño esta jugando y el pañalito ya huele. “Ven Mateo, vamos a cambiarte el pañal”. Mateo ignora al papá porque esta ocupado trabajando en su proyecto. “Ándale Mateo, ven.” Mateo siente el tacto de papá y dice, “No, papá…” y se regresa a su trabajo / juego. Papá carga a Mateo y el niño se escurre como espagueti hacia el piso para regresar a su trabajo. Papá lo vuelve a cargar, ahora más fuerte, Mateo suelta el manazo. Papá lo regaña, “¡Eso no Mateo! ¡No me pegues!” Lo sigue cargando forcejeando y Mateo le da un cabezazo. Los niños no tiene la capacidad neuronal para decir, “Espera papá, deja termino mi proyecto y luego hacemos lo que tú me pides” o “Mamá, en realidad me quiero quedar contigo.” Nos expresan sus necesidades y deseos con el llanto y la expresión corporal. Nosotros debemos volver a aprender a leer sus acciones que nos dicen, muy claramente lo que sus palabras aún no pueden decir. Si te fijas, los niños no están haciendo nada malo. Se están expresando y si nosotros continuamos de necios, ellos se empiezan a defender, dando tres advertencias previas: “Papá a la una” (se hace como espagueti resbaladizo) “Papá a las dos” (da un manazo) “Papá a las tres” (cabezazo) El reto es darnos cuenta y observar su expresión corporal ANTES de activar su amygdala. ¿Qué haríamos nosotros si alguien nos carga en contra de nuestra voluntad? ¿Qué haríamos nosotros si hemos sido ignorados tres veces? Tres Momentos al día que Realmente Importan. De todo el tiempo que estamos con nuestros niños, podríamos creer que lo más importante son las vacaciones familiares o una épica fiesta de cumpleaños. Por un lado, sí. Claro que ayuda. Pero los estudios han comprobado que lo que más contribuye al bien estar de los niños es la calidad en la convivencia diaria, un espacio en donde se sientan seguros para tener un desarrollo emocional sano y esto se puede reducir a Tres Momentos al día. Al despertar En lugar de: Despertarlos abruptamente y empezar a apresurarlos Mejor: “Vamos a quedarnos y despertar juntos por 3 minutos.” “Me encanta empezar mi día acurrucada contigo.” “¿Qué es lo que más te emociona de hoy?” “¿Recuerdas qué soñaste?” Al regresar del cole En lugar de: Encender la TV (o cualquier otra pantalla) O preguntar sobre su tarea O saludarlos de lejos Mejor: “¡Qué alegría me da verte! Cuéntame de la mejor parte de tu mañana.” “¿A qué quieres jugar?” “Te ves triste. Vamos a sentarnos y acurrúcanos por un minuto.” “¿Quieres comer algo y platicar las altas y bajas del día?” Antes de dormir: En lugar de: Decirles buenas noches y enviarlos solos en su cama O acobijarlos y salir de su habitación inmediatamente Mejor: “¿De qué estás agradecido hoy?” “Cuál fue la mejor parte de tu día?” “Me gustó cómo mostraste perseverancia hoy.” Cada familia es distinta, pero acomoda esto a como mejor te funcione. El objetivo es tener pequeños momentos de conexión, platicar sobre lo que tienen en mente, reír sobre algo chistoso que sucedió en el día de manera relajada. Son solo Tres Momentos que logran cambios inmensos en nuestros hijos. ¡Conecta con ellos de manera intencional, sin distracciones (celular) y veras las maravillas que pueden suceder! Cómo halagar a los niños Algunos de nosotros fuimos educados a base de puras críticas. En algún momento de la historia pensaron que eso nos haría fuertes y mejores. Científicamente se ha demostrado que, además de que no tiene ni un poquito de lógica, (¿qué nos hace pensar que tratar mal a las personas, los hará portarse bien?) finalmente, tampoco funciona. Como siguiente reacción, algunos papás y mamás, se fueron hacia el otro extremo: a súper halagar a sus hijos, “Eres súper listo / el mejor / el más rápido / todo lo puedes / siempre fuerte…” Y resulta, que ¡tampoco es el mejor acercamiento! ¿Lo hubieras creído? Decirle, “¡Eres súper listo!”, no es el mejor tipo de halago, porque: 1) Crea una identidad falsa en tu hijo y un conflicto interno porque él sabe que no es TAN listo, que comete errores y que a veces no sabe o no entiende nada. Como resultado, empiezan a evadir a los retos aterrorizados por no cometer errores y para no decepcionarnos. Como resultado, el miedo a fracasar se introduce en su vida; “¿…y si fallo? Eso significa que no soy listo. ¡Voy a decepcionar a todos!” 