Si, es perfectamente normal vernos estresadas o llorando ante cualquier detalle.
No solo soy una mamá, soy una mamá HSP (por sus siglas en inglés o Altamente Sensible). Esto significa que vivo una vida interna iiiiiintensa, soy muy sensible a los estímulos externos, y que también extra–empatizo con mi hijo. Su felicidad es la mía. Su dolor es el mío.
Usualmente no hablo de mi, pero lo expongo, para que sepas que no estás sola y que eres comprendida.
1) A veces… muchas veces, mamá No sabe qué onda.
Preguntarle algo a una HSP es complicado porque nos atoramos, sobre-pensamos, sobre-analizamos todas las posibles escenarios, terrores y pánicos. La invitación de un amiguito a dormir a su casa puede terminar –en mi cabeza– en una historia aterrorizante que va desde, “Se le va a olvidar su cepillo de dientes” hasta “¿y si lo raptan?”. Cambiar nuestra narrativa interna de negativo a positivo es complicado, pero al mismo tiempo, importante: “¿Y si eso lo hace feliz?”
2) Mi hijo cree que tengo super poderes…
Lo digo en mis conferencias y él escucha. Los HSP pueden saber si una persona dice la verdad o no, tienen una super memoria, detectan muchos detalles, conocen a las personas profundamente… aunque muchas veces esto también tiene sus bemoles pues también vemos cosas, verdades que incomodan, duelen y usualmente son negadas.
Mi mamá me quito mis super poderes. Todo el tiempo decía que yo estaba loca, que lo que veía no tenía nada que ver con la realidad. Claro que con los años se ha demostrado que yo sabía perfectamente que lo que veía era La Verdad. Pero, volver a confiar en mi, en mi percepción, en mi intuición ha sido un trabajo de décadas. Entonces, mientras reconstruyo mis super poderes, lucho por no tumbar los de él.
3) Me saturo, yo me la vivo vaciando mi ‘Tacita de la Tolerancia’ todo el santo día.
No es fácil tener compañía las 24 horas del día los 365 días del año. No–es–fácil.
Vuélvelo a leer:
No–es–fácil.
Mi Taza de la Tolerancia se llena con el primer “mamá” de las 7 am. Ya para las 7:36 (si, AM) ya estoy pelas.
He aprendido mil estrategias para aprender a vaciarla y, usualmente para eso necesito paz, tranquilidad, silencio… Ajá…
Ya lo sé.
Ahorita estoy escribiendo esto con la música de Piratas del Caribe de fondo… si, mi cabeza esta haciendo corto circuito “TZZZzzztt”.
En estos meses, estoy aprendiendo a vaciar mi taza en medio de “mamá mira, mamá escucha, mamá ¿ya viste?, mamá acompáñame, mamá dame, mamá ¿tu sabes dónde dejé mis lentes…?”
Los HSP necesitamos una manera de canalizar las emociones internas. Hay personas que cocinan, otros golpean un saco de arena, yo hago ejercicio, escribo, me salgo al jardín, tomo el sol, canto, bailo… y un largo etécetera que implica todo el día y toda la noche. ¡Y apeeeenas!
4) Vivo bajo expectativas y presiones de los demás, y por lo tanto, hay mucha incomprensión.
Y eso me hace sentir mucha soledad.
Toda la vida me he sentido como un bicho raro. Ahora soy Mamá Bicho Raro. Criando un hijo bicho raro que “se comportan de una manera rara y súper consentido…” –ante el criterio de la familia política, claro esta.
¿Cuál ha sido mi reacción?
Pues ya no les doy ningún tipo de explicación ni justificación de nada. “¿No te gusta lo que ves? No veas.”
Y eso me produce más soledad. Pero también más certeza de que lo que hago es lo correcto para mi familia y si los demás opinan distinto… pues… que se lo expresen a alguien que tenga tiempo y ganas.
5) Soy un poco doble-cara.
A mi hijo le digo que la perfección no existe y lo que importa es el esfuerzo. Pero no aplico esos principios para mi. Los HSP tendemos hacia el perfeccionismo y relajarnos en ello nos es especialmente difícil.
6) Las reglas son difíciles de aplicar, pero son necesarias
Me rompe el corazón tener que aplicar las consecuencias y a veces necesito retirarme antes de que vea cuánto me dolió ser firme con él.
7) Las fiestas me provocan ansiedad y a veces las evito.
Sobre todo cuando tengo que platicar con otras personas. Mucha gente, mucha plática, mucha energías… nunca sé de qué hablar… odio la platica del clima… auxilio.
Pero cuando veo la carita de mi hijo ultra feliz.. bueno, el esfuerzo vale la pena. Aunque a veces necesito varios días para reponerme del susto. Nervio. Ansiedad. Sobresaturación.
8) Muchas personas lloran. Yo, todo me lo trago.
Tengo que hacer un esfuerzo adicional para sentarme y tocar base, “Ey, Carmen… ¿cómo vas?”
9) No me encanta ser ultra-mega-hiper-altamente-sensible… a decir verdad.
Vivir con la piel al rojo vivo me es muy difícil. Ando cansada casi todo el tiempo, especialmente cuando no duermo bien. Es raro que duerma bien.Tras la educación de mi madre, tengo que auto-re-educarme, auto-re-parentalizarme para retomar eso que yo solía ser y tener. Me la vivo sobresaturada y con las emociones al mil pero embotelladas y en medio de eso, educando a un niño hermoso que me ve conflictuada la mayor parte del día…
…y todos los días hago esfuerzos monumentales para estar bien para él… para mi… para mi esposo… mis cursos… mi trabajo que lo hago de mil amores… Muchas veces mi presupuesto emocional no da para más.
Y, como te decía al inicio del post, me confieso para decirte: si te pasa algo similar, no estás sola. Ser Altamente Sensible, en este siglo, no es precisamente lo más fácil del mundo. Peeeeero, así como sentimos intensamente otras cosas, igual de intenso sentimos el amor, la luz, la compasíón. Ser madre HSP nos hace mucho más empáticas con nuestros hijos y esto fortalece el Apego Seguro, es decir, lo que ellos más necesitan para salir adelante.
Así que, sé. Sé tal cual eres. Ama, llora, ríe tan intensa como te plazca y alégrate de ser parte de estos hermosos ¡“bichos raros”!
Photo by Gustavo Fring: https://www.pexels.com/photo/tired-mother-asking-for-help-while-sitting-with-children-4017419/
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