
¿Eres perfeccionista? ¿Reaccionas fuertemente ante los comentarios de las personas? Tal vez fuiste criado en un Apego Inseguro.
Si has tomado mis cursos, ya sabes lo que es el Apego Inseguro. Si no, inscríbete y toma el siguiente curso de Disciplina Sin Lágrimas, ¡tómalo! ¡Te cambiará la vida!
En mis cursos también explico que, lo importante en el tipo de apego, no es la opinión de los papás, sino el punto de vista de los niños. Es decir, tu mamá puede jurar que fue una magnífica madre. Y tu opinión puede diferir. Sin quitar su eterno amor y el honorable esfuerzo que hizo, tu punto de vista es la que vale. Simplemente porque así es como lo viviste tú. Y los Altamente Sensibles vivimos las cosas de manera distinta. Vemos, sentimos, observamos, analizamos… todo, de manera intensa y diferente. Lo externo nos afecta aún más. Según Elaine Aron, los HSP (por sus siglas en inglés, o Altamente Sensibles en español) reportamos haber crecido en Apego Inseguro más que las personas no-sensibles.
En un apego ambivalente, la Persona Sensible vive con la duda de ser amada y bien cuidada. Crecen temerosos que de la persona quienes aman, se vaya.
En un apego evasivo, la Persona Sensible –al contrario del apego ambivalente– ante la primer señal de afecto, huye en dirección opuesta. Para ellos, en la edad adulta, es difícil abrazar la vulnerabilidad, las emociones e intimidad.
En el fondo, cada apego inseguro, esta enraizado en miedo a ser abandonado. Uno se aferra más, el otro huye más.
Este es un tema intenso, muy profundo y depende de cada persona. Pero en una manera muy resumida, creo que esto puede darnos luz en cuanto a las razones de algunos de nuestros comportamientos.
Pero, ¿cómo afecta el apego inseguro a la Persona Sensible?
1) Los apegos inseguros se van desarrollando con el tiempo
Un niño Altamente Sensible observa todo con detalle, detectará la más mínima señal en sus cuidadores y si ellos son emocionalmente inestables, deprimidos, estresados, abusivos y/o que no sanaron sus heridas de su propia infancia, dejarán una huella en los niños. Esta huella, con los años, será una sensación de que las otras personas no pueden darnos la seguridad y cuidados que necesitamos. El Niño HSP –y como adultos HSP– terminamos dependiendo en nosotros mismos e implementando mecanismos para auto-calmarnos, mecanismos que, de alguna manera, nos sanan, pero nos hace sentir con mucha soledad e incomprensión.
2) Repetimos los patrones con relaciones inseguras
Niños que no se sintieron seguros, de manera inconsciente buscan relaciones igual de inseguras. Y cuando se cansan de lo mismo, explotan contra un compañero de trabajo, o gritan a un ser querido, o cambian de humor sin razón aparente o desarrollan tendencias perfeccionistas. Irónicamente cuando nos movemos desde la herida sin sanar, nos auto-saboteamos con comportamientos auto-desctructivos como vivir en el conflicto familiar, adicciones, comer por ansiedad o la desintegración interna.
3) Tenemos sentimientos reprimidos –si no nos sentimos seguros, ahogamos a las emociones
Cuando no existe un permiso familiar para que los niños digan lo que piensan, sientan lo que sienten y ser quien son, todo eso lo terminan embotellando. En la edad adulta esto se traduce a sentirnos invisibles, un baja auto-estima, la necesidad de ser validados y desconfiar de los demás. Nuestra confianza en los demás fluctúa en lo que la Dra Aron llama, la respuesta del “nunca jamás”, a manera de evitarnos confrontar el dolor enterrado. A la larga implica depresión, ansiedad y timidez, además de problemas continuos de salud.
4) No sabemos a quién seguir, ¿a nuestra intuición o a nuestros padres / amigos?
Los HSP tenemos una magnífica intuición que detecta el peligro en el día-a-día. Si no pudimos, por cualquier razón, abrazar a esa intuición desde niños, se genera mucha confusión y ya no sabemos a quién obedecer, ¿a nuestros padres o a nuestra sabiduría interna? ¿a nuestros amigos o a nuestros padres? ¿a nuestros maestros o a…?
Esta sensación de ambigüedad, en el adulto HSP, se traduce a una persona sin voz propia, no sabe qué queremos ni qué necesitamos, pues hemos “ingerido” las identidades de nuestros cuidadores.
La Dra. Aron sugiere que, cuando éramos niños, como teníamos que sobrevivir y nos conformamos con lo que venía sin hacer preguntas. En la edad adulta, terminamos cuestionando a nosotros mismos, a los demás, a la vida misma. Nos sentimos enojados, estresados, ansiosos o retraídos –a pesar de tener una magnífica intuición e intelecto como nuestra guía.
Aunado a todas las penas emocionales, como ya sabes, el cuerpo físico del HSP se enferma más fácilmente, así que, estamos hablando de un montonal de achaques como migrañas, alergias, fatiga, problemas en el sistema digestivo, insomnio, dolorcitos aquí y allá, colitis, gastritis… y la lista sigue.
¿Cómo podemos salir adelante?
No todo son malas noticias. Es cierto que no podemos cambiar el pasado, pero no significa que es una sentencia hasta la muerte. Al contrario, el darnos cuenta es un magnífico momento para un nuevo inicio. Tenemos esa responsabilidad: sanar nuestras heridas para un mejor presente para nosotros y el futuro de nuestros hijos.
Si puedes encontrar un buen terapeuta, ve. Alguien que sepa sobre la Alta Sensibilidad y que te sepa guiar bien.
Sí, también puedes empezar a… en inglés se llama self-parenting. Se puede traducir como la auto-parentalidad. Esto significa que tu te vuelves, para tí misma, los papás que necesitaste tener. Transformar todo el diálogo interno. Sanar a tu niño interior… es un proceso bellísimo.
Sí, también es necesario permitirte sentir TODAS las emociones que vengan y como vengan, todas aquellas que no tuviste el permiso para sentir (dolor, miedo, enojo, felicidad…) Esto te dará paz.
Sí, busca relaciones que te den paz, seguridad, amor y amabilidad.
Sí, la auto-compasión es clave. Según Kristen Neff, esta manera de auto-acompañamiento es el antídoto para la vergüenza y el miedo que sentiste en tu pasado. El decirte, “Estoy a salvo, soy amada y soy importante”. “En este momento, estoy a salvo”. “Esta bien si me siento así. Es válido.”
Sí, escribe en un diario todo que que te venga a la mente y corazón.
Sí, cuida y repara a tu cuerpo. Haz ejercicio, caminata, yoga, medita, ve a la acupuntura, homeopatía, flores de Bach, lo que te funcione. La máquina también esta herida, hay que cuidar de ella.
Este proceso así como es bello, a veces es lento. Tente paciencia y reconoce que definitivamente vale la pena para ti, tu vida de pareja y tus hijos.
Es a partir de darnos cuenta y de validar que nuestra vida y el destino de nuestros hijos, cambia. Para bien. El esfuerzo lo vale ¡claro que si!
Photo by Josh Hild: https://www.pexels.com/photo/person-holding-water-2422560/
Agregar comentario