Esta hermosa nena, como recién descubrimos durante una sesión de consulta, es Altamente Sensible.
Y pueden ser varias las razones por las cuales no relata sus experiencias.
Una, la edad.
Si son muy pequeños todavía no saben qué palabras poner a ciertas emociones y/o experiencias. Para solucionar esto, es útil validar lo que estamos viendo en su comportamiento. Dar a conocer los hechos asociados a la emoción, por ejemplo:
“Aventaste tu muñeca, ¿algo te hizo enojar?”,
“Veo que estás alegre por algo, ¿me quieres contar?”,
“Estas molesta, ¿verdad? Fue porque dejé de jugar contigo mientras contestaba el teléfono?”
Y si no sabes exactamente qué le esta pasando, ofrece opciones, por ejemplo:
“¿Estás triste porque papá se fue de viaje o estás angustiada?”
Con el tiempo ella va a poder decir lo que siente.
Dos, sobresaturación.
Cuando un Niño Altamente Sensible está sobresaturado pueden pasar dos cosas, una es que deja de registrar lo que está sucediendo y la otra es que ya no conecta ojos, con boca, ni cerebro. Sobresaturación de líneas, literal. Para solucionar esto, es de vital importancia que ella tenga un espacio tranquilo sin ningún tipo de estímulos para relajar su sistema nervioso central. Es posible que después de comer y una buena siesta pueda empezar a relatar lo que sucedió en el cole.
Tres, todavía no lo ha procesado.
Los Altamente Sensibles registramos mucha información en un periodo corto de tiempo. Es tanta que necesitamos mucho tiempo para procesarla. Si esto no ocurre, la coladera de información no se limpia y se sigue saturando, no habrá manera que podamos relatar lo ocurrido. Para solucionar esto cuando los niños son pequeños sirve, como dice Daniel Siegel PhD, repasar los eventos en el orden ocurrido, un ejemplo de cómo llevar esta conversación:
“Pisaste tus agujetas, ¿y luego qué pasó?”,
“Me caí”,
“Te caíste, ¿y luego qué hiciste?”,
“Lloré.”
“Lloraste porque te dolió mucho, ¿verdad? ¿Y luego…?”
Para cuando son más grandes llevar un diario funciona o cualquier otra actividad creativa como crear su propia música.
Cuatro, demasiada emotividad.
Seguramente te pasó que cuando conociste al amor de tu vida, se te olvidó cómo hablar, respirar y… ¿todo? Bueno, los Altamente Sensibles vivimos toda la vida con ese nivel de emociones. Todo es demasiado fuerte y eso nubla el intelecto. ¿Qué podemos hacer? Dejar que se pase un poco la histeria momentánea y empezar a procesar tanto los eventos como las emociones. Eventualmente ya se podrá programar, “Ahí viene Pablo, tranquila, respira, no te tropieces…”
Cinco, tal vez se siente juzgada.
Acuérdate que los Altamente Sensibles registramos todo. Si tu por dentro estás enjuiciando a tu hija –o a sus amigas–, ella lo va a percibir y, por lo tanto no tendrá la confianza de contarte nada. ¿Qué puedes hacer? En lugar de llenarla de tus “Sabios Consejos” que no va a pelar, enséñale a que conecte con su propio corazón. Que sea su sabiduría interna la que la guié.
Tu trabajo es ser su Mentor no su juez.
Lo importante es que tu hijo se sienta con toda la apertura y tranquilidad para platicarte de lo que sea, el juguete que vió, el accidente de autos, su amiga la embarazada o un chiste malo. No lo presiones. Si puedes utilizar el juego ¡sería maravilloso! Es a través del juego que los niños sacan, procesan y sanan todo.
Ser escuchado y visto es una necesidad humana básica. Siéntate a esperar el momento en que tu crío esté listo, ya después ¡no lo podrás parar!
Photo by cottonbro studio: https://www.pexels.com/photo/girl-writing-on-the-paper-photograph-3171118/
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