
¿Qué hacer si ya van varias veces que pides lo mismo y tu hijo no responde?
Puedes enojarte. Aunque ya sabemos que eso no nos lleva a nada.
El enojo no sirve porque se vuelve una Lucha de Poder; amygdala contra amygdala. Grito contra grito… o peor: grito (tuyo) contra sometimiento / aplastamiento (de tu hijo).
Por eso siempre en mis cursos hablo del Auto–cuidado como parte básica y elemental de la parentalidad. Es necesario estar bien, tranquilos, en nuestro centro para poder hacer un buen trabajo, calmarnos y pensar en una mejor alternativa.
Como por ejemplo –mejor– cambiar tu acercamiento.
Cambiar tu acercamiento puede ser:
1) Acompañando más de cerca, hay niños que les gusta aprender solos y hay otros que necesitan ser guiados paso a paso.
2) Guiarlo con preguntas, “¿Porqué crees que no esta funcionando? ¿Qué se te ocurre?”
3) Recordarle –es genuino, los niños olvidan.
4) Puedes incluso hablarles de cómo funciona el cerebro, “Estás aprendiendo algo nuevo y eso es difícil para tus neuronas, es cuestión de paciencia y ensayo, ¿necesitas tiempo para pensar en una mejor estrategia?”
Es decir, cambiar de táctica hacia una en donde él / ella entiendan el por qué y el para qué de tus reglas o solicitudes.
Los niños sensibles funcionan mucho peor con enojos, gritos y sombrerazos.
En cambio un acercamiento gentil es siempre más efectivo.
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