2) Genera una Mente Fija. La Mente Fija es la que cree que si una persona es exitosa es porque nació con esos dones y no porque se estuvo años practicando. Entonces los niños llegan a la falsa conclusión de que: “Si puedo hacer esto es por que soy listo. Peeeero…. como no puedo hacer esto, entonces seguramente soy tonto y debo dejar de intentarlo.” o “Me gusta, pero no es lo mío.” o “Tu puedes porque tienes la facilidad, en cambio yo, no.” La ciencia ha demostrado que la inteligencia no es fija. Se cultiva a través de las experiencias, los errores, la práctica y toda una serie de tropiezos que van conectando unas neuronas con otras hasta hacer de ese camino un río que fluye rápidamente, pero para eso se necesitan aaaaños. Es a través de muchos agotadores y devastadores intentos que empiezan a tener una Mente en Desarrollo y piensan, “No pude hacerlo… todavía. Puedo volver a intentarlo.” “Tal vez no tenga la facilidad, o tal vez es cuestión de práctica.” “No es cuestión de inteligencia. Nadie nace sabiendo.” Entonces para que lleguen a esa calidad de pensamientos y resilencia, ¿cómo podemos halagar a nuestros hijos? En lugar de: “¡Qué listo eres!” Mejor di: “Tu idea me parece muy buena. ¿Cómo aprendiste a hacer eso?” En lugar de: “Eres afortunado de ser tan inteligente.” Mejor di: “Buen trabajo, platícame, ¿cómo lo lograste? ¿Cuáles pasos tomaste?” En lugar de: “Eres el más abusado.” Mejor di: “Solucionaste este problema. Este fue un acercamiento interesante. ¿Cómo se te ocurrió?” Otras ideas: Cáchalo y halaga sus acciones cuando hagas cosas buenas, “Pusiste la toalla en su lugar, ¡muchas gracias!” Agradece cuando haga algo por ti, aunque todavía lo haga mal, “¿Lavaste los platos para ayudarme? ¡Me encanta que me ayudes! ¡Muchas gracias!” –Aunque después, a escondidas los tengas que volver a lavar bien tu. Es importante no corregirle la técnica, porque si no no lo volverá a hacer. Los expertos sí apoyan el acto de halagar a los niños porque les da una orientación de hacia dónde dirigirse, es un indicativo de “por dónde sí…” hacia dónde esta bien avanzar. Peeeero, como hemos visto, el tipo de retroalimentación, importa. Es decir, para ayudarlos a crecer, concéntrate en el proceso y sus acciones –en lugar de sus habilidades innatas. Eso le dará la seguridad para seguir intentándolo y convertir a eso que tanto le gusta, ¡ lo suyo ! 7 maneras para calmar a tu hijo a la hora de dormir El miedo de nuestros niños suele ser ignorado por los adultos, “No hay nada de qué temer, el monstruo del armario no existe, no tengas miedo, no pasa nada…” Pero esta negación además de que genera más ansiedad en los niños, genera desconexión. Los Hijos Altamente Sensibles suelen ser más propensos aún en generar miedos de “la nada”, porque su sistema nervioso diseñado para la sobre vivencia –no para darnos lata. A veces sucede que con solo mencionar “la hora de dormir” inicia El Drama Monumental. En otro artículo hablo sobre tips para las últimas horas del día. Si ves que lo que haces no esta funcionando, observa qué esta pasando y haz cambios correspondientes. No hay ningún escrito oficial que indique que los niños deban bañar, merendar y dormir. Pueden bañarse a media tarde, pueden intercambiar la cena por el baño si tienen demasiada hambre. Pueden hacer lo que sea que a ustedes les funcione. Cada familia es distinta y cada noche es diferente. La idea es que cuando lleguen a la camita ellos se sientan tranquilos como para poderse acurrucar y dormir. Aquí hay una lista de 7 maneras para hacer de esta hora, algo más placentero y amoroso para todos. 1)Escúchalos para que cualquier miedo que tengan puedan expresarlo en un lugar seguro. 2) Conecta los niños necesitan más conexión a la hora de dormir. Piensa en los actos amorosos que él tuvo en la familia durante el día, (actos de servicio, tacto gentil con hermanito por ejemplo, palabras de afirmación y positivas, tiempo de calidad, etc.) recuérdales todas esas cosas bellas que hicieron y analiza cómo puedes llenar su Cubeta de la Atención antes de dormir. 3) Platiquen sobre el siguiente punto de conexión –en lugar de separación.”Voy a venir a darte un beso.”, “Te veré en mis sueños”, “Mañana nos veremos para desayunar algo rico, ¿vale?” 4) Cuida tu tono de voz un tono suave suele calmar a los niños, para eso sirve el tiempo de lectura o una platica sobre el día. El objetivo es calmar su sistema nervioso central en un ambiente amoroso y tranquilo. 5) El olor de papá o mamá en una relación amorosa y segura, puede también bajar el estrés. Déjale un objeto o pieza de ropa que contenga tu olor. 6) Reflexiona en todo el proceso que lleva hacia la hora de dormir, no sólo el momento de llegar a la cama. ¿En qué momento empieza a sentir tu hijo el estrés? ¿Cómo puede ser tranquilizado? ¿Tienes sus cubetas bien llenas? ¿Han tenido suficiente movimiento durante el día? ¿Salieron a tomar el sol y el aire durante el día? ¿Hubo suficiente conexión durante el día? ¿Están llegando demasiado cansados y del peor humor? 