Cuando tenía 25 años, trabajaba en una fábrica rodeada de obreros e ingenieros. Era la única mujer gerente (era una empresa muy dizque moderna y liberal), era la más joven. Yo me vestía con la ropa más holgada del mundo para que los obreros no supieran qué habían curvas allá adentro y no usaba maquillaje –aunque mi jefe me mandara regañar todos los días con la encargada de recursos humanos. “Si no le gusta cómo me veo, que vea a otra parte.” Todos pensaban de mi que yo era una perfecta idiota y yo no estaba dispuesta a contradecirles porque ya sabía que no iba a cambiar su opinión, porque la opinión de los demás es algo que no podemos controlar, nunca. Así que navegaba con mi bandera de “Tonta, S.A. de C.V.” Y de manera implícita decía algo así: “Si, si, soy una tonta –del peor calibre de tonta que hay en el mundo- quitemos eso de la mesa, ahora ¿cómo vamos a solucionar este problema?”
Como buena HSP, tenía el sistema nervioso central deshecho, todos los días tenía dolor de cabeza en el camino a mi trabajo, si… atorada en el tráfico y con dolor. No era divertido. Y muchos otros achaques más como gastritis, insomnio y un largo ectétera. No es necesario decir que odiaba mi trabajo, mi vida y a mi misma por haberlo aceptado.
Un día mi jefe se metió a mi oficina a decirme que no había nada peor en el volante que una mujer con camioneta. Yo no me sentí aludida. Yo no manejaba camioneta. Me tomó tiempo entender el insulto.
Tiempo después, renuncié, empaqué mi ropa y mis muebles y me fui a vivir del otro lado de la República.
Me volvieron a contratar.
Tonta tonta, pero ¿cómo es que le hacías?
No estoy diciendo que ustedes deban renunciar y salir corriendo. Para nada. Ese fue mi método de sobrevivencia cuando yo tenía 20 años en un mundo de hombres de 65. Las cosas han cambiado radicalmente hoy. Básicamente porque los cabezas-de-pito de 65 años no pueden ni encender una computadora, mucho menos programar.
El mundo ha cambiado.
Hoy, las jefas de las compañías parecen de 14 años. Resuelven broncas inmensas y ahorran billones de Euros, programando Excel mientras mastican un chicle y se reacomodan la diadema de unicornio.
Mi consejo, si es que te pudiera dar uno, es que, demuestres en el trabajo tu inteligencia, no peleando sino, con hechos. No es necesario pelear. No desgastes tu sistema nervioso con eso. Mira a los problemas como una oportunidad para aprender. Demuéstrate a ti misma que sí puedes. Ama a tu trabajo. Lucha por tus objetivos para ti misma y lo demás vendrá por añadidura… Y tal vez, si renuncias, traten de volverte a contratar ;)
Photo by Marcus Aurelius: https://www.pexels.com/photo/woman-wearing-blazer-and-blue-denim-jeans-sitting-on-chair-4063856/
Agregar comentario