Sin categoría

Durante esta cuarentena me he dedicado a hacer limpieza…

…y me tropecé con un montonal de tiliches que ni sabía que tenía guardado. Entre ellas esta foto.

Aquella niña Altamente Sensible que todo observa. Callada. Seria. Sin una gota de duda. Percibiéndolo todo. Llegando a sus propias conclusiones sobre ese momento tan intenso –como lo es “Carmen, te dije que te peinaras. Bueno, ya …siéntate aquí y sonríe para la fotografía. ¡Que sonrías! Carmen… ¿Carmen? ¿Estás ahí?”

He de haber estado escaneando al fotógrafo. O cuestionando seriamente la importancia de sonreírle a la cámara. O ambas.

En estos días, he tirado un montonal de cosas que ya no me representan, como mis trabajos de la universidad. O que me traen malos recuerdos como mi graduación de sexto de primaria. O todo lo que yo pensé que iba a necesitar para hacer un Currículum interesante.

He guardado todo aquello que en su momento tocó mi corazón, como algún recorte de una revista, una libreta de Snoopy y algunas de mis fotos, para recordar a aquella niña sabia e intensa.

Esa niña de mirada pesada como yunque, -de alguna manera, casi inexplicable- ha sobrevivido. Sí perdió su identidad, claro que sí. Pero solo un tiempo. Recuperarme ha sido un trabajo de décadas. He tenido que ser muy valiente y he llorado mucho. Paso a paso. Capa por capa. Año tras año. Ahora, ya sé qué soy. Quién soy. Ahora ya puedo decir que vivo cómoda bajo mi piel. Que la gente se sigue incomodando por mi mirada de yunque. Pues sigo observando. Callada. Seria. Aunque, con varias gotas de duda.

He de haber tenido unos 7 años. Lo mismo que mi hijo ahora. Él tampoco sonríe para la foto.

Si algún día te tropiezas con tu niño interior, como yo hoy con la mía. Dile que todo esta bien. Que estás aquí para cuidarle. Y que ahora ya entiendes por qué se comportaba así: “eres Altamente Sensible”.

Dejar una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.