7) Hagan un ritual Ritual es diferente que rutina. El ritual esta asociado con memorias positivas, cultura y sentido de pertenencia. Asegúrate de que tu familia tenga un Ritual de la Noche; algunos ejemplos pueden ser: escriban en un diario todo por lo que están agradecidos, “¿Cuál fue tu parte favorita del día?” un rezo, momentos de consciencia o un círculo para compartir. Cuando los niños se sienten amados, contenidos, protegidos y libres para expresarse y ser como son, pueden soltar el miedo y dormir profundamente. Qué hacer cuando los hijos se pelean por los juguetes Cuando los primos se pelean, es fácil porque salimos indefensa de nuestro crío sin dudarlo. Peeeero, cuando se trata de nuestros hijos, los dos (o tres, o cuatro) son nuestros, los amamos a todos… nos sentimos en una encrucijada. Honestamente no sabemos qué hacer. Algo importante es, como siempre, prevenir. Asegúrate que estén bien hidratados, sanamente alimentados, y si son Altamente Sensibles, bien descansados. Con su Taza de la Tolerancia en niveles óptimos. Algo que debemos entender es que para los adultos unas cosas significan algo… pero para los niños significan otra cosa completamente diferente. Un ejemplo, para los adultos el arrebatar es algo verdaderamente horrible y grosero. Para los niños pequeños, es parte del juego. Para los niños más grandes puede significar, “te ayudo” o “yo sé la respuesta”. Entonces, antes de llegar a conclusiones de lo que deben o no deben de hacer, es importante, cambiar nuestra perspectiva a una más amplia. A ese hermanito pequeño que tanto nos preocupa defender y proteger, no te estreses tanto, luego son los más aguerridos, justamente porque aprenden a establecer límites con el grande que se quiere pasar de listo, quienes, después llegan llorando, “¡Mamaaaaa Mateo me pegó!”, “Pues sí, entiendo que te duela, al mismo tiempo, quiero que recuerdes que tú le pegaste primero.” Aquí hay una lista de 7 herramientas efectivas para desactivar la bomba: 1) Que no comparta si no quiere Para los niños, sobre todo sus juguetes favoritos, los sienten como una extensión de su cuerpo. Es importante darles la autorización de no prestar si no quieren. Es muy importante que sepan decir que “no” y que sepan que su “no” es totalmente válido y hay que respetarlo. ¿Porqué? Porque, en unos años, queremos que ella sepa decirle “¡NO!” al novio con esa misma determinación que solía tener a los 2 añitos… ¿si o no? 2) Todos los juguetes son de todos Es cierto que los abuelos le regalan muñecas a la niña y carritos al niño y que suele haber una diferencia entre “lo tuyo y lo mío”, pero si queremos que haya menos pleitos, es una buena idea establecer que “una vez adentro, todos los juguetes son de todos…de mamá, de papá, del hermano, del perro… DE TODOS.” Esto también sirve para evitar temas de sexismo, que si los niños quieren jugar con muñecas, puedan. Y si las niñas quieren jugar con carritos, puedan. Una vez me contaron de una nena que ponía los carritos de su hermano a dormir, los ponía en su camita, con su colchita y les daba el besito de las buenas noches. Hermoso, ¿verdad? 3) Sportscasting Este concepto de Janet Lansbury es muy extraño, pero sí funciona. La idea es narrar las acciones de los niños como si estuvieras narrando un partido de football. “Julieta tiene el carrito, Mateo lo tomó de sus manos, a Julieta no le encantó la idea, Julieta realmente quiere el carro de vuelta…” Sin juzgar, ni apoyar, ni criticar. Palabras totalmente neutrales que narren objetivamente, lo que esta sucediendo. Tu suegra te va a voltear a ver como si fueras realmente una loca, pero… ignórala. De verdad que funciona. ¿Porqué? Al narrar lo que esta sucediendo estás conectando el cerebro superior de los niños y esto evita que la amygdala entre en posesión del Modo Sobrevivencia, es decir, es una manera muy efectiva de deshabilitar la bomba. 4) Juego Otra manera súper efectiva de deshabilitar la bomba es a través del juego. Tu papel es de alguien muy juguetón y torpe al mismo tiempo. “¡Hey tu! Godzila, ¡métete con alguien de tu tamaño! ¡Yo soy enoooorrrme y fuertísimooooo!” La provocas de manera que ve a que es un juego y para que salga corriendo atrás de ti, “¡Ay no, me equivoqué! ¡Tú eres muy rápida! ¡Tú eres muy fuerte!” Si te fijas, ya dejó al hermano menor en santa paz. 5) Alaba cuando sean amables con su hermano Así obtendrán una guía de lo que es adecuado. Y ganarán más atención haciendo lo bueno –el objetivo es que dejen de hacer lo malo. Nutrir lo malo, hace crecer lo malo. Nutrir lo bueno… ¿ya me entendiste? 6) Déjalos discutir Por dos razones, 1° Muchas veces los niños se las arreglan solos y si nosotros intervenimos, no solo se alarga más, sino que se complica. 2° Los hermanos son los mejores maestros para aprender a discutir y pelear; herramienta que necesitarán toda su vida. El objetivo, claro, es enseñarlos a discutir de manera productiva. Al principio vamos a tener que entrar como árbitros y enseñarles cómo se hace, “Julieta puedes expresarte durante los próximos cinco minutos sin interrupciones.”, “Mateo, ahora te toca a ti.” “Julieta opina (…x…)”, “Mateo opina (…y…) ¿cierto?”, “Ahora, ¿cómo se van a poner de acuerdo?” 