Al dar la Conferencia o Consulta sobre los Niños HSP, siempre me hacen la pregunta: “¿Cómo le hago para hacerlo fuerte? ¡El mundo es duro y cruel! Nadie se va a compadecer de ella/él.”
Es importante aclarar que la Alta Sensibilidad no es una debilidad ó flaqueza.
“Pero si llora todo el tiempo, ¿cómo no va a ser una flaqueza?” preguntarás.
O
“No aguanta ni una tarde ruidosa con los primos, ¿cómo no va a ser una debilidad?”
Bueno…
Definitivamente requiere de ciertos cuidados, pero bien criado, un Niño Altamente Sensible puede ser fuerte como roble.
Te explico.
El movimiento de un HSP sano es como las olas del mar: Se levantan, cambian el mundo, regresan a su rincón seguro, pegan sus pedazos, piensan, analizan, aprenden. Se levantan de nuevo, cambian algo del mundo, nuevamente y vuelven a su rincón.
Palabras clave: Se levantan.
Una y otra vez.
Si. Llegan rotos, llore y llore… con migrañas, gastritis, colitis… alergias… No son de hule, vaya. Requieren de mucho tiempo y cuidados. Pero una vez que lloran, cuidan de su cuerpo con yoga o meditación, escriben en su diario y pegan sus pedazos, o buscan mil y una terapias para ahora sí, ya estar bien.
- Perdonan y aman a sus amigos sin pedir cuentas.
- Buscan y buscan su sendero para ahora sí ya, poder dar a manos llenas como ellos quieren.
- Usan su compasión, su empatía y las ganas de ayudar para salir y volver a dar y ayudar aunque no estén cómodos y luego regresan a su habitación hechos bolas para el día siguiente volverlo a hacer…
– Los HSP se las ingenian para sanar internamente y salir una y otra… y otra… y otra… y otra vez.
¿Cuántas personas se caen una vez y de ahí aprovechan para tirarse al “yo–víctima” y ni a empujones salen?
“Mi corazón es sensible porque llora fácil, pero también es fuerte porque ama a muchas personas,” dijo una pequeña HSP.
Los HSP –vuelvo a aclarar: sanos– no se rinden. No se dejan aplastar… a menos que hayan sido mal educados, sean obedientes y estén fuera de su centro. Ahí sí que son débiles. Peeeeero si los educamos para que sean ellos mismos y a enfrentar el mundo desde quienes son en realidad, tendrán una entereza, en su va-i-vén como las olas del mar, de la cual nadie los va a tumbar. O si los tumban, es solo por un ratito; tiempo, posiblemente, terapias y muchas horas de juego libre son sus mejores medicinas. Después, salen más fortalecidos y con un temple de gigantes.
Así que cuando tu hijo HSP pida su esquina. Déjalo. Respeta sus momentos en “APAGADO” y saca los pompones de porrista cuando salga en “ENCENDIDO”. Él/Ella en su enorme sabiduría sabrá que hacer. Es cuestión de respeto.
Y nosotros, los padres que “todo lo sabemos”… aprendamos de ellos. Esa fortaleza es digna de admiración e imitación, tal como las olas del mar.
Photo by Emiliano Arano: https://www.pexels.com/photo/photography-of-barrel-wave-1298684/
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