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¿Cómo sobrevivir las visitas familiares?

Couple Greeting Senior Parents At Front Door As They Come To Visit

¿Cómo sobrevivir las visitas familiares?

Nosotros que ya somos conscientes de los traumas de la infancia, que hemos estado en terapias y cursos y talleres y más terapias tratando de sanar aquello para que nuestros hijos tengan una mejor vida –y menos traumas. Nosotros que vivimos tratando de reinventarnos. Nosotros que queremos ser felices y fluir más suavemente ante ls tsunamis de la vida… nosotros… que recibimos a la visita familiar…

… nosotros…

…que…

…OUCH…

¿No que íbamos tan bien?

En un par de días volvemos a ser la niña, con granos en la nariz, con brackets en los dientes, que todo el mundo corregía. “Y no te vayas a enojar peeeero, haces mal en…”. “No es cierto, eso nunca pasó…”, “Tú nunca te acuerdas de nada…”, “Siempre has visto las cosas mal…”, “No seas exagerada / payasa / loca (pon ESOS adjetivos calificativos aquí)…”

…Ay…

(Suspiro)

De alguna forma la vida nos regresa a ese lugar. A ese dolor. A esa desesperación. A esa impotencia. A ese, “me encierro en mi cuarto y no quiero ver a nadie”.

La pregunta del siglo es: ¿para qué?

Tal vez pueda ser por varias razones:

1) que veas que realmente sí estas haciendo una diferencia en tu familia, que las cosas si son diferentes y que tus hijos si están creciendo en un ambiente mejor, no tóxico y más sano.

2) tal vez antes te encerrabas en tu cuarto asustada, totalmente en amygdala, sin saber qué más hacer. En cambio ahora ya tienes muchas herramientas para enfrentar aquello. Igual y ahora sigues sin pelearte, pero ahora ya no te enganchas. Ahora confías en tu sabiduría. Reconoces el dolor de tus familiares, lo honras y lo surfeas por arriba de la corriente.

3) que termines de sanar aquello que todavía te rechina por dentro. 

Yo creo que la sanación es cíclica. Y vamos por capas. A veces sentimos que estamos retrocediendo en un tema que “ya había trabajado”, pero en realidad es solo otra capa. La siguiente capa. La que toca. 

4) si ya estabas decidido a cambiar para evitar ese dolor en tus hijos, al recordar el dolor que te ha causado durante décadas, reforzará tu convicción.

Esta tormenta nos hace ver ¿hemos cambiado? ¿Hemos madurado? ¿Hemos sanado?

Es un chequeo.

Y aunque de momento, especialmente cuando tenemos las emociones a flor de piel , nos sintamos totalmente reprobados, la verdad puede ser otra. 

Es un retomar y reforzar. 

Sigamos sanando. Sigamos avanzando. Sigamos con la mirada en la salud mental, emocional y psicológica de nuestros hijos a través de la sabiduría, serenidad y la felicidad. Finalmente, cuando eso lo tenemos internamente, siempre SIEMPRE nos será accesible.

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