7) Retira el juguete Hay un momento en que el pleito escala a tope. Ya deja de ser divertido. Ya no es sano. Incluso y es hasta peligroso (por ejemplo cuando sucede en el auto). Ahí entras, te metes en medio y sacas el juguete en cuestión –que, en realidad, este tipo de pleitos ya no tienen nada que ver con el objeto, sino una razón más a fondo que habrá que analizar y resolver, pero de momento, ¡PUF! Castigado. Van a llorar, se van a quejar, arderá Troya. Permítelo. Que se expresen, es justo lo que quieres para entender la razón de fondo. Que lloren, es justo lo que quieres para desahogar la tensión. Ya cuando estén tranquilos, varias horas o un día después, aplicas la técnica anterior y después aclaras, “les regresaré el juguete solo después de que se pongan de acuerdo”. Los niños no saben compartir, es una destreza que se enseña… con el ejemplo. La Gran Ironía es que nosotros tampoco compartimos, la verdad. No compartimos nuestra casa, ni nuestra pareja… queremos que los niños hagan algo que nosotros no hacemos. Léelo otra vez. La meta de socavar los gritos, si te fijas, es que no queremos pleitos. Pero es importantísimo permitir que sucedan pues, lo que debemos enseñar es: a solucionar desacuerdos. Asegúrate de demostrarles a todos que los amas por igual, que son especiales independientemente de cómo se porten, y dales abrazos, a veces es lo que más necesitan. Las 4 diferencias clave entre las Personas Altamente Sensibles y Trastorno de Procesamiento Sensorial (TPS) Tanto los Niños Altamente Sensibles y los niños con TPS son afectados fisiológicamente por los eventos sensoriales, como sonidos altos, texturas duras o rasposas, luces brillantes, etc. Los Niños Prodigio (que, seguido son Altamente Sensibles) pueden también mostrar sensibilidad sensorial. ¿Cómo puede una maestra o padres de familia saber si es Alta Sensibilidad o TPS? Los Niños con TPS: Tienen dificultad combinando la información que reciben de sus sentidos de una manera organizada. Esta es lo que se llama como Sensory Processing Disorder o Trastorno de Procesamiento Sensorial. TPS solía considerarse una parte del espectro autista, pero ahora se considera un trastorno por sí mismo. Según The Star Institute for Sensor Processing Disorder, “Una persona con TPS puede sobre–responder ante el tacto y encontrar la ropa, el contacto físico y otras sensaciones táctiles como insoportables y /o pueden responder de la misma forma ante algo visual o auditivo o cualquier otro estimulo sensorial. Otra persona puede bajo–responder y mostrar poca o nula respuesta ante la estimulación, incluso ante el dolor, demasiado calor o frio, dan una respuesta lenta. En niños con TPS, el procesamiento entre los músculos y las articulaciones están dañados, la postura y la psicomotricidad pueden estar afectadas. Estos niños tienen mala postura, son “torpes” y suelen tomar ayudar de las paredes cuando están parados, apoyarse en su mano mientras escriben, suelen salir pero no se mueven… Hay otro sub–tipo: trastorno de coordinación en el desarrollo (developmental coordinación disorder DCD) los niños son raros y torpes. Suelen ser insultados y bulleados en el colegio y nunca los eligen en la clase de deportes. Y hay otros niños que exhiben un apetito por la estimulación sensorial la cual se encuentra en perpetua exceso. A estos niños se les llama deseosos sensoriales. Parecen adictos a la estimulación. Suelen mal diagnosticarlos y mal medicados con Déficit de Atención e Hiperactividad.” Los niños HSP (por sus siglas en inglés o Altamente Sensibles en castellano): Parecen ser similares a los TPS por la sobre–responsividad a las señales sensoriales. Sin embargo, investigaciones del cerebro indican que la diferencia se encuentra en cómo los HSP procesan la información. Las investigaciones demuestran que entre más sensibles sea la persona, su cerebro más pone atención a los detalles en su ambiente. Los HSP suelen confundirse con los TPS en cuanto a la sobre – responsividad. Las diferencias claves: ° Los HSP casi no presentan problemas haciendo actividades normales de cada día o pueden aprender cómo adaptar sus respuestas ante ellos, lo cual los TPS no. ° Los HSP pueden integrar la información sensorial que los TPS no. ° Los HSP presentan empatía ante otros individuos, se dan cuenta de la belleza que los rodea, son trabajadores concienzudos, les gustan las artes y la música. ° Otra diferencia clave es que si un HSP esta con su sistema nervioso central relajado, es más tolerante ante los estímulos y puede organizarlos sin problema. Pero cuando esta sobre–saturado, su tolerancia es muy baja y su organización