Nosotros queremos que nuestros hijos sean agradecidos, si. Nos gusta recibir un “gracias” después de que le compramos un libro. Que le digan “gracias” a los abuelos después de recibir su regalo de cumpleaños.
Si.
Las formalidades son lindas.
También, queremos que sean agradecidos con la vida y de todas las bendiciones que tienen y que reciben todos los días.
Si.
Agradecer a la vida es, también, seguir abiertos a la abundancia y bendiciones.
Aunado a lo anterior, también queremos que reciban de forma natural.
¿A qué me refiero con esto?
Cuando nosotros damos desde la herida o con la necesidad del ego de recibir algo a cambio, este agradecimiento natural de “recibo porque merezco, porque estoy vivo”, ya no se da. Empieza a haber un movimiento tóxico de “recibí, entonces TENGO que dar”.
No le quiero dar un beso a la abuela, pero se lo TENGO que dar porque me dio un helado.
Y es aquí cuando el dar y recibir, el agradecimiento se corrompen. Pues, el recibir se vuelve algo malo / chueco / perverso porque TENGO que dar a cambio.
Se pierde la naturalidad.
Se pierde la espontaneidad.
Se pierde incluso el gozo.
Se vuelve un intercambio forzoso.
Se vuelve un “a pesar de mi brújula interna” o “en contra de mis necesidades básicas”. Y eso no es sano. El dar y recibir debe de ser un flujo sano y puede ser en divisas diferentes y en tiempos no lineales.
El Amor Incondicional, da.
Y ya.
No espera nada a cambio.
Da y espera.
Da por el puro gozo.
Es más, da midiendo qué tanto puede tolerar recibir el otro.
Sin presión. Sin exigencias. Sin agendas.
Los niños son egoístas por principio elemental de sobrevivencia. Están programados a recibir solamente porque existen y no dan nada a cambio, no al menos bajo las reglas sociales. Te dan amores y sonrisas –que valen mucho más, pero no cumplen con lo socialmente establecido.
El agradecimiento se va aprendiendo muy poco a poco, tiene que ver con la madurez social… y con la madurez en general. Muchas veces nosotros aprendemos a estar agradecidos con nuestros padres cuando vemos lo duro que es generar el dinero para pagar tanta cosa. Agradecemos el tener una casa limpia hasta que vivimos solos y nos toca recoger todo el tiradero. Pero es hasta que lo vivimos en carne propia que valoramos y agradecemos y para esto pueden pasar ¡décadas!
Los niños no deben agradecer el hecho de que ponemos comida en la mesa, ese es Nuestro Trabajo como papás / mamás. Que nos guste la formalidad, esta bien. Pero no por eso los niños están Obligados a estar agradecidos.
Permite que ellos aprendan a recibir de la vida, no porque tienen que dar algo a cambio, sino porque viven y existen, y la vida es generosa y ellos merecen solo por que… si.
Al mismo tiempo, cuando los niños nos quieren dar algo, porque les nace, nos llenan de dibujos, de besos, de abrazos, de juegos, de risas… Ese es el dar que queremos nutrir. No el “gracias” forzado, sino el “te amo y te lo expreso con toda mi grandeza cuando me da la gana.”
Si, siembra la semilla de decir “gracias”, es lindo.
Pero que sea natural.
Y lo más vital: recibe cuando te quieran dar, lo que te quieran dar. Es mucho más importante y mucho más valioso que la simple palabra.
Photo by Vlada Karpovich: https://www.pexels.com/photo/smiling-girl-sitting-by-table-4617291/
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