En mi familia, yo no tenía permiso a sentir. Nada. Si estaba triste era una “payasa, exagerada y estaba mal”. Si estaba feliz era una “payasa, volada y estaba mal”.
Por supuesto que aprendí a tragarme todo, en presencia de los demás. Cuando estaba sola o al hacer ejercicio era mi momento de sacar todo lo estancado. Así aprendí a sobrevivir.
Claro que ahora con la pandemia, acompañada todo el tiempo, algo en mi no se da el permiso de sacar nada. Y si no lo hago, me enfermo y estas no son épocas como para eso.
¿Qué hago?
No siempre puedo pero, si me logro escapar, me salgo a caminar con música. Y me permito sentir lo que sea que venga. Créeme, no me es nada –NADA– fácil quedarme sintiendo las emociones. Para eso es la música, me regresa una y otra vez a sentir. A explotar. A vivir.
Primero tenemos que poder vivir y sentirlas nosotros mismos, para poder tolerar las de nuestros hijos. No hay de otra. Si nosotros no podemos con lo nuestro, menos vamos a poder con lo ajeno.
Ver a nuestros hijos enojados, frustrados o ultra felices / volados con los primos no es fácil. Pero es necesario permitirlo. Recuerda que los HSP (por sus siglas en inglés, o Altamente Sensibles en español) somos sumamente emotivos y la energía tiene que salir de alguna forma o se estanca, y al igual que el agua, se pudre. Durante siglos nos han enseñado a tragarnos las emociones, ahogarlas en alcohol, comida o drogas (legales y no legales). Ahora ya se sabe que la única forma de trascenderlas es sintiéndolas.
Y es cuando nos quedamos escuchando en total silencio y aceptación TODO lo que nos quieren decir (las emociones), que nos damos cuenta que, en realidad, aquello tan intenso… ¡es pura luz! Así que abraza esa parte de ti sin miedo. Abraza esa parte de tus hijos sin miedo. ¡Son pura luz!
¿Cuál es tu forma de lidiar con las emociones?
Photo by Katii Bishop: https://www.pexels.com/photo/woman-covered-by-white-cloth-89517/
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