mental es nula. Es decir los síntomas parecidos al TPS se presentan una vez que esta sobre–saturado. En cambio los TPS presentan esta sobre–reactivad y confusión, constantemente. Es decir, ambos coinciden en la alta reactividad ante los estímulos, sin embargo el rasgo de la Alta Sensibilidad, tiene 4 características básicas. La TPS solo tiene esa. La Alta Sensibilidad es un rasgo creado por la naturaleza. El TPS es trastorno. El primero no tiene cura, por los mismo que no es patología. Lo interesante es que, una persona no–sensible cree que la HSP esta exagerando en la respuesta ante el estímulo, pero la HSP solo esta respondiendo a más sutilezas en su ambiente. A estas alturas, creo que es importante definir lo que es “normal”, es decir, “el promedio”. Algunas personas son más hábiles en organizar sus pensamientos que otras. Otras personas pueden dar discursos muy buenos sin notas. Algunos otros necesitamos notas o apuntes para organizar nuestros pensamientos. Y otras personas, tienen tantos problemas organizando sus pensamientos que su conversación no hace sentido a los demás. Es decir, el abanico de lo “normal” es muy… muy amplio. Y cada uno somos diferentes. Si tienes duda si tu hijo puede tener TPS o es Altamente Sensible, asegúrate de ver a un experto que conozca y sepa diferencias uno del otro. Fuentes: Jadzia Jagiellowicz, PhD (Psych) and Veronica Ghazarian, OT Reg. (Ont.) Gere et al, 2009 Jagiellowicz et al., 2010 ¿Antisocial o Altamente Sensible? “Permíteme explicarte como soy (…y como somos algunas Personas Altamente Sensibles) De la preparatoria tuve una amiga, a la cual ya no le hablo. De la universidad, igual, solo una. A ella sí le hablo… una o dos veces al mes. Más o menos. De las mamás del colegio, bueno, las saludo, pero no me he aprendido sus nombres, no sé a qué se dedican, si es que se dedican a otra cosa que no sea sus hijos. De mis vecinos, bueno, todos me conocen porque salgo a caminar con mi perro, y, si no les retiro la mirada, me saludan. Pero si la vecina osa pintarse el cabello a otro tono, ya no sé quién es. No me preguntes dónde vive ni con quién, porque no sé. Y no me siento con el derecho de preguntarle. Cuando iba en la universidad fui a pedir informes para hacer mi servicio social, la secretaria no me los quería dar porque no me creía que yo ya iba en octavo semestre, “¡No es posible! ¡Nunca te he visto!” Cuando llegaba a mi trabajo, se quejaban todos de mi porque decían que no los saludaba. Sí los saludaba, pero no me escuchaban. Me moría de la pena interrumpir su plática matutina con mi “Buenos días, con permiso, estas parado frente a mi… gracias… bueno… si… ejem… bye…” Mis amigas actuales son las esposas de los amigos de mi esposo. Si hay una reunión con mucha gente, prefiero quedarme en casa a ver una peli. Cuando nos vamos de viaje, yo me pierdo entre el bosque y los vuelvo a ver cuando es momento de volver a tomar carretera. No espero que me creas, solo espero que abras tu mente. Que sepas que sí existen personas así. Que si me dedico a lo que me dedico es precisamente para dar a conocer este rasgo. A explicarles a los papás que si su hijo no saluda, no es por grosero o mal educado, sino porque no–puede. Realmente–sí–es–pedirle–mucho–porque–le–es–imposible. Que si yo le recomiendo a una mamá, un libro o una nutrióloga, 9 veces de 10, van a comprar el libro. Porque el libro no se enoja. No grita. No hay que salir de casa para verlo y no se ofende si no lo volvemos a buscar en seis meses. Que vivimos con la piel al rojo vivo y que todo–nos–afecta–sobre–manera. Que salimos de nuestra zona de confort cada vez que sale el sol. Cada vez que salimos de casa. Y que cada vez que nos conectamos a una sesión, aunque sea virtual, nos remueve un remolino interno lleno de ansiedad. Si la reunión es presencial, ¡olvídalo! Ya, salimos tan cansados que, no servimos para nada el resto del día. Lo que sucede es que la gente, sus emociones, sus pensamientos, sus palabras (que a veces no coinciden), sus expresiones faciales y corporales, su tono de voz… TODO nos afecta y sobre–satura. No es que seamos antisociales, es que somos Altamente Sensibles. Sí hay gente así. Esa realidad sí existe. No es flojera, ni falta de compromiso, ni timidez, ni introversión. Es un Sistema Nervioso Central distinto. Por eso me dedico a lo que me dedico. Para darles a conocer, sí, a las demás Personas Altamente Sensibles por qué son como son, pero también a las Personas No-Sensibles que, esto, es una realidad para el 20% de la población. Que nos encantaría ser el alma de la fiesta, tener facilidad de palabra, don de gente y todas esas cosas… pues si. Pero no lo tenemos. No todos podemos ser así. Y si nos forzamos por mucho tiempo, tendremos que pagar un precio con nuestra salud neuronal, emocional y, eventualmente, física y psicológica. La parte más difícil de mi trabajo es precisamente esa, explicarle a los papás no sensibles que su hijo es así. Y que así esta bien; su hijo es una gema preciosa y que brillará en su momento, en un espacio quieto y silencioso. No espero que me creas. Solo pido un poco de empatía. Ahora, cabe aclarar que no todos los Altamente Sensibles son así. Pero sí la gran mayoría. Y no, no se quita.” –Yo, ensayando en mi cabeza, por millonésima vez, cómo explicarle, sin animarme a decírselo… ¿me irá a comprender? 4 sencillos tips para la llegada del hermanito. Usualmente ya tenemos –más o menos– una rutina. Un pseudo orden. Algo de estructura… algo. Un poco. Bueno… un poquito –porque los niños alteran todo. Y ¡Zaz! ¡Que llega el hermanito! Yo digo que no es 1 + 1 = 2. Tampoco es multiplicación. El nivel de alteración es a la segunda potencia. Y se siente como ¡a la décima! Aunque haya sido planeado, un bebesito tiene la tarea de mover absolutamente todos los patrones previamente establecidos. La balanza que estaba delicadamente colocada, se va de cabeza. Si es así de fuerte para nosotros, ¿te imaginas cómo puede ser para tu hijo? Aquel pequeño ser que depende al 100% de tu constante atención, de un día para otro, te tiene como al 30%. Ese pequeño tlaconete, te absorbe casi totalmente. El mayor suele sentirse ignorado, totalmente hecho a un lado y sin importancia. A veces se ponen tristes, a veces agresivos. Pero el sentimiento origen es el mismo: esta asustado. Este es el momento crítico… cómo nos comportemos aquí es la linea determinante: se amarán o se odiarán. Se apoyarán o se resentirán. Harán equipo o enemistad. ¿Qué podemos hacer? 1) Tomate el tiempo de conexión uno a uno Este es un consejo que dicen mucho y a muchas mamás les parece totalmente imposible. Mi consejo es que sea durante la siesta o cuando el bebé se duerma en la noche temprano. Así será más fácil. 2) Espera retrasos o regresiones. El hermano grande que ya había dejado el pañalito, vuelve a tener accidentes. Si ya había dejado el biberón, lo retoma. Si ya dormía solo, regresa a cama de papá, mamá y hermanito. Es normal. Y, de igual manera que llegó, se le pasará. 3) Involúcralo en la nueva dinámica. Normalmente solemos asustarnos, “¡No seas tan brusco!” por instinto natural protegemos al bebesito y terminamos con un “¡Vete para allá!” alejando al hermano grande. Eso genera mucho resentimiento del grande contra el pequeño. En lugar de eso, es mejor involucrarlos. “Tu tienes muy buen gusto, ¿quieres ayudarme a elegir una pijamita para tu hermanita?” “¿Qué ropita quieres que le ponga, ¿la pijamita que tu elegiste o la que le dio tu tía Rosita?” “¿Me ayudas a bañarla?” Hazlos parte de la nueva rutina. Al hermano grande le encantará ayudar y sentirse útil. 4) Reconoce cuán difícil es su nuevo rol de hermano grande Es parte del punto anterior. solo asegúrate de no avergonzarlo en el proceso, es decir, “Tuuuu, que eres el hermano grandeeee, deberiasssss ser mas… amable / compartido / adjetivo calificativo” Nada de eso por favor. 5) Pide su consejo para aumentar su empoderamiento “Oye, tu que fuiste bebé hace poquito, ¿te acuerdas cómo dormías más tranquilo? ¿con el mosquitero o rodeado de almohadas? (…) ¿Me ayudas a colocarlo, por favor?” Es ejercer su rol de Hermano Grande… si, pero sin avergonzarlo. ¿Notas la diferencia? Tratándose de un Niño Altamente Sensible, es probable que necesite mucho… muuuuucho tiempo para adaptarse a la idea y ooootro montón de tiempo, a los cambios. Dáselo. Resuelve sus dudas. Abrázalo mucho. Síguele aclarando que el amor no se divide, sino que aumenta. Recuerda que lo más importante de tu rol parental es la conexión, conexión, conexión. Y más conexión. No porque nuestro trabajo se haya potencializado a lo que parece la millonésima potencia, nuestro hijo mayor debe pagar el precio. Al contrario, hazlo parte de la nueva dinámica y será feliz de involucrarse, ayudar y ser parte de la ¡nueva familia grande! …y qué hacer al respecto. “¿Te lavaste los dientes?” “Si…” “¿Pusiste tu pijama en el cesto?” “Si…” Tú sabes que no es cierto. La reacción típica es que nos enojamos, gritamos, “Cuantas veces te tengo que pedir que…” o, amenazamos, “Cuando se te piquen los dientes, ¡verás…!” Podemos vivir así todo el día, ellos mintiendo y nosotros haciendo corajes. Ellos no haciendo caso y nosotros explotando por millonésima vez. Y pueden pasar veinte años y seguimos igual. La vida familiar se vuelve sumamente estresante y llena de desconfianza. Con la panza torcida, en la madrugada, nos preguntamos “Algo en mi estrategia no esta funcionando. No puedo seguir con lo mismo esperando que el resultado sea diferente. ¿Por dónde puedo empezar?” 1) Entendamos el funcionamiento del cerebro de nuestros hijos. Cuando los niños mienten es porque – no se sienten emocionalmente a salvo para decir la verdad. – tienen miedo al regaño y creen que al decir mentiras, se salvan. Nuestros hijos tienen otras prioridades, diferentes a las nuestras. Si ellos deben elegir entre terminar el juego o lavarse los dientes, mil y un veces elegirán el juego. Y esta bien, son niños. O, también sucede que, simplemente se les olvidó (si, otra vez) y cuando les “recordamos”, como no saben cómo zafarse y, por miedo, mienten. Generalmente reaccionamos con lo mismo lo que nuestros padres hacían con nosotros: los avergonzamos o los castigamos o les quitamos privilegios como “una semana sin tablet” (que no deberíamos dárselas desde un inicio), pero lo único que esto les enseña es que deben aprender a mentir mejor o a esconder bien las evidencias… no a dejar de mentir. Es decir, con nuestra explosión emocional, estamos generando el hecho de que ellos no se sienten emocionalmente a salvo. Recuerda lo que vimos en el curso de Disciplina Sin Lágrimas (si no lo has tomado, tómalo, ¡esta lleno de herramientas efectivas!) cuando nosotros nos enojamos, ellos inmediatamente entran en amygdala y ya no hay nada que los regrese al cerebro superior. Las mentiras son solo el síntoma. NOTA IMPORTANTE: los niños aprenden a mentir a partir de los 6 -7 años. Es cuando ya aprenden a “tomarnos la medida”. Pero a esa edad sus mentiras son de lo más inocentes, no hay nada maquiavélico atrás. “No mamá, yo no me comí el dulce” y ves el envoltorio atrás, sobre el sofá brillando como diamante. Y nuestro miedo es que cuando ellos mienten, van a volverse malas personas y aunque no necesariamente ese será su destino, sí es buena idea aprender a corregir esto, pero de la manera adecuada. ¿Qué debemos hacer después? 2) Cambia tu perspectiva: Tu niño, ahorita, no es mala persona. Es un niño normal. Buscando conexión, apoyo, aliento y un lugar seguro en donde pueda ser él / ella misma. 3) Ten curiosidad sobre lo que pueda estar pasando. Cuando los niños tienen miedo a decir la verdad, ¿cuál es el secreto que están ocultando? Atrás de los secretos suele haber vergüenza, actúa con cautela y mucho respeto. 4) Reconstruye la confianza con conversaciones auténticas. Dile con palabras, tono de voz y actitud, “aquí estoy para ti, quiero saber qué necesitas y cómo puedo ayudarte”. 5) Cambia el ambiente en casa: Creamos esa seguridad emocional que tanto necesitan, es decir, un ambiente seguro para que puedan soltarnos la verdad que sea. Entonces, imagina (o recuerda) la imagen: “Si me lavé los dientes mamá.” Peeeero, el cepillo de dientes esta seco. No te enojes. Respira y piensa bien qué y cómo lo vas a decir. Agáchate a su nivel visual y con voz amable, puedes decir algo así, “Entiendo que me quieres decir que ya te cepillaste los dientes. Sé que no lo has hecho. Me quieres contar ¿qué fue lo que pasó? ¿Necesitas que te ayude en algo?” Si ya lo has regañado previamente en ese tema, lo más seguro es que te peleé de vuelta, “¡SI ME CEPILLÉEEEEE, MAMAAAAA!” Mantén la calma. Respira. “Sé que eso no es lo que ha pasado. Vamos a llegar a la raíz del asunto y vamos a pensar en algo que funcione para ti y para mi, ¿te parece bien?” Algo importante de este proceso es mantenernos sin juzgar. Si esta mintiendo, repito, no es por malo, sino por que hay una necesidad importante que no esta siendo cubierta. Nuestro trabajo es escarbar hasta que esa necesidad salga a flote y atenderla. “¿Te gustaría que te acompañe?” o “¿Tal vez no te gusta que te digan todo el día qué debes hacer?” o “¿Qué pasaría si lo hacemos juntos?” o “Probablemente no te gusta el sabor de la pasta dental?” Si te fijas, no se trata de aplicar más castigos ante su “rebeldía”, sino de compasión. Seguridad. Honestidad. Empatía. Validación. Crear el espacio para que se sienta apoyado en la actividad y en su propia familia. 6) Cambia el ambiente. Hay muchas maneras de hacer de lo mundano, divertido. “A mi tampoco me encanta hacer esto. ¡Hay que hacerlo más divertido! ¿Y si inventamos una canción del lavado de dientes? “Soy un dinosaurio con mil colmillos, he comido pillos que se irán ¡con el cepillooooo!” Y ya no tendrá miedo porque se esta divirtiendo. Los niños son pequeños mucho más tiempo de lo que aparentan por fuera. Es posible que te pide que lo acompañes o que hagas algo que implica un mayor esfuerzo de tu parte. Siempre es mejor hacer ese pequeño empujoncito, porque si lo analizamos bien, es menor al esfuerzo que requeriría un griterío, castigos, enojos, azotones de puerta y “estoy haciendo todo mal, soy la peor madre del mundo” a las 3 de la madrugada. El acompañamiento, el respeto, la conexión y el juego, siempre funcionan mejor. Photo by Some Tale on Unsplash Tips para guiar a nuestros Pre-Adolescentes Muchas veces pensamos que, como hemos estado con nuestros hijos todo el tiempo de todos estos años, ya los conocemos. Pero, la realidad (y un poco a nuestro pesar) ellos cambian. Sus opiniones y gustos cambian. Y nuestro trabajo forjando un Apego Seguro debe continuar. Aquí hay una pequeña lista de cosas que no debemos olvidar y seguir cultivando: 1) Pregúntales sobre sus sentimientos y sobre lo que viven – “¿Cuál es tu clase favorita?” – “¿Qué es lo más difícil que haz hecho?” El objetivo es acercarnos a ellos y realmente conocerlos. Y también darles una oportunidad para ser escuchados. 2) No tomes sus arranques emocionales personales – “Puedo ver que no estas de humor para platicar ahorita, pero aquí estoy para cuando estes listo.” 3) Ayúdales a descubrir quien son y dónde pertenecen – “¿Cuáles son los amigos que te atraen?” – “¿Qué es algo que te gustaría intentar o aprender?” Es primordial NO juzgar –ni sonar como si estuvieras juzgando. 4) Pasa tiempo con ellos cada vez que puedas. Mantente sintonizada a lo que sucede en su mundo. – “Voy a hacer algunos mandados, me encantaría tu compañía. ¿Quieres venir?” El tiempo en el coche es perfecto para conversar. 5) Diles lo que observas. Cáchalos cuando hagan algo bueno. – “Realmente te esforzaste mucho en ese proyecto.” – “Vi que ayudaste a tu hermano. Gracias.” 6) Es posible que se alejen de ti, pero siguen necesitando de tu atención y amor incondicional. – Déjales pequeñas notas en su almohada que digan, “Te amo” – “Me gustaría saber cómo puedo ayudarte, ¿qué ideas se te ocurren?” Date el tiempo para seguirte acercando a ellos. Esta etapa, al igual que las otras, van a pasar y queremos estar ahí bien presentes, conociendo, acompañando y apoyándoles. “Durante la parentalidad es crucial darse cuenta que no estas criando a uni mini-yo, sino un espíritu palpitando su propia firma.” Dra. Shefali
“¡No mamá, es muy difícil! ¡No quieroooo!”
Qué decir en lugar de “¡Ten cuidado!”
Mi hijo esta reprobando, ¿cómo lo presiono?
¿Obediencia?
¿Qué hacer cuando los hijos nos rompen en mil pedazos?
¿Qué hacer cuando no nos gusta jugar con los hijos?
7 maneras para ganar la cooperación de tus hijos –sin gritos, castigos o amenazas.
Tu hijo No siempre debe dar su mejor esfuerzo
Si mi hijo renuncia, ¿se volverá un irresponsable para siempre?
Beneficios que jamás creerías sobre Jugar a las Luchitas
¿Qué hacer cuando pierdas la paciencia con tus hijos?
¿Estoy sobre-protegiendo a mi hijo?
¿Qué es la co-regulación?
Pleitos entre hermanos
No obligues a tus hijos a disculparse
¿Qué es lo que más quieren los hijos?
La Ansiedad de Separación en los niños
Cómo enseñarle a los hijos a buscar la Validación Interna
Manual de sobre vivencia para mamás Altamente Sensibles
“¡Ya no sé cómo hablarle a mis hijos…!”
¿Cómo manejar los temas difíciles con los niños?
¿Los castigos hacen madurar a los niños?
¿Porque NO esta bien dejar a los niños llorando solos?
¿Qué hacer cuando no podemos controlar a los hijos?
Las Personas Altamente Sensibles, no miran, escanean.
¿Cómo evitar criar niños malagradecidos?
¿Qué hacer con los niños mentirosos?
Mejor ya no hay que ir de compras
Mi hijo “Llora de la Nada”
Unas micro-vacaciones
¿Qué hacer cuando los hijos están tristes?
¿Porqué es importante permitir que los hijos vivan las consecuencias de sus acciones?
¿Porqué los hijos insisten tanto?
¿Porqué solemos agacharnos ante los demás?
¿Cuándo dormirá mi hijo en su habitación?
La Alta Sensibilidad y la Indecisión
10 frases que solo las Personas Altamente Sensibles comprenderán
Qué hacer cuando los niños dicen, “No quiero ir al Colegio”
¿Cómo puedo lograr que mi hijo haga la tarea?
¿Qué podemos hacer cuando nuestro hijo nos pega?
¿Por qué pegan los niños?
Al despertar, al regreso del colegio y al dormir
“Mi hijo es El Más Listo” Cómo halagar a los hijos
7 maneras para calmar a tu hijo a la hora de dormir
Qué hacer cuando los hijos se pelean por los juguetes
Las 4 diferencias clave entre las Personas Altamente Sensibles y Trastorno de Procesamiento Sensorial (TPS)
¿Antisocial o Altamente Sensible?
4 sencillos tips para la llegada del hermanito
Las 2 razones por las cuales los Niños Dicen Mentiras
Tips para guiar a nuestros Pre-Adolescentes
- mayo 2023
- abril 2023
- marzo 2023
- febrero 2023
- enero 2023
- diciembre 2022
- noviembre 2022
- octubre 2022
- septiembre 2022
- agosto 2022
- julio 2022
- junio 2022
- mayo 2022
- abril 2022
- marzo 2022
- febrero 2022
- enero 2022
- noviembre 2021
- octubre 2021
- septiembre 2021
- agosto 2021
- julio 2021
- junio 2021
- mayo 2021
- abril 2021
- marzo 2021
- febrero 2021
- enero 2021
- diciembre 2020
- noviembre 2020
- octubre 2020
- septiembre 2020
- agosto 2020
- julio 2020
- junio 2020
- mayo 2020